de repente un día se vieron en la oposición y sin rumbo. Los herejes en el Gobierno y los que llevaban mandando por aquí desde los tiempos de Patas Cortas sin saber por dónde arrancar. Hasta que llegaron ellos. La resistencia. Héroes anónimos llamados a defender Navarra de los infieles en una cruzada sin retorno. Sin miedo.

Uno de los primeros en despuntar fue el concejal de UPN en Pamplona, Juan José Echeverría, que se que hizo famoso porque un día en el pleno denunció que se empieza poniendo el carril bici en Pamplona y se acaba “en utopías que nos conducen a la URSS, a Siberia, a los campos de concentración y a 20 millones de muertos”. Y por supuesto en países “comunistas y colectivistas” como Corea del Norte “con ese Chin Pon Chi, o como se llame”. Y claro, acabó saliendo en El Intermedio y con el mote para toda la legislatura.

Otros optaron por resistir desde las letras. Gente como Luis Landa, que cada 15 días se lamentaba de que nos gobierne “un pentapartito cuyo único objetivo es empobrecer Navarra”. O como Víctor Manuel Arbeloa, que ha llegado a la conclusión de que “el espíritu del Pueblo Vasco ha seducido también al caótico leninismo populista y al residual leninismo clásico para formar el Gobierno nacionalista-independentista vasco y autodeterminista”. Toma ya.

También ha habido ayuda del exterior. El presidente de Melilla, Juan José Imbroda, por ejemplo, quiso poner al Ayuntamiento de Pamplona en su sitio cuando exhumó a Mola y Sanjurjo porque no puede ser que “algunos quieran ganar ahora la guerra de 1936”. Porque, “guste o no, la historia está ahí”. Hasta Marcelino Oreja, que además de exministro de UCD es marqués, apareció un día en Jerez para advertir de la gravedad de lo que estaba sucediendo por aquí. “No sé exactamente qué está pasando en Navarra, pero no me está gustando”, decía el tío de Jaime Mayor, que en alguna comida familiar le habría contado algo.

Pero desde luego ninguno como Julio Pomés. Es el gran héroe anónimo de la legislatura, que ya desde el primer día anuncio que “Navarra va camino de ser una comunidad fallida”. “Vamos a volver a la recesión”; “Quieren arruinar Navarra para que sea más proclive al rescate por Euskadi”; “Crecerá el paro”; “Caerá la recaudación”. No ha habido aliento para tanta desesperación. Hasta hizo una colecta para que un informe, al menos uno, dijera que Navarra se iba a la ruina. Pero ni por esas. Que alguien le avise de que este domingo son las elecciones, que el pobre todavía sigue peleándose con los molinos.