Pamplona - María Chivite ejerce ya con plenos poderes. La nueva presidenta del Gobierno de Navarra prometió ayer el cargo en un protocolario pero emotivo acto institucional celebrado en el Parlamento, donde firmó también los decretos de nombramiento de los 13 nuevos consejeros, que tomarán posesión hoy en el Palacio de Navarra. Han pasado poco más de dos meses de las elecciones, y más allá de las polémicas interesadas y el ruido mediático, sobre todo en Madrid, el relevo institucional se ha completado con total normalidad.

No es un hecho menor visto el panorama en otros lugares, lo que ofrece cierta perspectiva de optimismo al nuevo Gobierno, que arranca en minoría y bajo la presión de la derecha, pero con la confianza de que la nueva alianza política puede tener largo recorrido si logra prosperar esta legislatura. “Es un honor, una responsabilidad y un reto”, admitió la propia presidenta en un discurso que por momentos pronunció con la voz entrecortada por la emoción, pero con un mensaje claro de apuesta por “el diálogo y el acuerdo”, y “por alcanzar consensos especialmente en las materias más sensibles y que son nucleares para nuestra tierra”.

No lo tendrá fácil Chivite, que se va a encontrar en frente una derecha atrincherada dispuesta a buscar cualquier resquicio para avivar la polémica. Lo pudo comprobar ayer mismo, cuando algunos medios en Madrid rebuscaron en el pasado político de la consejera Itziar Gómez para asegurar, con la consiguiente difusión por parte de algunos integrantes de Navarra Suma, que había miembros de Batasuna en el nuevo Gobierno.

Porque a la mano tendida que ayer volvió a mostrar Chivite se encontró una vez más con el desprecio de una derecha herida en su orgullo. No hay voluntad de acuerdo y no parece que lo vaya a haber, al menos a medio plazo, por parte de UPN. Ni Miguel Sanz ni Yolanda Barcina acudieron ayer al acto de relevo institucional al que los representantes de Navarra Suma lo hicieron en soledad y de mala gana. Muchos ni siquiera aplaudieron las intervenciones oficiales. Javier Esparza se marchó sin hacer declaraciones.

Una nota pública tras el acto en el que amenaza al PSOE con el bloqueo institucional en Madrid fue la única respuesta de la coalición de UPN, PP y Ciudadanos, que ante la perspectiva de ocho años seguidos en la oposición ha optado por la confrontación total con el Gobierno de Chivite. Un escenario que le puede dar réditos a populares y naranjas en España, pero que deja a UPN sin margen de acuerdos en Navarra. Lo que puede tener consecuencias también en los ayuntamientos donde gobierna en minoría.

Porque mientras la derecha radicaliza su postura, los nuevos socios de gobierno empiezan a superar la desconfianza mutua heredada tras años en culturas políticas diferentes. La buena sintonía era evidente ayer entre los dirigentes de PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra. Y pese a las dificultades propias del momento, todos apuestan abiertamente por una alianza que puede alejar mucho tiempo a la derecha del poder en Navarra. Empezando por la propia Chivite, que en su intervención agradeció al Gobierno saliente “su trabajo esta legislatura”, y a la ya expresidenta Uxue Barkos “la buena disposición” mostrada tanto en el proceso negociador como en un traspaso de poderes que se ha desarrollado de forma tranquila y ejemplar.

Lo hizo además arropada por el PSOE, que pese a las dudas internas que ha podido tener durante todo este proceso defiende ya sin disimulo el derecho de su federación regional a liderar el Gobierno 23 años después. “El nuevo Gobierno navarro es fruto de un acuerdo político de futuro entre cuatro fuerzas políticas que, en su pluralidad, reflejan la realidad de la sociedad navarra representada en su Parlamento”, defendió el ministro de Política Territorial, Luis Planas.

Fue sin embargo el titular de Fomento, José Luis Ábalos, quien acompañó a Chivite en la tarima central del acto, haciendo valer sus galones como secretario de Organización del PSOE, mientras desde el público observaba el acto discreto pero sonriente Santos Cerdán, figura determinante de un proceso político en el que el PSN ha tenido que hacer frente a todos los fantasmas de su pasado. Superado el rubicón, los nuevos consejeros toman hoy posesión del cargo y aprovecharán el mes de agosto para formalizar equipos y retomar la actividad administrativa, que en la mayoría de casos seguirá una linea continuista con lo anterior. Arranca ya el Gobierno Chivite.