Mucho va a tener que acelerar Pedro Sánchez para llegar a tiempo. El final abrupto de la legislatura pone difícil al Gobierno cumplir con el mandato de la Ley de Memoria Histórica por el que la momia del general Franco sea exhumada del faraónico mausoleo de Cuelgamuros. Y digo momia con el mismo respeto que mostró el propio nieto del dictador, Francisco Franco Martínez-Bordiú, cuando desafió al Gobierno advirtiéndole que la familia no iba a facilitarle “el juego político con la momia de su abuelo”.

Han transcurrido ya más de seis meses desde que el Consejo de Ministros aprobase la retirada de esos restos del lugar de privilegio que ocupan desde su fallecimiento el 20 de noviembre de 1975, y en lugar de haber sido desalojada la momia los nuevos aires del nacionalismo español no solamente se empeñan en buscarle obstáculos legales al decreto, sino que las centurias del brazo en alto y las rojigualdas con pájaro redoblan sus peregrinaciones al panteón haciendo guardia junto a los luceros para impedir el desalojo.

Puede decirse que la familia ya ha cumplido con sus protestas, sus recursos y su empeño en mantener a la momia en emplazamiento preferente. No está dispuesta a renunciar al sepulcro-romería. Las sucesivas sentencias judiciales no les han sido propicias y los tribunales han dado por bueno el desahucio de la momia, que tampoco podrá convocar a peregrinación en la catedral de La Almudena a las escuadras falangistas reforzadas ahora por los nuevos patriotas de las tres derechas.

Zancadilla tras zancadilla, la decisión del Gobierno español se está viendo demorada por toda suerte de triquiñuelas, con la clara intención de no dejarle tiempo para hacer efectivo el real decreto que obliga a desocupar lo que haya bajo la losa de tonelada y media, montón de kilos que también pesan sobre la democracia. Atado y bien atado, advirtió el Caudillo fascista que dejaba al futuro de España. Fanfarronada aparte, está claro que los partidos de derecha extrema que bullen en el hemiciclo se empeñan en acatar aquella chulería y perseveran en perpetuar la memoria del dictador.

Por si fuera poco, con la Iglesia hemos topado. El prior de la abadía de Los Caídos, un tal Santiago Cantera, ha sacado la patita de su pasado falangista advirtiendo que no iba a permitir la entrada en la basílica a quienes fueran a exhumar a la momia. Aquí el prior ya apuntaba maneras, como candidato que fue por Falange Española a las elecciones generales de 1993 y a las europeas de 1994 antes de que le arrebatase la vocación benedictina. El Vaticano, como está lejos del lío, asegura que no se opone a que desalojen el mausoleo, siempre que la familia esté de acuerdo y los tribunales así lo decidan. La Conferencia Episcopal Española se la coge con papel de fumar y dice que no se oponen pero tampoco apoyan la exhumación. Como Pilatos.

El empeño de Pedro Sánchez en culminar el desagravio a la memoria histórica va sorteando las trabas, pero la resistencia no descansa y, como si se tratase de una matriuska, van surgiendo nuevos intentos para impedir la desocupación del sepulcro. En ese empeño está otro magistrado, un tal José Yusty Bastarreche (sic), que basándose en un informe de arquitectos de la Fundación Francisco Franco que asegura que el levantamiento de la losa podría provocar la desestabilización del conjunto monumental. Ordena al Ayuntamiento de San Lorenzo del Escorial la paralización del trámite que autorizaba a iniciar las obras. Aquí el magistrado se hizo famoso por haber suspendido en 2017 un acto en Madrid a favor del derecho a decidir y por un artículo contra la Ley de Memoria Histórica a la que dedicaba la lindeza de representar “el resquemor, el ansia de venganza y el odio de los vencidos en la guerra civil en estado puro sin mezcla de grandeza frente a los que la ganaron”. Toda una demostración de independencia judicial. Hay muchas pruebas más del fanatismo franquista del magistrado, metido ahora a perito urbanístico.

Se le acaba el tiempo a Pedro Sánchez, y sigue empeñado en sacar a la momia del faraónico catafalco. Mucho tendrá que correr y muchos obstáculos tendrá que sortear. Porque como ganen los otros, tenemos a Franco reverenciado para los restos.