- En los 365 días desde que obtuvo la mayor victoria electoral en 40 años en el Reino Unido, Boris Johnson se ha divorciado, se ha comprometido, ha tenido un hijo, ha rozado la muerte, se ha enfrentado a la mayor pandemia en un siglo y ha lidiado con una recesión sin precedentes.
Si para todo el mundo 2020 ha sido el año más largo, para el primer ministro británico esta expresión se queda corta. Elegido con un 43,6% de los votos (el porcentaje más alto desde 1979), Johnson recibió de la sociedad británica carta blanca para, antes que nada, completar el brexit, la salida del país de la Unión Europea.
El Reino Unido abandonó la UE efectivamente el pasado 31 de enero, pero se abrió un período de transición hasta el final de este año que está a punto de expirar sin que se haya llegado a un acuerdo para definir la relación futura. Precisamente, Johnson aseguraba ayer que ve “muy, muy probable” que no haya un acuerdo posbrexit con la UE.
Su predecesora, Theresa May, fue forzada a dimitir por su propio partido al no lograr el apoyo del Parlamento a su pacto con la UE. Johnson acabó firmando un texto muy similar al que le costó el puesto a May y se comprometió desde el primer momento a que, pasase lo que pasase, la transición acabaría antes de 2021.
Si en diciembre de 2019 Johnson festejaba y se las prometía felices ante un panorama económico benigno, la realidad de la pandemia le golpeó en primera persona del singular y del plural. El Gobierno británico apostó inicialmente por dejar expandirse la enfermedad para alcanzar la llamada “inmunidad de rebaño”, pero rectificó sobre la marcha al ver cómo se convertía en el país europeo más castigado por la covid-19.
Johnson, de 56 años, ingresó el 5 de abril por la enfermedad en un hospital, del que salió una semana más tarde tras pasar tres días en cuidados intensivos al borde de la muerte. Solo dos días después de reincorporarse al trabajo nació su primer hijo con su novia, Carrie Symonds, de 32 años, con la que este año se comprometió tras divorciarse de su segunda esposa.
La crisis suscitada por el coronavirus ha causado que la economía británica esté todavía un 8% por debajo de los niveles previos a la pandemia, y aunque los empleos se mantuvieron en respiración asistida gracias a los programas de gasto público, en las últimas semanas se suceden las quiebras de grandes almacenes, como Debenhams.
La situación económica ha frenado los planes de inversión gubernamental en el norte de Inglaterra, una zona tradicionalmente laborista, pero que cambió el sentido de su voto en las últimas elecciones para respaldar a Johnson.
Otra de las cosas que han cambiado para Johnson a lo largo de este año ha sido el encargado de darle las réplicas en el Parlamento: el abogado laborista Keir Starmer goza ya de unos niveles de popularidad superiores a los del jefe de Gobierno.