l Gobierno de Navarra ha presentado esta semana el anteproyecto de presupuestos para el próximo año. Tras el trámite administrativo habitual, y la protocolaria ronda de consultas con sindicatos y patronal, las cuentas públicas de 2021 llegarán el miércoles Parlamento para su debate y votación a finales de diciembre. Si nada se tuerce, Navarra volverá tener presupuestos.

No es algo menor. Aprobar las cuentas en tiempo y forma facilita el trámite administrativo, permite actualizar las prioridades de gasto y, sobre todo, aporta estabilidad. Un Gobierno con presupuestos es un Gobierno con mayoría en el Parlamento, y eso siempre es una garantía a medio plazo, sobre todo si las perspectivas son tan sombrías como apuntan algunas previsiones. En los próximos días EH Bildu y el Gobierno anunciarán un acuerdo que se da ya por descontado, y en el que falta por conocer el margen de influencia que la formación soberanista logra en un Presupuesto muy condicionado por la pandemia, y si su voto finalmente es de apoyo al Gobierno o abstención.

Las cuentas no obstante apenas aportan novedades importantes. El proyecto inicial incluye un aumento del gasto de 224 millones respecto al presupuesto de 2020, aunque la cifra es prácticamente la misma que finalmente se invertirá este año, en el que ha habido que actualizar todas las previsiones para hacer frente a una crisis social y sanitaria que dejó obsoleto el presupuesto apenas una semana después de su aprobación a finales de febrero.

La mayor parte del incremento se destina así a Sanidad, que tendrá casi 100 millones más que en el presupuesto anterior. También Educación (54 millones) y Derechos Sociales (40) ven aumentado el margen de inversión en línea con las prioridades que han tenido que afrontar los últimos meses. Desarrollo Económico (9), Vivienda (13) y Universidades e Innovación (10) son otras áreas que ven mejorado su presupuesto.

A fin de cuentas, la prioridad está donde está, y el dinero es el que hay. Además, el Gobierno ha optado por no apretar la clavijas en el ámbito tributario, donde ni en IRPF ni en Sociedades ha visto margen de actuación más allá de limitar las ayudas por los planes de jubilación privados y revisar la deducción por empleo. De hecho, las medidas más importantes en el ámbito fiscal van a suponer una menor recaudación, como la exención total del IAE o las reformas aprobadas con el presupuesto de 2020, justo antes de la pandemia, y que van a tener un impacto importante.

En cualquier caso, y pese a la caída de ingresos, se mantiene la política expansiva de los últimos años y se apuesta por mantener la inversión pública para evitar una contracción económica mayor. La dura crisis de 2008 ha servido de experiencia, y por ahora no habrá recortes de gasto. Al menos mientras el Estado, y en última instancia la Unión Europea, permitan seguir recurriendo a la deuda pública.

Porque Navarra volverá a cerrar el ejercicio con déficit, y será necesario aumentar el endeudamiento en 460 millones. Una cifra muy similar a la de este año, pero que con los tipos de interés bajos resulta asumible. De hecho, los intereses que habrá que pagar por los cerca de 4.000 millones de deuda pública volverán a bajar. Así que la situación financiera sigue siendo sostenible.

Es en definitiva, será un proyecto continuista para un año plagado de incertidumbres. Sin más margen de deuda añadida, el Gobierno fía el ejercicio a una recuperación económica rápida, que se traduzca en un crecimiento del PIB del 6,5% y un aumento del empleo del 1,8%. Un rebote que avalan los principales organismos, pero que la situación sanitaria invita a tomar con cautela. Las cuentas se diseñaron antes de las últimas medidas de restricción como el cierre de bares, cuyo impacto todavía está por testar. Y no está claro cuándo se podrá retomar una normalidad que, hoy por hoy, suena muy lejana.

Así que el proyecto de presupuestos nace marcado por la provisionalidad que ya ha vivido el ejercicio precedente, que se ha ido modificando sobre la marcha para hacer frente a una situación inesperada. Y lo hace además con un escaso margen de inversión con el que impulsar la recuperación económica. El Gobierno ha cifrado en 507 millones el presupuesto para el Plan Reactivar Navarra, pero no deja de ser un conjunto de partidas habituales en presupuestos anteriores que escapan poco de la actuación ordinaria de la administración, como la reparación de carreteras o las reformas en los centros de salud.

Las inversiones quedan así esperando a los fondos europeos. Ahí sí, el Gobierno de Navarra ha diseñado un ambicioso plan de actuaciones en ámbitos como la digitalización, la rehabilitación de vivienda, las energías renovables y diversas obras públicas. Algunos son proyectos antiguos y otros se han acelerados para la ocasión, que alcanzan una inversión total de 700 millones en tres años, con los que el Gobierno aspira a movilizar junto con la iniciativa privada unos 3.400 millones. Un empujón enorme para una comunidad pequeña como Navarra, pero que a día de hoy tiene demasiadas inconcreciones todavía. Porque ni los fondos van a llegar de un día para otro -con suerte lo harán para el segundo semestre de 2021-, ni lo van a hacer sin condiciones.

Es sin embargo la tabla de salvación a la que se agarra Navarra para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de una pandemia cuyo final sigue sin asomar en el horizonte. Así que mientras tanto solo queda resistir y minimizar los daños, esperando a que Europa facilite una salida rápida a una crisis que se empieza a parecer peligrosamente a la doble recesión de la década pasada.

Los presupuestos de 2021 priorizan los servicios públicos, sobre todo el sanitario, y tiran de deuda para evitar los recortes