El puñetero año bisiesto, aún más que por la pandemia, se recordará en el Valle de Baztan por la criminal guadaña de la parca que nos está arrebatando a decenas de personas muy queridas por causas distintas al covid-19 y muchas en lo mejor de sus vidas. El que ahora mismo nos ha roto el alma ha sido Javier Urrutia Sanzberro, Bolica como le llamaba su cuadrilla de amigos desde sus años en el Club Deportivo Baztan.

Apenas acababa de estrenar 57 años, lo que hizo el pasado 17 de mayo, el médico que desde 2004 ejercía junto a su hermano Agustín en el Centro Hospitalario Benito Menni, donde ha llevado a cabo una labor ejemplar en el transcurso de esta batalla que estamos librando. Casualmente, tres o cuatro días antes nos encontramos en la terracilla trasera del Casino donde nos hizo la gracia de un cigarro que lió con la maestra habilidad de la práctica y la experiencia.

“Aprendí en Melilla durante la mili”, aclaró, cosa que desconocíamos y nos amplió al detalle: “en Chafarinas, con otros 24 novatos a los que nos hicieron pasar dos meses sin pegar ni golpe”. Estudió Bachillerato y COU (1977-81) en el Colegio de Lekaroz con los padres capuchinos, y se doctoró en Medicina en la Universidad de Navarra, hijo del recordado don Eusebio médico por décadas de Elizondo, familia de médicos como su hermana Elena, y de futbolistas y excelentes todos aunque los mejores de largo el abuelo y Agustín, y ahora el goleador Javier, su sobrino, y también sus hijos Luis y Jaime.

“¡Vaya labor excelente que habéis hecho en la clínica, ningún contagio, qué bien!”, comentamos, y es que es verdad. “Nuestro trabajo nos ha costado”, afirmó Javier, “pero todo el mundo ha actuado con gran responsabilidad y colaborado a base de bien”. En efecto, luego de su partida hemos sabido que fue él precisamente el encargado de organizar y de coordinar todas las acciones frente a la pandemia.

Jugó unos años de portero en el CD Baztan y lo hacía bien, y sus compañeros y amigos le decían Bolica por su tendencia a redondear su cuerpo, que la gastronomía de esta tierra hace estragos en el peso, y también por su afición a lucirse con sus palomitas revolcándose en el césped. Era un buen muchacho, abierto y agradable conversador, y se nos ha ido dejando aún más vacío el corazón cuando por edad no lo merecía. Agur Bolica, betiko agur! - Lander Santamaría