- La única forma de afrontar el confinamiento para Unai Hualde ha sido hacerse una rutina. Como si todavía viviéramos en la normalidad de antes de la crisis del coronavirus. En su caso, es algo más fácil: como presidente del Parlamento de Navarra, acude semanalmente a la sede de la Cámara para presidir los plenos- hasta ahora se han celebrado tres con la asistencia de los portavoces, los miembros de la Mesa y algún representante del Gobierno-, lo que suaviza algo el aislamiento, pero el grueso del trabajo es, como el del resto de parlamentarios, telemático. “Empiezo a trabajar a eso de las ocho y media o nueve de la mañana, algo más tarde que de habitual, y estoy hasta las dos y media o tres. Después de comer, también trabajo por la tarde”.

En estos días marcados entre otras cosas por la sucesión de decretos exprés por parte el Gobierno, Hualde ha tenido que organizar las sesiones y cumplir con los protocolos para que todo tenga el visto bueno jurídico. “Un trámite que antes consistía en bajar un papel a una dependencia del Parlamento, ahora se alarga más al tener que hacerse de forma telemática”, reflexiona. Todas las validaciones que antes se hacían en poco tiempo, ahora se alargan: por ejemplo, firmas electrónicas de documentos oficiales. “En resumen, cuesta más hacer las cosas y hay mucho más que hacer”.

Natural de Alsasua, pasa la cuarentena en su domicilio de Pamplona junto a su pareja. Ahí tiene un despacho improvisado, desde donde también coordina las videoconferencias que hace el Gobierno con los grupos parlamentarios, las Mesas y Juntas telemáticas (se ha celebrado una cada tres días desde que empezó la crisis, un ritmo mayor al habitual) y también las actividades propias de Geroa Bai, su grupo parlamentario. En total, una jornada de trabajo larga y pegado al teléfono y el ordenador. “En la medida de las posibilidades, intento mantener una rutina para lo que podríamos decir días de labor y días de libranza. Lo hago un poco por salud mental”, reflexiona. Pero hay tanta necesidad de tomar decisiones rápidas que no siempre es fácil deslindar ambas rutinas. “A veces te arrastra la vorágine y el trabajo te ocupa las 24 horas del día”. El ritmo seguirá así, al menos, hasta el 26 de abril, cuando el Parlamento decidirá si levanta alguna de las restricciones motivadas por el Estado de alarma o sigue bajo mínimos.