Pamplona - Ha sido una legislatura agridulce para Podemos. La fulgurante irrupción con siete parlamentarios se ha visto salpicada por una disputa interna que ha acabado en la división del grupo parlamentario y la expulsión del partido de quien fue su última candidata. “Ha sido un proceso duro pero hemos aprendido muchísimo”, asume Mikel Buil García (1979), rostro de una nueva etapa que Podemos Navarra afronta con el objetivo de “ganar las elecciones” y formar un “Gobierno morado” que permita “ir más allá” al proyecto de cambio iniciado en 2015. “He decido dar el paso por puro compromiso con el cambio”, explica.

¿Tiene ya decididos los nombres que le acompañarán en la lista al Parlamento?

-Los nombres los decidirá la asamblea. Pero sí hemos trabajado en una lista unitaria que recoge los valores que buscamos: capacidad, madurez y lealtad a los órganos del partido.

¿Las primarias las carga el diablo?

-No, son una seña de identidad. La gente tiene oportunidad de votar a quien quiera. Aunque lógicamente, yo como candidato haré una propuesta del que quiero que sea mi equipo, al final será la asamblea quien decida.

Las encuestas apuntan una tendencia bajista. ¿Se las cree?

-Las encuestas siempre nos han dado mal, y aun así nos dan un suelo electoral muy potente. Ocurre que Podemos ha sido el enemigo a batir por los poderes fácticos, por quienes no quieren cambiar el status quo. Y eso hace que gente que nos va a votar no lo diga.

¿Que el cabeza de lista al Parlamento y el líder de Podemos en Navarra sean personas distintas puede generar fricciones?

-Todo lo contrario. Somos un partido asambleario, y no es bueno concentrar todos los poderes en una persona. La política es muy rápida y hay que tomar muchas decisiones trascendentes. Y tanto Eduardo Santos como yo seremos capaces de trabajar con lealtad.

¿Cómo ha vivido la expulsión de Laura Pérez?

-Como cualquier militante de Podemos, con mucho dolor. Ha sido una experiencia muy dura, tanto en lo personal como en lo político. Lamentablemente, la mayoría de partidos que empiezan tienen un proceso duro de estructuración en sus inicios. Y como partido hemos aprendido muchísimo.

¿Y qué han aprendido?

-Que lo importante es presentar perfiles que sean capaces de aglutinar y no de dividir, desde la lealtad a las decisiones que toma una asamblea.

¿Qué relación queda con Orain Bai-Ahora sí?

-A nivel personal no tengo ningún problema. Pero otros partidos, algunos de ellos socios en esta legislatura, han permitido que cuatro personas que no tienen relación con Podemos se hayan quedado dentro de nuestro grupo parlamentario. Con la complicidad del PP cambiaron el nombre, y eso ha sido aprovechado para distorsionar los posicionamientos políticos propios de Podemos. Son personas que van por libre y Podemos no es responsable de su irresponsabilidad.

¿Eso descarta una confluencia en el futuro?

-No es algo que valoremos porque Orain Bai no es un partido político.

¿Y con IU y Batzarre?

-La asamblea de Navarra voto a favor de ir en confluencia con las fuerzas hermanas, y ese es un trabajo que está haciendo el consejo de coordinación de Podemos. Cuando tengamos el acuerdo al que se pueda llegar, valoraremos.

¿Qué balance hace de la legislatura?

-Se ha hecho un trabajo muy bonito, con grandes conquistas. Personalmente me siento orgulloso de haber pertenecido a esos 26 parlamentarios del cambio que consiguieron desplazar a la derecha de Navarra del poder.

¿Con qué se queda de estos años?

-Con que se ha sacado de la pobreza severa a mucha gente, se ha reestructurado la política de vivienda y se han conseguido avances en el cambio de modelo productivo. Aunque en muchos aspectos son avances insuficientes para nosotros.

¿Diría que ha funcionado el cuatripartito?

-Sí. Ha habido diálogo constante y voluntad de negociación. Han sido miles de reuniones en las que hemos podido debatir y trabajar con lealtad. Y no era fácil entre cuatro fuerzas tan distintas. Pero había un mandato histórico, y esto tenía que funcioinar. Era algo que teníamos asumido todos como personas progresistas de Navarra.

¿La apuesta es repetir?

-Nuestra apuesta sigue siendo el cuatripartito. Aunque en algunos puntos es difuso, el acuerdo programático nos ha permitido llevar a cabo buena parte de nuestro programa electoral. Es casi una Constitución para nosotros que ha servido para cambiar la dirección política. Y sigue siendo una hoja de ruta válida y potente para los próximos diez años.

¿Qué grado de cumplimiento se ha dado?

Todo depende de cómo se mire y de las expectativas de cada uno. Porque el acuerdo programático recoge todas las ilusiones y todos los objetivos políticos de aquella aspiración de cambio que pudimos hacer realidad en 2015. Pero hay cuestiones sin cuantificar y sin temporalizar. Y nuestro objetivo ahora es ir más allá, hacerlo más concreto para conseguir una mayor justicia social. El camino es largo.

¿En qué ámbitos?

-Nuestra prioridad sigue siendo la lucha contra las políticas de austeridad, y por un cambio de modelo productivo. Eso supone favorecer al pequeño comercio y al pequeño productor, fomentar modelos de producción de energía a nivel local. Un modelo productivo que en vez de estructurar la desigualdad social como hace el modelo que impera en la Europa neoliberal, reparta la riqueza y luche contra la desigualdad. En Navarra hay tres brechas profundas: la de genero, la de edad y la de territorio, que solo se pueden cambiar con un nuevo modelo productivo. Una renta garantizada evita situaciones dramáticas, pero no arregla el problema.

