La Comisión Europea (CE) se aferró ayer a su estrategia de vacunación, pese a que con el anuncio de Austria y Dinamarca de que se proponen cooperar con Israel en la producción de futuras vacunas aumenta la brecha en la unidad mantenida hasta ahora entre los Veintisiete. Viena y Copenhague se suman así al abandono de la estrategia comunitaria emprendido por Budapest y Bratislava, que compraron dosis rusas Sputnik a pesar de que la Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas en inglés) las haya aprobado todavía. Además, Francia y el Benelux (la unidad política que conforman Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo mediante un acuerdo de cooperación) rechazan de entrada el pasaporte sanitario que va a proponer la Unión Europea (UE), un documento que acreditaría a los viajeros inmunizados.

“Lo que algunos países están estudiando es cómo preparar el futuro, en particular, a la hora de prepararse ante las variantes, que es algo en lo que nosotros ya estamos trabajando”, dijo ayer el portavoz del Ejecutivo comunitario, Eric Mamer, en respuesta al primer ministro austriaco, Sebastian Kurz, que criticó las demoras de la EMA en la autorización de las vacunas. Por eso, anunció que tanto su país como Dinamarca “dejarán de depender en el futuro de la Unión Europea”, porque cooperarán con Israel en la fabricación de los futuros fármacos que tengan que adaptarse a las variantes del virus.

Kurz, además, está buscando también apoyo en Rusia, ya que ayer habló con el líder del Kremlin, Vladímir Putin, sobre la posibilidad de recibir y producir una parte de la vacuna rusa Sputnik V. Y mientras Viena inició ayer los contactos con Moscú, Hungría y Eslovaquia van ya un paso por delante y han empezado a recibir dosis del fármaco ruso.

A principios de mes, Hungría, primer país de la UE en abrir una fisura en la estrategia comunitaria, obtuvo las primeras 400.000 dosis de Sputnik V, y a Eslovaquia llegaron ayer las primeras 200.000 dosis del fármaco.

Ante estas acciones individuales que han empezado a tomar algunos países de la UE, el portavoz de Sanidad del Ejecutivo comunitario, Stefan de Keersmaecker, salió ayer al paso diciendo que “siempre ha habido un gran apoyo al enfoque conjunto de la estrategia de vacunación, basado en la cooperación y la coordinación de los estados miembro”.

Bruselas quiso recordar ayer que la semana pasada presentó un nuevo plan para adaptarse a las variantes de la covid-19, que prevé aprobar con mayor rapidez los cambios que se tengan que introducir en las vacunas para adaptarlas a las mutaciones y adaptar los contratos firmados con las farmacéuticas.

Además, la CE confía en que el grupo de trabajo que ha creado para cooperar con los laboratorios contribuya a disminuir los cuellos de botella que existen hoy en día en la producción y la distribución de las dosis. Respecto a este punto, los portavoces de la Comisión dijeron ayer que el Ejecutivo comunitario está dispuesto a “aprender las lecciones” que se puedan sacar de la cooperación de Viena y Copenhague con Israel en la producción de vacunas.

Al tiempo, Mamer quiso contrarrestar las críticas que han surgido por el menor ritmo de vacunación que hay en la UE respecto a países como Israel, el Reino Unido o Estados Unidos. “La UE tiene 450 millones de habitantes y no alrededor de 10 millones, como Israel”, apuntó. “Hay que mantener cierto sentido de la proporcionalidad a la hora de evaluar el reto al que nos enfrentamos, en comparación con un país en concreto”, pidió el portavoz.

“La UE está compuesta por 27 Estados miembros, que tienen estructuras extremadamente diferentes, tanto administrativas, como en sistemas sanitarios o densidad de población, por lo tanto, no se puede escoger un modelo y replicarlo en la UE”, defendió Mamer.

1.500

Ante la desbandada de países de la estrategia de vacunación conjunta, Bruselas recuerda que tiene apalabradas ya 1.500 millones de vacunas de las farmacéuticas Pfizer-Biontech, Moderna y AstraZeneca para vacunar a 2.500 millones de personas. La cifra triplica la necesaria para vacunar a toda la población mayor de edad de los estados miembro.

La ministra de Exteriores belga manifestó así su rechazo al pasaporte sanitario, al igual que lo hizo el Gobierno francés.