vitoria - Natalia Hernández Aragón (Tuxtla-Gutiérrez, México, 1979), que forma parte de la asamblea de mujeres que está articulando el 8-M en Gasteiz, avanza algunas claves de la inminente huelga feminista, que tratará de seguir la estela de la histórica movilización del año paso. La activista echa la vista atrás, analiza los frutos de esa lucha y pone sobre la mesa qué cabe esperar del próximo Día internacional de la mujer.

¿Qué recuerdos le vienen a la cabeza cuando piensa en la movilización del 8 de marzo de 2018?

-Bufff... (se lo piensa). Se me enchina la piel. Fue algo impresionante. Por lo menos para mí, no ha habido un movimiento de mujeres tan grande, no sólo en el Estado español sino a nivel mundial, como el del año pasado. Fue una respuesta y un gritar ya basta que no va a tener otro parangón en la historia. Además, recuerdo que fue el primer año que toqué en la batucada feminista en Gasteiz. Fue un día de sentirte arropada y de emociones compartidas, de sentir ese hastío, de decir que estamos hasta el gorro de todo lo que está sucediendo.

Mucha gente calificó aquel día como un punto de inflexión para la lucha por la igualdad. ¿Lo comparte?

-Realmente diría que fue un punto de ruptura, además en todo movimiento social en general. Nunca ha habido uno tan grande, tan lleno de vida y de humanidad como el movimiento feminista, algo que pudo verse claramente entonces.

¿Qué efectos tuvo en la práctica aquella gran movilización?

-Ayudó sobre todo a visibilizar la situación no solamente laboral, que es súper importante, sino la situación de desigualdad que existe en la vida cotidiana de todas las mujeres. En cuestión de salud, de pensiones, de acceso a una educación o a un empleo digno... Sirvió para visibilizar todos estos detalles que nos parecen tan normales pero que realmente no lo son, porque suponen un sesgo para el desarrollo integral de las mujeres. Sirvió para decir que estamos aquí y que no nos vamos a ir. Es importante esa visibilización, porque a fin de cuentas, si algo no se nombra no existe.

Viendo lo que sucedió hace justo un año, ¿será complicado repetir el mismo éxito?

-No creo que lo importante sea repetir el éxito, sino más bien continuar con este trabajo. El año pasado fue como un hartazgo general, pero éste es ese hartazgo sumado al trabajo de reflexión y de análisis que ha habido durante todo este año. Y de ir creciendo. No es tanto vamos a ser las mismas, sino vamos a estar más informadas y preparadas, sabiendo mejor hacia dónde queremos caminar. Estamos trabajando por cambiar este sistema. El año pasado fue un alto, un estamos aquí. Y éste va a ser un seguimos aquí y estamos trabajando para... Porque el feminismo es una lucha permanente. Es una opción de vida, no algo puntual o por un periodo de tiempo.

Este nuevo 8 de marzo llega en pleno rearme de las posiciones más reaccionarias de la sociedad contra el feminismo. ¿Cómo valora el auge, por ejemplo, de la extrema derecha?

-En todos los movimientos a lo largo de la historia, cuanta más organización alternativa al sistema hay, más se golpea al sistema. Por eso, este año va a ser bastante importante tener un posicionamiento claro dentro de este boom de la extrema derecha que, realmente, está siendo a nivel mundial.

¿Por qué es necesario repetir esta gran movilización feminista?

-Hay muchísimo trabajo por hacer tanto a nivel laboral como judicial, de crear políticas nuevas y órganos que defiendan y representen a la mujer... En todos los ámbitos de la vida. Como ya he dicho, hay que cambiar totalmente el sistema. Este año hemos visto por ejemplo de manera alucinante cómo la justicia sigue siendo patriarcal y sigue reproduciendo esos esquemas de heteronormatividad.

De nuevo será una huelga no sólo laboral y estudiantil, sino también de consumo y cuidados.

-Sí. Hay que recordar que la movilización va a tener cinco ejes: El de consumo, que me interesa mucho porque no sólo se trata de no consumir, sino de repensar de qué manera estamos consumiendo, qué hay detrás de ese consumo, quién está produciendo y bajo qué circunstancias de explotación. Y en quién recae eso, que es sobre todo en las mujeres, y de qué territorios, qué relaciones de poder se crean para que nosotros podamos consumir. Los otros cuatro ejes son los cuidados, el trabajo, estudiantes y pensionistas, que en este último caso también es muy importante porque se trata de garantizar una pensión digna para las mujeres. Conozco mujeres que viven de la pensión de viudedad de sus maridos, no de una pensión propia, y esto tiene que cambiar.

