“no todos somos iguales”. Con estas palabras intentó la ya exministra Carmen Montón salir del paso el pasado día 11 al descubrirse las irregularidades de su máster en la Rey Juan Carlos y desvincular su caso del de Pablo Casado. De poco le sirvió, ya que tuvo que dimitir pocas horas después, mientras que contra todo pronóstico el líder del PP respira ahora aliviado tras anunciar la Fiscalía del Supremo el viernes que se opone a investigarlo por sus estudios. Así las cosas, Casado aprovechó ayer un acto en Valencia para cobrarse la venganza e hizo suyas las palabras de Montón: “Decía una paisana que no todos somos iguales, y tenía razón”, ironizó.

Muchas voces ya daban por muerto al presidente de los populares la semana pasada tras anunciar Montón su renuncia. Y en efecto su situación resultaba cuando menos complicada, al tener su caso un buen número de similitudes con el de la exministra de Sanidad. Incluso en el seno del PP varios dirigentes admitían su preocupación. Sin embargo, pocos días más tarde las tornas han cambiado y todo apunta a que los tribunales van a eximir a Casado de toda responsabilidad por los supuestos tratos de favor en sus estudios.

La Fiscalía del Supremo no ve razones para investigarlo por prevaricación y aunque cree que podría haber indicios de un delito por cohecho, entiende que ya habría prescrito. De esta manera, se cierra casi por completo la puerta a que sea imputado por el alto tribunal, que suele atender por lo general el criterio de los fiscales y en el que predominan magistrados de perfil conservador, algunos de ellos muy cercanos al PP. Esta decisión no solo ha quitado un gran peso de encima líder popular -que lleva apenas dos meses al frente del partido-, sino que ha reforzado su liderazgo interno y le coloca en una posición más desahogada para lanzar sus mensajes políticos sin ser cuestionado en todas sus intervenciones por el escándalo del máster.

Y es que Pablo Casado ha demostrado en estos últimos meses una gran capacidad de resistencia con la que no solo ha logrado contra todas las adversidades auparse a la presidencia del primer partido en el Congreso, sino que ha sorteado las dudas que recaen sobre sus estudios universitarios, ha puesto ante el espejo de sus contradicciones al Gobierno de Sánchez, y además ha reforzado la posición de un PP que hasta hace nada se veía desbordado en todos los flancos por los de Albert Rivera.

Eran pocos los que apostaban por una victoria del diputado por Ávila cuando anuncio en junio su candidatura a la presidencia de la formación conservadora, más si cabe cuando tenía enfrente a dos pesos pesados del PP como Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Pero fue Casado el que supo conectar con el sentir de la militancia y de los cargos intermedios, cansados del discurso gris de Rajoy y con pocas ganas de ver a su sucesora Saénz de Santamaría dirigiendo el partido.

Ya al frente del PP, y aun con el caso Máster pisándole los talones, Pablo Casado ha sabido volver a atraer al electorado más conservador y, según indican la mayoría de las encuestas, ha frenado en parte el trasvase de votos a Ciudadanos. Para ello, ha optado por postulados más radicales que su antecesor Rajoy, adelantando por la derecha a la formación naranja en temas como la inmigración, el aborto o Catalunya. Asimismo, Casado se ha erigido en principal oposición al Ejecutivo socialista y ha atacado con dureza a Sánchez por sus incoherencias en la venta de armamento a Arabia Saudí o por su posición favorable al diálogo con la Generalitat. “España es un desastre”, llegó a confesar el presidente del PP esta misma semana a Jean Claude Juncker, en referencia a la gestión del PSOE.

vuelve aznar Otra de las consecuencias de la llegada de Pablo Casado a Génova ha sido el regreso de José María Aznar a la órbita del PP. El expresidente, que durante el mandato de Rajoy se había distanciado hasta el punto de abandonar su cargo honorífico y desvincular a FAES del partido, siempre ha sido muy cercano a Casado, al que nombró director de su gabinete en 2009. Su buena sintonía se evidenció el martes, cuando Aznar acudió al Congreso a la comisión por la financiación ilegal y ambos se fundieron en un abrazo. “Tengo la sensación de que mi partido me quiere mucho”, celebró Aznar, haciendo así las paces con el PP.

Ahora, liberado en parte del caso máster -salvo improbables sorpresas judiciales-, Casado intentará consolidar su posición como estandarte de la derecha española sin complejos y azote del Gobierno socialista a la espera de su intento por reconquistar para el PP la Moncloa en unas futuras elecciones generales que está por ver cuándo se celebrarán.

10 de abril. Salen a la luz las supuestas irregularidades del máster de Pablo Casado, pocos días después de estallar el escándalo universitario que finalmente llevó a Cristina Cifuentes a dimitir.

21 de julio. Casado da la campanada y se hace con la presidencia del PP en el congreso en el que se enfrentó a Sáenz de Santamaría, y tras haber quedado segundo en las primarias.

6 de agosto. La jueza del ‘caso Máster’ eleva al Supremo la causa de Pablo Casado tras imputar a tres de sus compañeras de estudios, lo que supone un revés para el recién elegido líder de los ‘populares’.

21 de septiembre. La Fiscalía del Supremo revela que no ve razones para investigar a Casado en el alto tribunal, ya que no observa prevaricación y los posibles delitos de cohecho habrían prescrito.