Bel Pozueta Fernandez (21 de septiembre de 1965, Alsasua/Altsasu) ha aprendido una lección: en la vida no se pueden hacer planes. Las cosas pueden cambiar de un día para otro. Un día llevas una vida normal, al día siguiente tienes que denunciar una escenificación política en torno a la detención de tu hijo, y al otro eres diputada de EH Bildu en el Congreso. Pozueta mantiene la “ilusión” que le llevó a conseguir su acta en 2019, tiempo desde el que se han hecho cosas, pero no todas las que ella hubiese querido. “Hemos facilitado una alternativa, pero al PSOE le falta valentía para llevar adelante una agenda de izquierdas”. Así que avisa: “No daremos cheques en blanco”.

¿Qué balance hace de la primera mitad de la legislatura?

-Hemos sido capaces de condicionar un Gobierno alternativo a la derecha, aunque este Gobierno no es el que hubiésemos querido. De momento, no se han concretado políticas de izquierdas: todo ha sido, haremos, no es el momento, más adelante... Pero nos reafirmamos en la alternativa de izquierdas porque también ha sido una legislatura en la que la derecha y la extrema derecha han marcado baza.

Antes de recoger el acta, ¿se imaginaba una legislatura así?

-No. También es cierto que, en el momento personal en el que me encontraba, tenía muy claro que no podía proyectar demasiado a futuro porque la vida te trae otras cosas que te cambian totalmente de un día para otro. Yo tenía mucha ilusión, y creo que Navarra se merecía tener en Madrid la voz del cambio. Y, al menos como diputada, me toca a mí llevar esa responsabilidad.

¿Cómo interpreta EH Bildu la reciente reforma del Gobierno?

-Era algo previsible. Creo que tiene más que ver con el posicionamiento de Sánchez de cara al congreso del PSOE. Ojalá traiga concreción y más valentía para hacer políticas de izquierdas.

Ha subrayado ya un par de veces que al PSOE le falta cumplir con sus promesas.

-Mantenemos el mismo planteamiento que en campaña: que nadie piense que EH Bildu da cheques en blanco. La paciencia se agota. Han pasado dos años, nos queda otra mitad, y ya está llegando el momento de concreciones, de hacer movimientos con recorrido a largo plazo.

¿Qué cuestiones de la agenda navarra podría poner en marcha ya el Gobierno?

-Las transferencias. Tráfico, por ejemplo, se promete pero no se concreta. Hay transferencias pendientes en el ámbito universitario, la propia ley penitenciaria... La sensación que tenemos es que la pandemia ha provocado una tendencia recentralizadora.

¿No viene de antes esa recentralización?

-A veces, en Madrid, pides un currículum escolar propio y te dicen: que eso no es importante, que lo importante son otras cosas, eso son pequeñeces. Y para nosotras eso no son pequeñeces. Es importante que podamos decidir sobre las Bardenas, por ejemplo. Nos dicen: ¡si sois cuatro y un tambor! Si nos dejaran informar sobre las implicaciones que tiene el Polígono de Bardenas en la política militarista, muchos se opondrían, también votantes del PSOE. Pero yo siempre digo que el PSOE está muy condicionado por su visión estatal, por su visión de España.

¿Tiene la sensación de que las peticiones de autogobierno se ven cada vez más como veleidades independentistas?

-El PSOE, cuando ha tenido que posicionarse, se pone del lado del 155, de la España grande y libre. La Constitución limita a los pueblos, no se trata de delegar competencias sino de reconocer la soberanía de los territorios. EH Bildu tiene claro que los pueblos del Estado tenemos el derecho legítimo a la autodeterminación. Nuestra lucha va por ese camino, que es el camino que ha abierto Catalunya. ¿Que en algunos momentos se ha ido más rápido? ERC ha adoptado ahora otras maneras, mostrar desde los consensos a ver qué es posible. Quizá los referéndums tendrán que ser legales o no legales pero hay que escuchar al pueblo.

¿Qué le parecen los indultos?

-Una tirita. A Catalunya lo que hay que darle es voz. El pueblo catalán ha superado el marco de la Constitución, y hay que darle una respuesta adaptada a las necesidades del pueblo catalán. Al pueblo catalán ya no le puedes convencer con más competencias, o con la promesa de llevarles unos Juegos Olímpicos. Es que eso lo tienen superado. Hay que darles voz.

¿Estos dos años le han permitido conocer mejor España?

-Tenía más o menos una fotografía de cuál era la realidad. Este tiempo me ha dado para conocer mejor a una izquierda española que es muy centralista. Y nos reunimos en comisiones, y a veces chirrían argumentarios de Podemos. Pero estoy conociendo a personas de Podemos gallegas o asturianas que tienen claro que es importante cuidar y reconocer lo que tenemos. Quizá a los diputados canarios no les tenía tan localizados... Pero en general no me ha llamado nada la atención, porque ya tenía una fotografía. Este tiempo me ha permitido, si acaso, ver la diversidad que hay entre los soberanistas catalanes.

¿Cómo ven a Navarra?

-Cuando planteo lo que planteo, quienes van a salir a la contra enseguida son los de Vox. Me ha pasado, en comisión, tener al lado a Ortega Smith y ver que se pone loco. Ya no me llama la atención que lo que nos respondan siempre es que Euskal Herria es una entelequia. Que, por otra parte, es lo que también nos dicen Adanero y Sayas (UPN).

