Pamplona - Las mujeres lideraron ayer una nueva edición histórica del 8-M generando un jornada de actos, manifestaciones y paros por encima de fronteras geográficas, sociales, generacionales e ideológicas. Miles de personas secundaron el programa planteado desde un movimiento feminista que confirmó su potencia y su relevo generacional visualizado el año pasado en un día que transcurrió en ambiente festivo y reivindicativo sin incidentes reseñables. En la Comunidad Foral la jornada tuvo dos tiempos: las concentraciones matinales que llegaron a muchos sectores (especialmente al educativo y menos al económico) y a un centenar de localidades empezando por Pamplona, donde llenaron la Plaza del Castillo; y la gran manifestación unitaria de la tarde que arrancaba de los Cines Golem para terminar en el mismo sitio. Sindicatos, universidades, ONG, partidos políticos, gobierno, Parlamento y ayuntamientos respaldaron mediante diferentes formas el día en favor de la igualad, pero cediendo el protagonismo a la sociedad civil en general y a las mujeres, en particular cuyos colectivos expresaron su satisfacción por confirmar las expectativas creadas tras el precedente del año pasado.

Aunque en este caso las segundas partes también fueron buenas, lo cierto es que la jornada fue en cierta forma diferente al 8-M de 2018. Sobre todo porque la fórmula de una “huelga feminista” había dejado de ser una formulación abstracta -no exenta de algún toque de polémica y escepticismo- para transformarse en un leit motiv mayoritariamente aceptado en el que, salvo alguna excepción, cada quién sabía el rol que desempeñaba y las reglas del juego. Por tanto en esta ocasión no existió el efecto sorpresa y ese ambiente del izan, bagara (pues ser, somos) que se respiraba el año pasado en un desbordado paseo Sarasate, que se quedó pequeño para una movilización sin orden del día más allá de expresar que las mujeres existen, están hartas y quieren su lugar en el mundo en igualdad de derechos. Un mensaje básico que entonces y ayer llevó de la mano a abuelas y nietas, a madres e hijas... Este año todo estaba más organizado e incluso el propio esquema de priorizar la simultaneidad y la extensión de los actos por lugares y ámbitos (barrios, pueblos, campus...) les hizo perder impacto visual en la concentración matinal, aunque, a cambio, fue fiel al esquema de movimiento en red y de base que ha hecho fuerte al 8-M. Ya falta menos para 2020. To be continued..

El Post-it

Satisfacción de las convocantes. Alba Pinto, en representación del movimiento feminista, consideró un “éxito” la movilización y aunque sin olvidar otras temáticas prioritarias de este año (trabajo de cuidadoras, neoliberalismo), no dudó en reclamar la necesidad de “poner la vida en el centro”. Exigió “medidas concretas que pongan fin a la violencia que se ejerce sobre nosotras”.