La cosa sería para broma si no fuera porque hay siete chavales en la cárcel afrontando hasta 13 años de prisión por un tobillo roto. Y porque hay quien ha intentado convertir a todo un pueblo en la imagen del mal absoluto con el único objetivo de sacar tajada electoral en tierras lejanas.

Como ya no estaba ETA hacía falta otro señuelo que permitiera colgarse las medallas de una guerra artificial. Y Alsasua era el escenario perfecto. La derecha vio filón y se tiró de cabeza. Sin escrúpulos y con la colaboración de las sucursales navarras en una operación que consistía en convertir el pueblo en un plató de televisión donde representar el melodrama.

Allí se fue Pablo Casado cuando todavía era candidato a liderar el PP a decir que la sociedad navarra “está enferma y tenemos que empezar a sanarla”. La idea se la copió Albert Rivera, que esperó dos años para mostrar su solidaridad con los agredidos para ir allí, en plena campaña de las elecciones en Andalucía, a demostrar su valentía con el PP y Vox de comparsas: “Hay que acabar con el impulso anexionista identitario”. Y bien de banderitas.

Como había empate, Casado decidió volver, pero esta vez de la mano de Eduardo Inda, a grabar una entrevista en el bar Koxka a ver si había suerte y alguien les decía algo. No pasó nada, pero a Inda le basta y le sobra para sacar después un artículo titulado Vuelta a Vietnam, lo que da una idea de cómo ven las cosas por Madrid. “Media hora más encerrados allí y tal vez no lo hubiéramos contado”, concluía el periodista reforzando la versión del propio Casado, que tras su visita en Sanfermines ya dijo que Pamplona era como el gueto de Varsovia y que un poco más y no salen vivos. También era mentira. Pero eso ya les da igual.

Porque había que vender un relato en el que Navarra es una tierra sin libertad que necesita que la salven. Y voluntarios hay muchos. “Alsasua no ha dejado de ser un pudridero que ha ido infectando a las autoridades navarras, en un proceso de burbuja tan específico que me atrevo a denominarlo como Síndrome de Alsasua”, denuncia Maite Pagazaurtundua. “Las fuerzas separatistas que se han beneficiando del terror etarra gobiernan Navarra tras expulsar del censo de votantes a todo el que supusiese un obstáculo para sus planes”, explica Isabel San Sebastián. Hasta para El País el caso Alsasua “refleja los modos de una sociedad intolerante secuestrada todavía por la xenofobia y el silencio cómplice”. Por lo visto, Navarra es un lugar sin ley lleno de bárbaros. Y lo peor es que el próximo domingo votan otra vez.