- Desde el inicio de la campaña militar en Ucrania hace un mes, Rusia ha sido objeto de sanciones occidentales sin precedentes, su economía ha entrado en barrena, empiezan a escasear las medicinas y otros productos básicos, ha aprobado leyes contra la libertad de expresión y bloqueado redes sociales. Es la “nueva realidad” en la que viven los rusos desde el 24 de febrero.

Mientras la popularidad de Putin ronda el 80%, un cuarto de millón de rusos ha optado por exiliarse a la espera de tiempos mejores, según fuentes independientes. Putin llamó “guerra relámpago” a la andanada de sanciones occidentales que han aislado su país hasta límites insospechados y le obligaron incluso a suspender durante casi un mes sus actividades bursátiles. Y es que el sistema bancario ruso fue excluido del sistema de comunicación interbancario internacional SWIFT y las reservas de oro y divisas rusas en el extranjero fueron congeladas.

Las sanciones afectan casi a cada sector de la economía rusa, incluido a los oligarcas que apoyan al Kremlin pero tienen numerosos activos en Occidente. Ellos pagaron los primeros platos rotos, aunque los que más lo notarán a largo plazo serán los rusos comunes. Y es que el productor interior bruto se contraerá y la inflación supera ya el 12%. Las marcas occidentales, Apple, Ikea, Lego o Volkswagen, han abandonado en cascada el mercado ruso, lo que dejó a no pocos rusos sin trabajo. Las autoridades han reconocido que la contracción económica provocará un aumento del desempleo. Según informó ayer el Gobierno, casi 60.000 rusos perdieron el trabajo debido a las sanciones en lo que va de mes de marzo, a lo que hay que sumar casi otras 14.000 empleados que están de vacaciones sin salario.

Que Putin es un hombre de la era analógica es un secreto a voces, al igual que los planes del Kremlin de construir una Gran Muralla digital como la china. Después de ralentizar Twitter y multar a los gigantes tecnológicos por su apoyo larvado a la oposición democrática, la Justicia rusa fue más lejos al prohibir esta semana las actividades de Facebook e Instagram.

Además, el jefe del Kremlin promulgó el 4 de marzo una ley que castiga con graves multas y hasta 15 años de cárcel la difusión de “información falsa” sobre el Ejército ruso y los llamamientos a adoptar sanciones contra el país. La única fuente de información es la televisión pública y el Ministerio de Defensa, que no informa de bajas en sus filas desde el pasado 2 de marzo.

Una de las primeras secuelas indirectas de la intervención rusa fueron las colas en las farmacias de Moscú y es que a los pocos días comenzaron a escasear la insulina, las medicinas para enfermo crónicos y los fármacos para bebés y embarazadas.

Además, en los supermercados hay escasez de productos básicos como “grechka” o trigo sarraceno -alimento fundamental en la dieta de los rusos-, azúcar y papel higiénico, y los precios de algunos artículos se han disparado ante el repentino aumento de la demanda. Putin ha ordenado al Ministerio de Agricultura que coordine con las autoridades regionales las medidas necesarias para reducir las actuales tensiones en el mercado de alimentos.

La economía caerá un 7,3%. La economía de Rusia caerá un 7,3% en el año 2022, estimó ayer la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNCTAD) en su informe actualizado de previsiones. Hace seis meses, la ONU preveía que la economía rusa aumentaría un 2,3% este año, pero dadas las consecuencias económicas de la guerra ha decidido bajar esta previsión en 9,6 puntos y vaticina que Rusia será el más afectado por las consecuencias económicas de la guerra.