Había contado Bakartxo Ruiz que el acuerdo programático firmado por PSN, Geroa Bai, Podemos e I-E recoge 73 veces la expresión “impulsar”, otras 26 “potenciar” y 21 más “promover” como prueba de la inconcreción del programa del nuevo Gobierno. Una ambigüedad seguramente calculada con cuatro años por delante en los que la prudencia invita a no exceder en compromisos que luego pueden quedar en la carpeta de tareas por hacer. Pero que para María Chivite no resta valor al compromiso de colaboración conjunta que han alcanzado los cuatro partidos que esta tarde la harán presidenta.

Porque el programa es la base de la acción gubernamental. Puede que buenista e inconcreto a veces, pero matizado lo suficiente como para marcar una dirección clara para los próximos cuatro años. “Acudo a esta tribuna con el mejor soporte posible, un acuerdo de contenidos”, subrayó la candidata nada más tomar la palabra para desgranar las principales líneas de acción de su futuro Gobierno. Medidas sectoriales a las que invitó tanto a EH Bildu como Navarra Suma, que desde la frontal discrepancia se quedan ahora en la oposición con una mayoría de bloqueo.

La futura presidenta admitió que el acuerdo que ayer llevó a la Cámara no cuenta con mayoría absoluta, pero defendió que supone “la mayoría más amplia que se ha podido construir atendiendo al mensaje que la ciudadanía dejó en las urnas” el pasado mes de mayo. “Navarra es plural, y esa pluralidad exige acuerdos entre diferentes para lograr un progreso y una prosperidad que permitan avanzar en la igualdad de oportunidades, en la cohesión social y territorial, en la innovación como eje del desarrollo”, argumentó Chivite, que abogó por que “esa diversidad que nos caracteriza, no sea utilizada como arma arrojadiza, sino como valor añadido”.

Haciendo de la necesidad virtud, la candidata socialista incidió una y otra vez en la necesidad de buscar acuerdos, y de hacerlo desde el reconocimiento de que Navarra “no es ni homogénea ni uniforme”. “No lo es ni desde un punto de vista social, ni territorial, ni ideológico. Ni debe serlo”, defendió Chivite, que ofreció un “compromiso claro con el respeto a la diferencia” y a la “prevalencia del interés general”.

Aseguró la candidata que el suyo será un gobierno “para toda la ciudadanía”, también para aquellos que no votaron a las fuerzas que apoyan al Ejecutivo porque, subrayó, “la ciudadanía quiere acuerdos”. “Y está demostrando una madurez democrática y una centralidad que choca con algunos posicionamientos políticos”, reprochó en clara alusión a Navarra Suma, y en especial a su candidato, Javier Esparza, con quien tuvo el cruce de palabras más agrio de la jornada. Poco que ver con el tono empleado con la portavoz de EH Bildu, que más allá de la tensión puntual por los ayuntamientos dejó abierta una puerta a la colaboración en el futuro.

Algo imprescindible para un Gobierno que reconoce a Navarra como “una comunidad plural”, y que rechaza “cualquier tentación de homogeneizar, de involucionar, de imponer”. “Los retos requieren de acuerdos, de consensos, de reflexiones compartidas desde la serenidad, el análisis certero y las propuestas valientes. Y requieren de un gobierno con mirada al progreso, con gran sensibilidad social, y que crea en la igualdad”, argumentó Chivite.

La futura presidenta habló así de “igualdad”, de “pluralidad”, de “centralidad” y de “transversalidad”, siempre con el “acuerdo” como principal valor político. Reclamó un “amplio acuerdo social y político en torno al euskera”; abogó por un pacto social por la educación pública; mostró el rechazó “explícito” a ETA y verbalizó la defensa del autogobierno, incluida la competencia de Tráfico, “desde la lealtad institucional”.

“Desde la convicción compartida de que el progreso para el bien común, las políticas innovadoras y de corte social en el marco de nuestra esencia foral, deben guiar la acción de las políticas públicas para que nuestra sociedad sea próspera y atajemos esas brechas, salariales, de género, territoriales, sociales, que significan desigualdad y que son injustas”, apuntó la candidata a la presidencia, siempre con el acuerdo programático como eje argumental, y con la mano tendida para lograr una mayoría de la que de momento, su Gobierno carece. “Estoy convencida de que la acción, las propuestas, contarán con amplios apoyos. Los trabajaremos día a día”, prometió la próxima presidenta del Gobierno de Navarra.

Políticas sociales. Priorizar las políticas centradas en las personas.

Desarrollo sostenible. Impulsar la Agenda 2030.

Convivencia. Apostar por los valores de la paz, la memoria, la convivencia y la deslegitimación de la violencia, reivindicando la pluralidad que, a todos los niveles, nos caracteriza, ya sea social, territorial, identitaria o sexual.

Igualdad. Apuesta desde un concepto transversal por la igualdad de género en todas las políticas públicas con el objetivo de erradicar todas las violencias y conductas machistas.

Derechos. Impulsar nuevos derechos de ciudadanía.

Transformación digital. Responder al reto de la transformación digital.

Servicios públicos. Apuesta por los servicios públicos de referencia desde los principios de universalidad, calidad y equidad.

Sociedad civil. Es fundamental la colaboración activa entre las instituciones públicas y la sociedad civil como factor dinamizador en esa búsqueda del bien común.

Modelo institucional. Respeto al modelo institucional, a nuestro autogobierno, desde la legalidad, la lealtad institucional y buscando avanzar en ese autogobierno desde la responsabilidad y la solidaridad con el resto del Estado, y mirando al proyecto europeo, del que también somos parte.

Realidad plural. Preservar y proteger la realidad histórica, cultural y social, incluyendo las lenguas propias de Navarra.