La socialización de los cuidados que precisamente muchas de esas mujeres mayores ejercen va a ser una de las grandes reivindicaciones. ¿Por qué se ha querido incidir en ella?

-Queremos visibilizar este trabajo porque es uno de los más golpeados. Todos hemos recibido y hemos dado cuidados en cualquier etapa de nuestra vida, pero tiene que ser una responsabilidad social, de todos. No sólo de las mujeres, porque no es una obligación nuestra, sino de la sociedad en general. Este punto en concreto es bastante importante esta vez. Como todo es transversal, al no haber una socialización de esos cuidados, al final recaen en las más desprotegidas, que son las mujeres. Y sobre todo en las inmigrantes, que no tienen contratos, seguridad social ni papeles regularizados y les pagan una miseria. Esto repercute en su calidad de vida y es importantísimo.

¿Qué le diría a una mujer que, aun teniendo la libertad de secundar la huelga, a día de hoy se lo está pensando?

-Qué le diría... (se lo piensa) A mí me choca cuando algunas mujeres todavía dicen que el feminismo no les representa, o que no apoyan una huelga feminista. Porque todos los derechos, todas las libertades que tienen actualmente, han sido gracias a que otras mujeres se han levantado antes y han luchado por ellas. Entonces no puedes decir que no perteneces al feminismo. Gracias a él estás viva, tienes trabajo, tienes libertades y puedes hacer muchas cosas. ¿Qué le diría? Que se lo pensase dos veces. Que se pregunte a sí misma qué le da el feminismo, o cómo puede entenderlo. Para cada mujer el feminismo puede significar una cosa diferente. No es solamente un trabajo hacia fuera, hacia la sociedad, para cambiar un sistema, sino también hacia dentro. Para quitar toda esa educación en la que hemos crecido. Hay que analizarse, verse a una misma y pensar en qué se puede conseguir además de lo que ya se tiene. No puedo decir que no me represente.

¿Qué papel deben tomar los hombres durante la huelga?

-Me parece que los hombres, los compañeros y los amigos, si quieren apoyar la huelga, apoyar el feminismo o tomar el feminismo como una opción de vida, no tienen que ir y decirle a las mujeres que son feministas o que las apoyan. Se trata de que, desde su lugar, vuelvan feminista su espacio y cambien sus relaciones de poder. Dentro de la huelga en particular, si tienes amigas con hijos ayúdalas a cuidarlos para que puedan hacer la huelga. Si trabajas en alguna institución, apóyalas para que puedan hacer la huelga, coge sus horas, cubre sus ausencias o dona tu sueldo de ese día para que continúe la lucha. Y si eres compañero de vida de alguna mujer que quiere hacer la huelga, responsabilízate de tu parte del trabajo dentro de la pareja. Si tienes hijos te toca cuidarlos y estar con ellos. Al final tiene que ser todos los días, pero ese día en particular hazte cargo. Si puedes, pasa la voz, trata de hablar con las compañeras y que se impliquen. Si tienes algún local y hay mujeres trabajando ahí, permite que puedan ir a la huelga sin que pierdan su sueldo. Los hombres tienen que ser facilitadores y pueden ayudar de muchas formas.

El año pasado, sin embargo, hubo bastantes empresas que no garantizaron el derecho a la huelga de sus trabajadoras y en varios casos hubo también represalias.

-Sí, es muy grave. Los sindicatos tienen que proporcionar a las mujeres que forman parte de ellos la garantía de que no van a ser perseguidas o multadas por estar en la huelga. Y en cuanto a las que no estén sindicalizadas o tengan trabajos parciales o temporales, sí sería bueno que las empresas se implicaran para por lo menos garantizar a las mujeres que van a seguir teniendo el trabajo. Sería bueno que se cambie el chip, pero no creo que todas las empresas lo hagan porque a fin de cuentas el sistema es capitalista y lo que quiere es el dinero. Y si no produces, no vales. Esperemos que este año cambie un poco, que haya más conciencia y que no ocurran estas cosas. El año pasado hubo despidos, amonestaciones y repercusiones sobre todo en la cuestión salarial. Por ejemplo, hubo algunas amigas mías de cuidados, que trabajan en casas, que tuvieron muchísimos problemas e incluso se quedaron sin trabajo.

Vamos a situarnos en el 9 de marzo, un día después de la huelga. ¿Qué titular le gustaría escribir de esta nueva gran movilización?

-Me gustaría que dijera algo así como El mundo se volvió a parar. O El mundo se paró de nuevo, lo volvimos a conseguir. Esto evidenciaría que hemos avanzado muy poco en nuestras demandas y en las cuestiones de igualdad. Me gustaría que dijera Paramos el mundo otra vez.