- Josu Torre falleció ayer en el mismo caserío en el que nació hace 72 años en Mungia. Euskaltzale incansable, ha sido colaborador de DEIA desde febrero de 2008 cuando se estrenó como columnista en euskera en el espacio compartido por diferentes autores denominado Zirrikituetatik begira. Nos dejó ayer con una última entrega titulada Gaixoa ni! quien ganó la posiblemente primera denuncia por torturas a la Guardia Civil en Bizkaia, quien fue directivo de un medio clave en la unificación del euskera como fue la revista Anaitasuna, así como cooperativista pionero en Euskadi en la implantación de invernaderos de cultivo hidropónico, adelanto importado de Europa.

Torre nació el 25 de diciembre de 1947 en el caserío Larrondo del barrio Atxuri de Mungia, municipio en el que estudió, así como en Bilbao donde terminó el bachiller. El entonces dantzari y pelotari acabó obteniendo el título profesional de Piloto de la Marina Mercante, en la escuela de Santurtzi.

Tras un servicio militar de solo nueve meses en El Ferrol “por saber escribir a máquina”, este euskaldunzaharra alfabetizado entró a formar parte de la recordada revista Anaitasuna, donde compartió textos y férrea amistad con figuras históricas de las letras como Gabriel Aresti, Ramon Saizarbitoria, Ibon Sarasola, o Juan San Martín, asimismo con Leonor Bilbao, quien fuera su compañera sentimental y matrimonio con la que tuvo dos hijos: Urko y Saioa. El primero aporta que su padre fue “profesor de euskera en la clandestinidad por las noches”. En 2011, Euskaltzaindia sistematizó y digitalizó toda la trayectoria de Anaitasuna. En total, la Academia colgó en la red los 420 números de la publicación y 6.395 artículos.

La revista nació como hoja parroquial y llegó a ser un referente de la prensa vasca. A partir de 1969, su faceta social y cultural cobró mayor importancia, recogiendo el desarrollo de la literatura vasca, críticas y reseñas de las obras más características, y siguiendo de cerca, entre otras trayectorias, la iniciativa Lur de Gabriel Aresti, con quien compartió gran amistad este vecino de la comarca de Uribe-Kosta donde era conocido como Txikerra, por ser el benjamín de una serie de hermanos.

En los años 80, uno de ellos fue detenido acusado como presunto miembro de ETA. Por ello, la Guardia Civil le detuvo también a él y Josu fue torturado durante al menos tres jornadas, atado a una silla en la comandancia bilbaina de La Salve.

Aquella se considera como la primera denuncia ganada a este instituto armado español en Bizkaia. “Inhabilitaron -matiza Urko Torre- a varios agentes y a aita le indemnizaron. Con aquel dinero se fue a Ibiza”. A continuación, en los 90, Torre volvió al mundo del agro y puso en marcha invernaderos de novedosas formas de cultivo entonces, los denominados hidropónicos. En aquellos años, impulsó al menos dos entidades: la de horticultores vizcainos BIHOEL y Garaia, cooperativa asentada en Derio. “Nuestro padre generó riqueza obrera y todo ello de forma vocacional”, valoriza Urko, cetrero de profesión.

El legado impreso del finado queda para la historia en las hemerotecas de, al menos, dos diarios: El Mundo y DEIA. En el primero, fue el cronista de la actualidad pelotazale y en el segundo cada martes ha escrito durante doce años una columna de opinión en euskera. En estos días, además, iba a hacerlo también los domingos. “Es de agradecer que las dos direcciones le dieran siempre carta blanca para su bala contra el enemigo, sin ningún tipo de censura”, enfatiza la familia.

Torre era un hombre volcado con las ideas de izquierda y abertzales. “Fue miembro cofundador de la comparsa Txomin Barullo, una mente abierta a su tiempo. Formó parte de listas de Aralar y Podemos al Ayuntamiento de Mungia”, resume su hijo a este diario.

El columnista tuvo una pasión más: el teatro. Formó parte de un grupo de Mungia. ¡Quién le iba a decir a él que iba a fallecer el 7 de julio, San Fermín, justo el año que no había encierro! Las últimas palabras escritas por ese declarado sanferminzale en este periódico fueron ayer: “Ez du ematen beraz eznormaltasun honek iraungitze datarik duenik eta jaiekin hasi garenez, zalantzan jarri beharko ote ditugu datorren urtekoak ere. Jaizale denon izenean, gaixoa ni!”. Es decir, “no parece, por lo tanto, que esta anormalidad tenga una fecha de caducidad, y dado que hemos comenzado las festividades, debemos dudar si las tendremos en los próximos años. ¡En nombre de todos los amantes de todas las fiestas, pobre de mí!”.

La familia quiere rendirle una emotiva despedida civil en septiembre. -