pamplona - La fotografía de los doce encausados por impulsar en Catalunya el referéndum del 1 de octubre de 2017 sentados en el banquillo de los acusados removió ayer los cimientos políticos y sociales dentro y fuera de España. Su impacto fue de tal calibre que dejó en el olvido otros juicios también históricos como el del golpe de Estado del 23-F o el de Filesa. Oriol Junqueras y los otros once consellers del gobierno presidido entonces por Carles Puigdemont -el gran ausente en este juicio tras haber abandonado el país y exiliarse en Bélgica- se estrenaron ante los magistrados del Tribunal Supremo presidido por Manuel Marchena en una vista que les llevará cerca de tres meses. La jornada inaugural sirvió al independentismo catalán para exhibir músculo e hizo bueno el proverbio futbolero de la mejor defensa, un buen ataque. Los abogados abrieron el juicio con duros alegatos políticos acusando al tribunal de aplicar el “derecho penal del enemigo” contra los encausados y trataron de poner en tela de juicio las garantías procesales de sus defendidos.

La primera sesión del histórico juicio del procés arrancó media hora después de lo marcado, en torno a las 10.30 de la mañana. Los nueve acusados que se encuentran en prisión preventiva (Carme Forcadell, Dolors Bassa, Jordi Turull, Josep Rull, Raül Romeva, Joaquim Forn, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, además de Junqueras) fueron trasladados hasta el salón de pleno ante fuertes medidas de seguridad. Todos ellos se enfrentan a peticiones de cárcel por delitos de rebelión, sedición, malversación y desobediencia. No ocurrió lo mismo con los tres que se encuentran en libertad, Carles Mundó, Santi Vila y Meritxell Borràs, que esperaron en el pasillo junto a los abogados y público.

A todos ellos se les vio tranquilos, no a sus familiares, más abatidos tras ser increpado algunos de ellos a su entrada, con documentos en la mano y atentos a las intervenciones. Su protesta política quedó reducida a las insignias institucionales de la Generalitat que portaban algunos y tan solo se vio un lazo amarillo en la solapa de la chaqueta de Jordi Sànchez, que también lucían Quim Torra y los consellers Esther Capella y Damiá Calvet.

Dentro y fuera de la sala, el independentismo intentó sacar réditos emocionales y políticos. En el exterior se sucedieron durante toda la jornada concentraciones de protesta y solidaridad con los encausados y se volvió a evidenciar que este es el mejor pegamento para la unidad soberanista. En el interior, las defensas emplearon la jornada en las cuestiones previas para apuntalar el discurso político del independentismo y tratar de convertir el juicio, a ojos de Europa, en una causa sobre la justicia española.

El primero en hablar, y el más contundente, fue Andreu Van den Eynde, en representación de Junqueras y Romeva. En su exposición acusó al Tribunal Supremo de tratar a los presos en esta causa “peor que a terroristas”. Según el letrado, se han vulnerado numerosos derechos fundamentales, entre ellos los políticos. “Esos derechos se deben garantizar sin perturbaciones ilegítimas”, subrayó. El letrado centró su intervención en ciertas posturas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que a su juicio avalan el comportamiento de los exmiembros del Govern, donde las defensas confían en lograr un pronunciamiento favorable. “Estrasburgo dice que la existencia de violencia esporádica no puede hacer desaparecer el derecho”, apostilló.

Casi unánimes fueron las críticas a la “falta de imparcialidad” de los magistrados del tribunal a quienes reclamaron que “hagan de jueces y no de salvadores de la patria” pues están para juzgar y no para defender la unidad de España, pidió Jordi Pina, el abogado de Jordi Sànchez y de Josep Rull y Jordi Turull.

Esta salida al ataque alimenta al independentismo que llega muy necesitado de un revulsivo ante la división estratégica de la que han hecho gala en los últimos meses pese a su cohabitación en el Govern. Esas diferencias también se apreciaron en las estrategias de defensa, ya que mientras las de unos pasó por añadir alegatos políticos a los argumentos jurídicos, otros desplegaron una defensa puramente técnica. Así lo hizo el letrado de Joaquim Forn o el de Dolors Bassa, que eligió una defensa más técnica y llegó a subrayar que “no se publicó ninguna declaración unilateral de independencia”,

el turno de vox El president Torra estuvo presente en el juicio y protagonizó una de las imágenes del día cuando, desde el fondo de la sala, saludó a los encausados y estos giraron para devolverle el saludo. Pero no lo hicieron todos: Junqueras ni se inmutó, frío, y mantuvo su mirada al frente; el díscolo Vila tampoco se giró pese a tenerle tras él, le ignoró y miró al techo.

En declaraciones a los medios al término de la sesión de ayer, hacia las seis de la tarde, Torra aseguró haber “asistido a la primera jornada de un juicio que no debería de haberse producido. El hecho de ver a los consellers y a los líderes sociales sentados en un juzgado penal es un ataque a la democracia”.

Hoy será el turno de las acusaciones: la Fiscalía, la Abogacía del Estado y Vox. Amortizada la imagen de los exconsellers en el banquillo de los acusados, se espera con interés la intervención del partido de extrema derecha, que ejerce la acusación popular a través del letrado Javier Ortega Smith, el número dos de Santiago Abascal. - D.N.