¿Habrá presupuestos en 2019?

-El anteproyecto, en cuya elaboración hemos trabajado, recoge algunas aportaciones que considerábamos importantes, como la ley derecho subjetivo a la vivienda, que incluye ayudas al alquiler para los jóvenes, o la reversión de los recortes en educación. Es cierto que hay renuncias que nos duelen mucho, como la cooperación al desarrollo. Pero no serán escollos fundamentales como para determinar un voto negativo. La decisión final, en cualquier caso, la tiene que tomar el consejo ciudadano.

En 2015 apostaron por un Gobierno sin cuotas por partidos. ¿Fue una buena decisión?

-Yo creo que sí. El hecho de que, con algunas excepciones, haya sido un Gobierno principalmente blanco y haya funcionado de forma independiente, casi como un quinto partido, nos ha ayudado a comprender mejor las dificultades de la gestión, alejadas de la visión partidista, y eso ha hecho madurar al cambio. Tal vez lo suficiente como para que el próximo Gobierno pueda tener una representación más política.

¿Han pecado de inexperiencia?

-Lógicamente, cada uno veníamos con un programa maximalista que ha habido que aterrizar. Nos hemos ido encontrando con la realidad. Pero eso no se ha trasladado al Ejecutivo. En el Gobierno ha habido pocos errores de gestión, y los que ha habido se han reconocido. La verdad es que ha funcionado bien. El Gobierno más los 26 del cambio han hecho un gran equipo.

¿Y han cumplido las expectativas?

-Es cierto que, sobre todo en los dos primeros años, hubo cierta desilusión. Pero es lo que implica pisar suelo, no se puede hacer todo lo que quieres. Recibimos una herencia terrible por parte de UPN que nos ha limitado mucho. Y hay cuestiones en las que Podemos y Geroa Bai son antagonistas, y eso posiblemente ha disminuido el ritmo y ha descafeinado algunos proyectos, tanto suyos como nuestros. Pero es lo que tiene negociar, que hay que ceder. Y la lógica del voto puso a Geroa Bai por delante de Podemos.

¿Ve margen para que el PSN pueda entrar en el Gobierno?

-No creo que su apuesta sea sincera, la verdad. Si de entrada excluyes a una fuerza como EH Bildu, pones condicionantes a Geroa Bai y te quedas con Podemos y con IE solo de consortes? Muy constructivo no es. Y si encima los programas electorales se parecen lo mismo que un huevo a una castaña, no hay mucho que hacer.

¿No ve afinidad programática con el PSN?

-Discrepamos en políticas básicas como la renta garantizada, el TAV o en política fiscal. También entendemos la diversidad de Navarra de otra manera. Si analizamos lo que ha hecho el PSN esta legislatura, vemos que ha votado con UPN el 80% de las veces. Cuando alguien tiene que reafirmar constantemente que es de izquierdas, no es buena señal.

Sin embargo, sí que hay margen de acuerdo en Madrid con el PSOE.

-Lo que Podemos está haciendo en Madrid es sacar al PSOE de las políticas de austeridad y llevarlo a los postulados de Podemos en justicia social y redistribución, como el SMI a 900 euros, algo que va a beneficiar sobre todo a las mujeres. Ojalá Navarra tuviera un PSOE valiente que se atreva a romper de una vez con la derecha, y con sus hipotecas. Pero, lamentablemente el PSN es un partido cansado y previsible.

¿Y qué cree que hará el PSN si el cuatripartito pierde la mayoría?

-Supongo que lo mismo que han hecho siempre. La decepción del PSN en Navarra es cíclica, se repite cada 10 años. De Urralburu al agostazo. Al final, el PSN siempre acaba apostando por UPN, y no ha hecho autocrítica.

¿Le sorprende una oposición tan bronca?

-No, es lo normal cuando tu único proyecto son las políticas de austeridad, de hormigón y de deuda. Así que cuando se han encontrado con un proyecto político para Navarra de verdad no les ha quedado más que vociferar desde las esquinas. Y va a ir a más.

¿Llegará a Navarra el auge de la extrema derecha?

-No es que pueda llegar, es que ya está aquí. Hay una competición por ver quién es el Le Pen navarro. Se han enganchado a una ola que crece en Europa y en el mundo, y que consiste en construir, sin datos, un discurso político que les legitime y produzca miedo, odio y rechazo en la sociedad. Y para eso agitan los conflictos de convivencia que tiene una comunidad. Es lo más destructivo que le puede pasar a Navarra, y es lo que está en juego en estas elecciones, la ruptura del contrato social.

¿Le preocupa que el debate social que marcó las elecciones de 2015 haya dado paso a la confrontación nacional-identitaria que promueven las derechas?

-No creo que se dé ese escenario. Las grandes mareas que hemos visto esta legislatura han sido en defensa de unas pensiones dignas, la del movimiento feminista y otra serie de desbordamientos ciudadanos que vienen a hablar de lo mismo de lo que hablaba el 15M, de una garantía mínima de derechos para todo el mundo. Es una cuestión básica de supervivencia, es la defensa del pacto social. Y eso sigue siendo mucho mas importante que los conflictos identitarios que promueven las derechas y las ultraderechas.