- La crisis del coronavirus también ha agitado la vida política. El Parlamento de Navarra celebró ayer la primera Mesa y Junta en cuarentena de la historia, la primera que se produce con un estado de alarma por emergencia sanitaria que obligó a una puesta en escena insólita en la Cámara. Sin presencia de medios y con las debidas precauciones, los portavoces de los grupos tuvieron que reunirse en el hemiciclo, el recinto que mejor garantizaba tanto la distancia de seguridad como la emisión por streaming de la rueda de prensa posterior, con las preguntas de los periodistas formuladas con anterioridad y por vía telemática.

Fue, por tanto, una sesión rara. Larguísima, de más de dos horas, y que fundamentalmente sirvió para aprobar el nuevo esquema de funcionamiento del Parlamento. Pero las preguntas estuvieron capitalizadas por las posibles consecuencias económicas, y las medidas para combatirlas. Los partidos, que como quien dice acaban de aprobar los Presupuestos (el proyecto vio la luz en el pleno del pasado 27 de febrero), ya asumen que las Cuentas se han quedado viejas: el gasto crecerá y habrá que revisar el capítulo de los ingresos, porque no será el mismo teniendo en cuenta el parón económico global.

Todavía hay inconcreción, pero todos apostaron por fórmulas expansivas: ayudas para pymes y autónomos, garantía de liquidez para empresas y que los extraordinarios gastos que se generen no lastren ni la regla de gasto ni el déficit. De momento, todo son peticiones. Pero el Gobierno foral ya se encuentra trabajando en un primer paquete que aprobará en su sesión de mañana y que tendrá en cuenta las necesidades de los sectores perjudicados con el objetivo de paliar los cuantiosos daños económicos.

Es algo casi inédito, pero en principio el Gobierno contará, en esta crisis, con el apoyo de los 50 parlamentarios. También el del principal partido de la oposición, Navarra Suma. Javier Esparza, portavoz de la coalición, mostró su apoyo al Ejecutivo, y en el plano económico hizo dos apuntes. Para amortiguar el colapso, los trabajadores tienen que contar con “directrices de seguridad claras, y las empresas con liquidez”. Por algo parecido apostó Ramón Alzórriz, del PSN: “Hay que ser ágiles, el panorama es muy cambiante, y hay que tratar de mantener un equilibrio: mantener la economía, siempre bajo las recomendaciones sanitarias”.

La que también dio por hecho que habrá que cambiar los Presupuestos fue Uxue Barkos (Geroa Bai). “Tanto por los gastos, que serán más, como por los ingresos, ya que a nadie se le escapa que habrá que revisar el crecimiento económico”. Para paliar el impacto, Barkos abogó por que el Gobierno piense en “liquidez para pymes y empresas”.

Bakartxo Ruiz, de EH Bildu, dio otro enfoque al problema. Consideró que la crisis económica que vendrá no podrá ser el motivo para un recorte de derechos laborales ni para que los paganos vuelvan a ser “los más débiles”. Es parecido a lo que dijo Mikel Buil, de Podemos: “Tenemos que ir hacia aflojar la austeridad, de aquí no se puede salir como en el 2008”. También Marisa de Simón (I-E) planteó que los “grandes esfuerzos financieros que habrá que hacer para los que paran al actividad” queden fuera del cómputo de la regla de gasto y el déficit.