Bruselas - En Berlín se mira hacia Munich con cierta intranquilidad. No ha sido un año fácil para la canciller Angela Merkel, que ha tenido que ir esquivando diferentes crisis, varias de ellas generadas precisamente por el partido hermano de la CDU en Baviera -la CSU- cuyo líder, Horst Seehofer, es ministro del Interior. “Son elecciones regionales en términos nominales, pero en términos políticos son nacionales. De hecho, los votantes acuden (hoy) a las urnas más por lo que ocurre con la gran coalición que por temas locales”, explica a Aquí Europa el investigador Franco Delle Donne, coautor del libro Factor AfD y autor del blog sobre política alemana Elecciones Alemania.

Los problemas generados por el hermano pequeño de la unión democristiana pueden quedarse en nada a partir de hoy, ya que la CSU se enfrenta a unos comicios regionales en los que por primera vez en siete décadas perderá la mayoría absoluta.

Las encuestas señalan que el partido de Seehofer se ha desplomado hasta el 33-38%, seguido de Los Verdes (18%); de los Socialdemócratas (SPD) con una intención de voto del 11-13%; del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AdD) con el 10-14%; y ya en un solo dígito por formaciones como los liberales del FPO o los Electores Libres, que en algunas encuestas llegan al 11%.

Para la CSU no son unas elecciones cualquiera: son las únicas elecciones realmente importantes. Es una formación que solo existe en Baviera, y aunque estos comicios no significan una hecatombe total, sí que generan mucha inquietud en la formación bávara. Sin embargo, no es el 33% de los votos lo que preocupa a Berlín y lo que inquieta a Merkel. El problema son los pactos postelectorales.

En un principio, la CSU podría buscar entrar en el Gobierno regional con el apoyo de Los Verdes y del FPO, una fórmula que ya intentó la canciller tras los comicios federales y que fracasó al oponerse la formación liberal a entrar en el Gobierno. En ese caso se abre la posibilidad de que la CSU se siente a hablar con otras formaciones. Los Electores Libres son muy conservadores, pero podrían entrar en el Gobierno, ya que la diferencia con la CSU no es abismal. El miedo es que si no dan los números la formación de Seehofer se siente a hablar con AfD.

La CSU no tiene ningún cariño a la canciller. Merkel ha reinado en la política alemana durante muchos años, pero su decisión de llevar a la CDU hacia el centro del espectro y su política de puertas abiertas durante la crisis migratoria han afectado gravemente a la CSU, que siempre ha defendido posturas más conservadoras, pero que en los últimos años ha tenido que convivir con el viaje de Merkel hacia la centralidad política. Por eso, durante los últimos meses la CSU tomó cartas en el asunto, haciendo más extremas sus medidas migratorias y poniendo en marcha políticas identitarias, como la ley que obliga a colocar crucifijos en lugares visibles de los edificios públicos.

La Extrema derecha en auge No es necesario que AfD entre en el Gobierno regional para que a Merkel se le multipliquen los problemas. Parece claro que el viaje hacia más allá de la derecha de la CSU no ha hecho más que comenzar. Estos resultados electorales le harán seguir virando, y el problema es que los Electores Libres y AfD están instalados en la política anti-Merkel. En cierto modo Seehofer, que tiene una pésima relación con la canciller, ya ha tomado ese perfil. Pero no será suficiente para recuperar la hegemonía a largo plazo. La CSU deberá seguir moviéndose a la derecha. Y un Gobierno bávaro en el que los socios de Merkel pacten con los Electores Libres puede hacer que el SPD, que forma Gobierno con la CDU/CSU, tenga aún más razones para pensar que la fórmula ya no le sale rentable electoralmente.

La formación socialdemócrata ya ha tenido que dar explicaciones por una situación extraña: formar parte de un Ejecutivo en el que Seehofer da rienda suelta a políticas antiinmigración y creando escándalos públicos es difícil de explicar para un partido de izquierdas. Los comicios, que se celebrarán este domingo 14 de octubre, pueden marcar el futuro político de Alemania y de su canciller.

Dos de cada tres alemanes están descontentos o poco contentos con la gran coalición, lo que se traducirá según las encuestas en un castigo a Seehofer por las numerosas disputas con Merkel. Parte del origen del desplome de la CSU se remonta a las elecciones federales del año pasado en las que el partido achacó la pérdida de votos a que AfD le había comido parte de su espectro político. “En septiembre hicieron una mala lectura. La CSU está formada por un electorado heterogéneo. Con ese discurso [más radical] no solo no recuperó a los que se habían ido a la derecha, sino que expulsó a los que se situaban más al centro que se sintieron insultados con esta línea contra los refugiados”, apunta Delle Donne.

Una de las sorpresas de los comicios llegará de mano de Los Verdes, a los que las encuestas dan una segunda posición. Algunos de los votos que la CSU ha perdido irán a las manos del grupo ecologista. “En el sur de Alemania Los Verdes no son el mismo partido que en el norte del país. La imagen de partido de izquierdas en el sur, si bien existe, no es tan fuerte. En el sur están tomando una postura más neoconservadora, conservadora light”, explica el investigador.