pamplona - Una osa, de nombre Claverina, mató a una oveja preñada con dos corderos en Uztarroz durante la madrugada del pasado viernes. El ganadero propietario del animal, Conrado Marco, lamentó a raíz del suceso la inseguridad que provoca para él y sus compañeros de profesión la repoblación de osos en los Pirineos por parte del Gobierno francés.Tal y como procede en estas situaciones, Marco denunció lo ocurrido cuando vio los restos del cuerpo de la oveja, que había quedado devorada. Hasta el lugar acudió la Policía Foral, que comprobó que, efectivamente, el ataque había sido de una osa.

Debido a ello, el Gobierno de Navarra le indemnizará, como se ha hecho en casos anteriores, “con unos 120 o 130 euros por oveja y 300 euros más por el ataque”, calculó Marco. Sin embargo, lo considera un parche para un problema que va mucho más allá de lo económico. “Qué buen negocio, ¿no? 400 euros por oveja no está mal, podría pensar alguien de ciudad. Pero no son conscientes de que mi trabajo dura 24 horas desde que se introdujeron osos en los Pirineos”, explicó el ganadero.

En este sentido, el de Uztarroz denuncia que la indemnización que recibirá es una consecuencia de una medida tomada sin el consentimiento de quienes trabajan en el entorno rural: “Nadie nos ha preguntado nada y yo en ningún momento he recibido ayuda alguna”, declaró.

decisión unilateral de francia De hecho, la introducción del oso en el Pirineo ya fue calificada en enero por la consejera de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local del Gobierno de Navarra, Isabel Elizalde, como “una decisión unilateral del Ministerio de Transición Ecológica de Francia”. Por ello, Marco opina que “el Gobierno de Navarra está atado de pies y manos”, desde que en octubre de 2018 el Ejecutivo de Emmanuel Macron llevó dos osas eslovenas a los Pirineos, concretamente a la comarca de Bearn, cerca del valle de Roncal.

A raíz de esta decisión, Marco cuenta que tuvo que cambiar el lugar de pasto de su rebaño por miedo a que sufriera un ataque por parte de las osas. “El impacto de los osos para el mundo rural es enorme”, aseguró. “Yo, por ejemplo, no puedo estar pendiente todo el día de mis ovejas, pero ahora tengo que vigilarlas mucho más y nadie me paga esa diferencia”, denunció.

Además de las precauciones tomadas al cambiar el lugar de pasto del rebaño, el ganadero asegura que se mantiene siempre alerta debido a los ataques puntuales que se han venido produciendo en el noreste de Navarra.

Ahora que él ha resultado afectado directamente a pesar de su esfuerzo, la amenaza de otro posible suceso como el de la madrugada del viernes refuerza su postura pesimista: “No me vale la compensación económica, lo que quiero es saber que mis ovejas están seguras”, sentenció. “Ya no sé lo que tengo que hacer con mis ovejas, ¿duermo con ellas?”, se preguntó.

Sin embargo, lo que para Marco es una amenaza que le supone un trabajo extra, para algunos sectores ecologistas y animalistas es una oportunidad para recuperar el oso pardo en uno de sus hábitats históricos, ya que vivía en el Pirineo desde hace casi un millón de años.

La reintroducción es una polémica que comenzó con el plan del Gobierno y que se reabre cada vez que hay un ataque. Marco cree que el problema está en que “los animalistas” que apoyan el plan del Ministerio de Transición Ecológica de Francia y mucha “gente de ciudad no conoce” su trabajo. “Se creen que los osos son simplemente animalitos bonitos, pero son fieras peligrosas”, sentenció.