arde de valores y emociones en el salón de plenos del Parlamento de Navarra, tercera edición de Hitzorduak, iniciativa promovida por el Foro Social Permanente. Diálogo cruzado entre víctimas de distintas violencias, protagonizado por cuatro mujeres: Naiara Zamarreño, María Jauregi, Belén Zabala y Olatz Etxabe, moderadas por Fernando Rey.

Abrió el acto la vicepresidenta primera de la Cámara, Inma Jurío, que reclamó “verdad, justicia, reparación y memoria para todas las víctimas de todas las violencias”. “La memoria es muy importante”, recordó Jurío, “porque tenemos que saber qué pasó”. Una memoria, dijo, “para la no repetición, inclusiva, pero sin equidistancias”. Finalizadas las introducciones llegó el momento de las víctimas, “reflejo de lo que nunca debió ocurrir ni tuvo sentido”, dijo Fernando Rey, el moderador. Cada una comenzó recordando aquel día y aquel momento, grabado a fuego, en el que les arrancaron violentamente a sus seres queridos. Comenzó hablando Naiara Zamarreño, hija de Manuel Zamarreño, concejal del PP asesinado por ETA en 1998 en Errenteria. Manuel llevaba un mes en el cargo, pero más de 6 meses de amenazas. Fue a comprar el pan con guardaespaldas, pudo haber ido ella. Una moto bomba segó la vida de su padre e hirió al escolta. Ella misma escuchó la explosión, pero se enteraron del desenlace leyendo el teletexto en la televisión. A partir de ahí, 15 años de duelo, silencio y miedo. Su primer hijo le cambió la perspectiva, y contar su historia en la radio en 2013. Fue una conversación con una persona que había sufrido torturas policiales y aquel diálogo fue un punto de inflexión. ¿Cómo no me va calar esa información. Si eres un poco humano, un relato así tiene que llegar a lo más profundo de una persona, y aquella conversación me cambió por completo, me dio voz y me animó a seguir adelante, y a escuchar historias de violencias diferentes, porque yo hasta aquel día había evitado todo tipo de contacto con la izquierda abertzale”. Zamarreño pidió “avanzar por las nuevas generaciones por un futuro con bases de convivencia firmes”. Denuncia la utilización política de las víctimas “para obtener rédito político”. Cree que “faltan palabras que desbloqueen conversaciones. Reclama a los “responsables políticos que en su momento apoyaron, justificaron y jalearon la actividad de ETA”. Esas personas “tienen que pedir perdón de una manera explícita”. Pide que desaparezcan los ongietorris que “generan dolor” y no son ejemplo de cultura democrática.

A Josu Zabala la Guardia Civil le mató de un tiro por la espalda en fiestas de Hondarribia en 1976. Mucho apoyo popular que no mitigó la impotencia, la rabia y la frustración por aquel hecho. El parte de defunción hablaba de muerte por peritonitis. El paso del tiempo le ha llevado a considerar que “los rencores y los odios no sirven para avanzar y hacer una sociedad saludable”. Belén Zabala se siente desamparada por la justicia a día de hoy, y sobre el pasado recuerda que “fueron unos años muy duros. Se torturaba sistemáticamente, pasaban los torturados por la Audiencia Nacional delante de abogados y forenses”. En esa dinámica situó ayer al actual ministro del Interior. “Mi juventud ha sido estar en la calle siempre reclamando justicia”.

María Jauregi, hija de Juan Mari Jauregi, gobernador civil de Gipuzkoa asesinado por ETA en el año 2000 en Tolosa, se enteró del desenlace del atentado por la radio. “Siempre me han enseñado a respetar los derechos humanos, a respetar al diferente, por eso nunca he sentido odio ni sed de venganza. El odio conlleva más dolor y sufrimiento. Mi padre luchó contra ETA, pero también trabajó para esclarecer los casos de tortura y los asesinatos del GAL. Tuvo que declarar contra Galindo y recuerdo que al llegar a casa tras el juicio dijo que no sabía quién lo iba a matar, si ETA o Galindo”. Jauregi recordó que para intentar cerrar heridas “es necesario saber la verdad y hay muchos casos sin esclarecer tanto de la violencia de Estado como de la violencia de ETA”. Y considera que el Estado “debe de reconocer que el GAL ha existido y pedir perdón y reconocer el daño que ha causado”, y subrayó la importancia de la autocrítica en los presos de ETA, o de torturadores o asesinos en nombre del GAL. Jauregi pidió en aras de una “política penitenciaria que busque la reinserción de las personas, volver a dar pie a los encuentros restaurativos. “El tiempo está pasando y este marrón no hay que dejar pasarlo a las generaciones futuras”.

También intervino Olatz Etxabe, cuyo padre fue asesinado por la Triple A en 1975, tenía 10 años cuando vio el cuerpo de su padre sin vida, y el giro que dio su vida. Las pesadillas recurrentes, la mudanza a casa de sus abuelos. A los tres años, en otro atentado, mataron a su tía y su tío Juan José resultó herido grave. Olatz lleva 30 años en los que no ha podido derramar “ni una lágrima”. “Te sientes con reconocimiento social pero no institucional”, pues no está reconocida ni como víctima, recordó,convencida de que “la sociedad va por delante de la política”.

Único grupo ausente. Estuvieron representantes de todos los grupos políticos a excepción de Navarra Suma. “Hay que insistir en el trabajo por la convivencia, y en eso tenemos que estar las instituciones”, destacó Inma Jurío, vicepresidenta primera de la Cámara, Fernando Armendáriz, miembro de Foro Social, pidió que todas las formaciones participen en el Plan de Convivencia, sin dejarse arrastrar por “posiciones ancladas en el pasado”.

“Mensaje a los políticos que no escucháis lo que no os interesa, hay que empatizar y avanzar”

Hija de Manuel Zamarreño

“Que se sepa la verdad de todos, que se haga una memoria inclusiva, queda mucho trabajo”

Sobrina de Josu Zabala

“Nos escuchamos poco unos a otros, es importante ponerse en la piel de otras personas”

Hija de Juan Mari Jauregi

“Hay que conocer todos los relatos para garantizar la no repetición

de lo sucedido”

Hija de Iñaki Etxabe