¿UPN hace mucho seguidismo de Vox?

-Basta con ver cómo Vox aplaude a UPN, cómo les dicen: eres mi diputado favorito, la próxima vez vas a ser de Vox. Hay una complicidad y un compadreo... Adanero y Sayas son claramente diputados de Vox. Hay que ver cómo se saludan, qué piropos se echan, y no tomándose un café. UPN me responde lo mismo que Vox. Se ha intentado relacionar la realidad de Euskal Herria con cuando ETA existía. Eso dio réditos, hoy ayuda a generar confrontación y en última instancia sigue dando votos.

Salen ustedes y solo se les responden con ETA.

-Nos dicen barbaridades, y eso se ha normalizado. Hay mucha permisividad por parte de la presidenta del Congreso. Eso alimenta el odio hacia nosotros.

¿Le da la sensación de que en el Congreso se habla mucho más de ETA que en la calle?

-Totalmente. Tú alimentas un enemigo: el joven inmigrante, la persona trans, el filoetarra. Son enemigos para cohesionar su grupo, y acercar más personas a sus filas. Más que realidades, son elementos que ellos utilizan para hacer fuerza.

Adquirió el acta en un momento en el que usted era la cara visible de Altsasu Gurasoak.

-El otro día, en la playa, se me acercaron dos chicos y me dijeron, somos de Irun, estuvimos en la mani, ¿qué tal los chavales? Nos pregunta muchísima gente. Tuvimos una suerte tremenda, porque nos hemos sentido acompañados. Dentro de toda la desgracia que ha sido, hemos tenido una fuerza tremenda.

¿Ver que no estaban solos, le ayudó a llevarlo? Porque claro, habían metido a su hijo en la cárcel.

-Sin duda. Salgo de mi casa y todos los días me preguntan. Pasa el tiempo y sigue igual. El tema llegó a las tripas de la gente. Hace dos semanas, mi hijo estuvo en una charla en Oteiza de la Solana y al salir me dijo: yo no entiendo por qué nos dan tanto. En nuestro caso, todo el mundo ha visto que era una construcción interesada para generar movimientos políticos.

Hace un tiempo dijo que en el Congreso tenía ganas de mirar a la cara a quienes se habían reído de ustedes.

-Soy algo bastante más que la madre de uno de los chavales de Altsasu. Soy diputada de EH Bildu por Navarra. Llega un momento en el que dices: vamos a hablar de la ley trans, de la ley de memoria.

Usted está ahí porque le votaron 45.000 navarros.

-Para nada quiero que me vean como una víctima. No me mueve para nada el rencor. El rencor es un cáncer, no merece la pena. Ni se me pasa por la cabeza.

¿Cómo ve la situación política en Navarra?

-Me he fijado mucho en cómo está el tema del euskera. Que hoy en día el PSOE dé esa respuesta a la realidad del euskera me parece abominable. No entiendo que no esté afrontando la cuestión como algo de Derechos Humanos. A un hecho cultural que es navarro, que se le pongan esos límites y no se reconozca... Cuando el PSN hacía tándem con UPN crearon un monstruo. Y ahí es donde el euskera lo utilizaron de manera clara para ir contra un sector político. Eso daba votos, y hoy en día al PSN le sigue faltando valentía para cambiar.

El PSN dice que con el euskera pierden la Ribera.

-Han alimentando el monstruo. El PSN, que se ha liberado de ese tándem que tenía con UPN, sin embargo en esto vuelve a coaligarse y sigue en la misma historia. Cómo un partido de izquierdas, con un planteamiento amplio, puede estar alimentando esto.

¿Qué salida le ve a esto?

-Leía hace poco una nota de Eusko Ikaskuntza. Ellos abogan por el conocimiento: cuando no conoces, es más fácil oponerte. Conocer qué es la lengua del euskera, dónde surge, qué raíces tiene... qué de navarro tiene el euskera. Hay que entender y desde el conocimiento llegar a consensos. Por ahí va el tema: cuando se trata de llegar a consensos, generalmente todos tienen que dejar algún pelo en la gatera. Por ahí va el camino.

Con las actuales posiciones, parece imposible.

-Alguien tiene que ir regando ya, tiene que ir haciendo lo que se conoce como el sukalde lana, el trabajo de cocina.

Cuando habla de cocinero, ¿le viene a la cabeza alguien o está pensando en algún actor político concreto?

-No. A veces parece que hay diferencias insalvables, y hasta en las situaciones más enquistadas se pueden sacar acuerdos en claro. Creo que el tema del euskera en Navarra necesita de buenos cocineros. Vamos a ganar en convivencia, en cultura y en reconocimiento de lo que somos.

¿Qué más ve?

-Que hay una política fiscal insuficiente y que hace falta dinero para revertir una política de recortes determinada. Al PSN, como al PSOE, esa valentía le falta.

Aquí, como en el Estado, ¿la paciencia se acaba?

-Hay que comprometerse con más cosas. De cara a futuro veo una centralidad en el tema de los cuidados. Van a tenerse que hacer políticas claras para este tema, para dignificarlos. Se tira mucho de privatización, es un empleo muy feminizado y muy precario. Vamos a necesitar claramente marcar las líneas, pero siempre dentro de lo público