Bilbao - Las víctimas no están solas. Eso quedó claro ayer en la concentración llevada a cabo en Deusto en la que cientos de personas dieron apoyo y respaldo a los exalumnos del Colegio Salesianos de Deusto que denunciaron haber sufrido abusos sexuales y físicos cuando eran niños de entre 8 y 12 años.

Las personas que denunciaron al exprofesor José Miguel San Martín -que suman ya una veintena- no asistieron a la concentración o no quisieron ser protagonistas de ella, pero a través de amigos y compañeros que conforman el grupo de apoyo hicieron llegar su testimonio a la sociedad bilbaina. “¡Se acabó el silencio!”, dijeron ayer bien alto y claro.

También quisieron agradecer la presencia de tantos compañeros, familiares y vecinos, así como sus muestras “de apoyo y cariño después de tantas décadas sintiéndonos solos”. “Todos sabíamos que no éramos los únicos. Lo intuíamos. Pero la vergüenza, el miedo y la culpa se han ocupado de imponernos la ley del silencio”, dijeron antes de confesar que durante todo el tiempo transcurrido entre el momento en que se produjeron los abusos -“entre finales de los 70 y finales de los 80”- hasta ahora, cuando han puesto los actos en conocimiento de la Ertzain-tza, la justicia y la sociedad, han vivido acompañados por la soledad, el miedo, la vergüenza y la culpa.

Ayer, sin embargo, la soledad acabó. Muchas personas se situaron frente a una pancarta con el rótulo La verdad no prescribe y mostrando en alto carteles con este lema e Inpunitaterik ez, permanecieron en silencio durante quince minutos. Así el silencio que durante tantos años se cernió sobre los abusos y propició su impunidad se transformó ayer en un silencio reconfortante y de respaldo a las víctimas.

A través de sus portavoces los exalumnos afectados afirmaron que les mueve “pensar que puede haber víctimas más recientes”. “Quizás alguno que ha participado en esos campamentos de verano del Grupo Aldekoa, y está asustado o asustada, sin comprender qué ha sucedido. Si esto es así, queremos decirte a ti, a tu familia, que lo que te ha sucedido es horrible, que quizás el crimen que has sufrido no esté prescrito y que, por supuesto, cuentas con todo nuestro cariño y apoyo incondicional”, afirmaron para animar a esas posibles víctimas a denunciar. “Si, en última instancia la justicia no pone las cosas en su sitio -dijeron-, será la sociedad quien lo haga”.

Saber la verdad Reconocieron que también les mueve “la sed de verdad” y que contar su caso les “está quitando un gran peso de encima”. “Queremos saber la verdad. Limpiar. Ventilar la habitación y que entre aire fresco. De alguna manera, dar a conocer la verdad y que se reconozca, sin excusas ni ambigüedades por parte de nadie, contribuye a reparar nuestro daño y el daño que esto hace a la sociedad”, dijeron.

A través del comunicado leído en la concentración las víctimas desvelaron que “muchos de nuestros familiares se están enterando estos días de lo ocurrido y se sienten muy culpables por no haberse dado cuenta de lo que estaba sucediendo”, pero también aclararon que “aquí los culpables son otros”.

Las víctimas expresaron su dolor, tristeza y decepción “con la institución salesiana” y recordaron y agradecieron la valentía de algunos padres que acudieron a la dirección del colegio para denunciar lo que les pasaba a sus hijos. “Desde aquí nuestro reproche a los Salesianos. La ambigüedad nos hiere. Nuestras familias depositaron su confianza en vosotros. Nos merecemos claridad y contundencia, no solo respecto a las medidas que debéis tomar para que esto no vuelva a suceder, sino también respecto al reconocimiento de la verdad. Teníais conocimiento de los hechos y corristeis un tupido velo”, les reprochan.

Las víctimas también emplazaron a “los políticos” y a “quienes tienen responsabilidad a la hora de legislar” para que afronten un cambio legislativo “claro y nítido” para que “estas aberraciones no prescriban”. “La infancia es la cara más vulnerable de la sociedad. Todos y todas, pero vosotros en especial, tenéis el deber de proteger a nuestros niños y niñas”.