En el marco de la presentación de su nuevo libro, Política para adultos (Plaza & Janés, 2021), el expresidente español Mariano Rajoy ha propiciado una de las imágenes más esperadas en el hervidero político, el reencuentro 40 días después entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, cuya espiral de desavenencias crece exponencialmente en las filas del PP. Previamente, y sin querer hurgar en la polémica, el exlíder popular, fiel a su estilo comunicativo y de lenguaje, se ha limitado a vaticinar que “cosas como estas acabarán arreglándose”. Una foto que en lo personal le ha hecho “especial ilusión” por contar con el presidente de su partido y con “una figura tan reconocida como Ayuso”. “Personalmente me alegra”, ha despachado Rajoy. Ahora bien, la situación ha sido tan forzada que la relación entre ellos se ha visualizado distante y fría pese a las sonrisas de rigor.

Difícil pensar una estrategia mejor para promocionar algo. La nube de cámaras que esperaban a los invitados a las puertas del Casino de Madrid solo ha sido comparable a actos de gran pompa o a las puertas de los juzgados en una causa de enjundia. La instantánea se ha captado pero los gestos de distensión no han sido demasiados, los justos. "El Papá Noel Rajoy obró el milagro de la Navidad", ha bromeado Carlos Herrera, el periodista próximo ideológicamente al partido y que ha ejercido de maestro de ceremonias. "Como el que reúne a parte de la familia que no se ve, no porque no se quiera ver, no porque no se pueda ver, sino porque las circunstancias son lo que son", ha afirmado.

Una foto complicada

Rajoy ha llegado el primero. Muchos de sus ministros y su vicepresidenta se han acercado: Soraya Sáenz de Santamaría, Juan Ignacio Zoido, Iñigo Méndez de Vigo, Íñigo de la Serna y Ana Pastor, que sigue de diputada en primera línea. Después aterrizó el alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, y Ayuso. En último lugar, Casado. Después de hacerse la de rigor por separado con el escritor, en la foto de familia se ha visto cómo Rajoy invitaba a la presidenta madrileña a colocarse al lado de su jefe y ella, según ha asegurado después a sus asesores, ha hecho lo que a la vez le estaba diciendo la encargada de protocolo: que él, Rajoy, como anfitrión era el que debía estar en medio. Una especie de cobra. La fila 0 ha sido igual de compleja. Elvira Fernández, la esposa de Rajoy, ha realizado la labor de mediación y se ha puesto entre Casado y Ayuso. Y el alcalde, Almeida, al lado de la lideresa.

Con anterioridad, Rajoy ha preferido callar en otros asuntos circundantes, como en la forma de recuperar votantes que se fueron marchando a Vox. “El sentido común me dice que debo estar callado”, ha indicado en la cadena Cope, aunque ha afirmado que el PP “siempre fue la moderación española” y que “va a gobernar después de las próximas elecciones”. “No sé con quién y cómo”, ha aclarado, haciendo hincapié en que el PP “tiene que actuar como siempre, con responsabilidad y seriedad”. La fuerza de ultraderecha, que acaba de formalizar un pacto presupuestario con Ayuso en la Comunidad de Madrid, no ha sido nunca del agrado de Rajoy, que aboga por un estilo como el de Alberto Núñez-Feijóo. Como otros dirigentes del PP, ha atacado al Gobierno de Pedro Sánchez por depender de partidos como EH Bildu y ERC. “Así es muy difícil pedir al PP que llegue a acuerdos de país”, ha dicho.

Loas al emérito

Rajoy ha aprovechado para glosar la figura del rey emérito Juan Carlos I a pesar de los escándalos que le rodean. Ha destacado que “si de mí dependiera seguiría en España”. “Es un atropello. Nos hemos acostumbrado a vivir en un ambiente inquisitorial. Fue el artífice de la Transición a la democracia, tuvo todo el poder y se lo cedió al pueblo español. Y hay que recordar que ni ha sido imputado ni ha sido condenado por las cosas de las que se le acusa. Hagamos un juicio global. Yo creo que la Historia le pondrá en su sitio”, ha argumentado.