José Miguel Etxeberria, “Naparra”, militante de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, desapareció el 11 de junio de 1980 y su asesinato fue reivindicado por el Batallón Vasco Español. La lucha de 40 años de su familia para encontrar su cuerpo es narrada por el escritor Jon Alonso Fourcade en la obra Naparra. Kasu irekia (Naparra, caso abierto). La obra, publicada por la editorial Elkar, “es un libro de investigación, un reportaje largo”, explica el autor pamplonés, quien trabaja como traductor en la Universidad Pública de Navarra.

“Naparra”, que en 1978 había huido a Francia, desapareció en Ziburu, en el país vascofrancés, cuando tenía 22 años. Su caso fue archivado en 2004 por el juez Ismael Moreno, pero la Audiencia Nacional lo reabrió en octubre de 2016 después de que la familia presentara nuevos datos sobre el lugar donde podría encontrarse el cuerpo de José Miguel, cuya familia no ha cejado en el empeño de buscar su paradero. Alonso decidió investigar la desaparición en parte por motivos personales: “Yo conocí a José Miguel de crío, porque éramos alumnos del colegio de los Jesuitas. Es alguien que has conocido y siempre te queda ese poso”.

“Se podría decir que es un libro de investigación, un reportaje largo en el que he manejado sobre todo fuentes escritas, hemeroteca, y he hecho entrevistas a personas que conocieron a José Miguel o que tuvieron trato con él en aquellos años. Es un trabajo periodístico”, afirma el escritor, que ha colaborado en diversos medios de comunicación y fue uno de los impulsores de la revista literaria pamplonesa Korrok en la década de los ochenta.

Han pasado ya cuatro décadas sin que el cuerpo de Naparra haya aparecido. La explicación no es sencilla. “Hubo una reivindicación del Batallón Vasco Español y la policía francesa hizo una investigación posterior, pero cerró el caso sin llegar a ninguna conclusión”, señala Alonso. El caso también se investigó judicialmente en España, “pero luego se cerró en 2004. Como no se llegó a ninguna conclusión ni se llegó a saber a ciencia cierta nada, quedó la cosa como un misterio”, lamenta.

¿Ha habido ocultación de información de las autoridades sobre este caso? Alonso se remite al dictamen de 2014 del Grupo de Trabajo de Desapariciones Forzosas de la ONU, que declaró a José Miguel Etxeberria “víctima de desaparición forzosa”. Se trata, comenta, de un delito que está tipificado en el derecho internacional con unos determinados criterios, uno de ellos, “que exista la connivencia de un Estado en la perpetración de ese delito, de manera directa o indirecta, y que ese Estado haga una ocultación de la información. Eso es lo que dicen las Naciones Unidas más que lo que digo yo”.

Respecto a la posibilidad de encontrar el cuerpo cuarenta años después, el escritor ha considerado que “hay que ser optimista en el sentido de que en algún momento se encontrarán los restos mortales”.

La familia del desaparecido intenta que las autoridades francesas permitan la búsqueda en un segundo emplazamiento ubicado en las Landas, pero han pasado más de dos años desde que se cursó la petición y todavía no hay contestación. “Es una espera muy larga y además muy cruel, porque la familia lógicamente lo que quiere es cerrar por lo menos esa posibilidad, saber a qué atenerse”, asegura Alonso, quien resalta que los allegados necesitan “poder cerrar de alguna manera el caso, poder acabar el ciclo del duelo”.

En este sentido, apunta que “es de admirar la perseverancia y la tenacidad” de la familia “por seguir teniendo el caso vivo” después de tantos años.

No obstante, señala que, al tener que esperar durante dos años la autorización para la segunda excavación en las Landas, “de alguna manera les han puesto en una situación en la que se reaviva el dolor. Al no llegar esa esperanza a ninguna conclusión, es otra vez revivir la ansiedad, es un poco revictimizar a la familia lo que está pasando en este momento”. “Te haces unas expectativas, pero cuando se alarga tanto en el tiempo a mí me parece francamente muy cruel”, asevera.