Arturo Puente (Estella, 1988) afirma que “la inmersión lingüística fue en su día “una conquista obrera”. Puente, que como navarro no tuvo “la oportunidad” de aprender euskera, y que defiende que “la lengua vasca es parte de nuestro patrimonio cultural, cree que en Catalunya se lleva “a gala” la estima del catalán. Un aprecio que Navarra “debería importar”, aunque observa grietas en el modelo de inmersión catalán en doble dirección, por lo que apuesta por un debate más abierto.¿Le sorprende este nuevo episodio en torno a la inmersión?

-No. Desde el punto de vista judicial, todo viene de la primera sentencia del Estatut, pero después ha habido sentencias reiteradas del Tribunas Superior de Justicia de Cataluña siempre imponiendo un porcentaje de un 25% de castellano, y últimamente ya en escuelas concretas, a petición de padres. En este último caso han sido unas medidas cautelares, no una sentencia, lo cual cambia un poco la magnitud de la cuestión. No son muchas las peticiones, decenas, no más. Otra cosa es la derivada política, que ha sido muy furibunda por parte de la derecha.

Hay quien protesta porque las sentencias están para cumplirse.

-Sí, es evidente. También es cierto que hasta que los jueces no señalan la escuela y los grupos concretos en que este 25% tiene que darse, siempre se entiende que hay autonomía de los centros.

¿No hay carácter general?

-Seguro que encuentra algún jurista que le diga que sí, y seguro alguno que le diga que no. Aquí hay una controversia jurídica en la que yo no sé discernir. En este caso concreto de Canet, el Tribunal habla de una clase concreta que tiene que dar un 25% de clases en castellano.

Fuera de Catalunya se puede pensar que un 25% no va a ningún lado. ¿El temor es que sea la puerta a un cambio de modelo?

-Hay que recordar algo que a veces cuando hablo con mis familiares en Navarra no lo tienen en la cabeza. Piensan que toda la enseñanza es en catalán. No, hay una asignatura troncal que es en castellano. Este porcentaje puede ser de un 15 o un 20%. Así que estamos hablando de subirlo muy poquito en realidad.

Como media asignatura más.

-Sí, o una asignatura pequeña. Luego mucho la gente pro inmersión, que es la mayoritaria en las comunidades educativas, se suele quejar mucho de que la inmersión en la práctica la verdad es que no es así, por diferentes razones.

Aulas de acogida...

-Y no solamente, hay muchas zonas de Catalunya muy castellanoparlantes, donde el profesor puede hacer la clase más o menos en catalán, pero con preguntas y respuestas en castellano, y en el patio se habla en castellano. Muchos padres dicen que la dificultad es que los chavales salgan, en según qué zonas, con la competencia completa en catalán, que la competencia completa en castellano está garantizada en todos los sitios. Así que mucha gente ve ese 25% un porcentaje arbitrario que no responde a criterios lingüísticos. Después, está la idea de que ya no es un consenso de la comunidad educativa o del Parlament de Catalunya, sino que es algo impuesto, y dicen ellos, desde fuera.

“El deber de conocimiento de la lengua catalana no puede ser entendido como obligación jurídicamente exigible con carácter generalizado”, interpretó el Tribunal Constitucional en 2010. Al contrario que el castellano.

-Sí, fue la sentencia del Estatut, que sitúa dos planos. Siempre es lo mismo, cómo hemos adulterado la Constitución para decir que hay la lengua oficial y las lenguas cooficiales, cuando esto, en el espíritu constitucional no es así. En los territorios donde se hablan dos o más lenguas, las dos son cooficiales. Una interpretación que yo creo que va en contra del espíritu original, porque la Constitución sobre las lenguas minorizadas dice que tienen que gozar de especial protección. Por tanto, si es así, precisamente la inmersión lingüística es una de las herramientas para la especial protección.

La escuela es un ámbito.

-Las escuelas catalanas son de los poquitos ámbitos sociales donde el catalán es predominante. La raíz de la inmersión lingüística es que es la única forma de normalizar las dos lenguas.

Se defiende la inmersión por la igualdad de oportunidades y la vertebración para la convivencia. Al mismo tiempo, la relevancia de Ciudadanos fue síntoma identitario latente en parte de Catalunya.

-Hay una mayoría social partidaria de la inmersión, esto es impepinable, y una mayoría en el Parlament. Ahora bien, lo que en su día fue un consenso acaparador, de casi el cien por cien, hoy se ha empezado a resquebrajar. Esto tiene mucho que ver con la protesta respecto al procés. Mucha gente se ha sentido expulsada de una idea de Catalunya, o al menos quería protestar frente a esa idea que no era la suya. Hay síntomas de agotamiento del modelo, para mí clarísimos, y también por el otro lado.

¿En qué sentido?

-Hay un sentimiento creciente en una parte de la sociedad catalana con mucha militancia por la lengua, que dice que si está perdiendo uso social, algo que reflejan los datos, es porque la inmersión no está funcionando bien. Aquí hay quien aboga por hacerla más fuerte. Todavía no es un debate el modelo de dos líneas de otros sitios del Estado, pero empieza a asomar.