Al menos 20 miembros de las fuerzas de seguridad afganas murieron y decenas más resultaron heridos después de que los talibanes lanzaran varios ataques masivos en diferentes puntos del país coincidiendo con el inicio de la retirada oficial el pasado 1 de mayo de las tropas estadounidenses de Afganistán.

Los ataques perpetrados de manera casi simultánea, en los que murieron 20 efectivos de las fuerzas de seguridad, comenzaron en la provincia meridional de Helmand y las occidentales de Herat y Farah, según informaron ayer varias fuentes oficiales.

Además, según un comunicado del Ministerio de Defensa afgano, en la contraofensiva de las fuerzas de seguridad, que se amplió a diez de las 34 provincias afganas, murieron al menos 90 insurgentes y otros 73 resultaron heridos.

En los ataques insurgentes en Helmand “más de diez puestos de control cayeron en manos de los talibanes, y murieron ocho miembros de las fuerzas de seguridad y otros 19 resultaron heridos”, informó el jefe del Consejo Provincial regional, Attaullah Afghan.

Estos combates, que continúan, se produjeron en las proximidades de la capital regional Lashkargah y, si no llegan pronto refuerzos, la ciudad “se enfrenta a la amenaza del colapso”, aseguró.

En la vecina provincia de Farah, los talibanes volaron un puesto de seguridad de las fuerzas afganas, atacándolo tras cavar un túnel, y allí murieron siete miembros de las fuerzas de seguridad y un número indeterminado se encuentran desaparecidos, explicó un miembro del Consejo Provincial, que pidió el anonimato.

Los talibanes también lanzaron un ataque masivo contra el cuartel general del distrito de Farsi, situado en Herat, en el que murieron al menos cinco miembros de las fuerzas de seguridad y varios otros resultaron heridos, relató en un comunicado el portavoz del gobernador de Herat, Jailani Farhad.

Los talibanes confirmaron por su parte la captura de 25 puestos de control de las fuerzas de seguridad afganas en varias partes de Helmand y se atribuyeron la autoría de las ofensivas en Farah y Herat, que dejaron decenas de víctimas entre los miembros de las fuerzas de seguridad, según informó en Twitter su portavoz Qari Yusuf Ahmadi.

Este aumento significativo de los ataques talibanes se produjo solo un día después de que Estados Unidos y la OTAN comenzaran oficialmente el proceso de retirada de sus tropas del país asiático.

Durante esta fase final, se espera que unos 2.500 militares estadounidenses y alrededor de 7.000 de la OTAN abandonen el país antes del próximo 11 de septiembre, cuando se cumplen dos décadas de los ataques terroristas en EEUU que desencadenaron la invasión de Afganistán.

Una fecha que no se corresponde con la que establecía el histórico acuerdo de Doha firmado entre Estados Unidos y los talibanes en febrero del año pasado, que marcaba el 1 de mayo como la fecha límite para la retirada de las tropas extranjeras, y que la nueva Administración estadounidense decidió retrasar.

Los talibanes calificaron esta demora como una clara “violación de los principios” del pacto, lo que “ha abierto el camino” para que tomen las medidas que consideren apropiadas contra las fuerzas extranjeras.

Reunión de gran importancia en Kabul. El representante especial de Estados Unidos para Afganistán, Zalmay Khalilzad, se reunió ayer con el presidente del país, Ashraf Ghani, y el presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional, Abdulá Abdulá, en la capital, Kabul. Según informó la Presidencia afgana, durante la reunión, Ghani pidió “ajustar” el proceso de paz para que “coincida con las realidades del terreno, ya que se ha abierto un nuevo capítulo en las relaciones entre Kabul y Washington”. Asimismo, Ghani recalcó que la paz en Afganistán es un asunto “urgente” para el Gobierno afgano y la población, subrayando que el proceso debe “coincidir” con las “realidades del nuevo Afganistán”. EEUU cuenta oficialmente con unos 2.500 efectivos desplegados en el país.