pamplona - Aquello no fue un sueño. Aunque Iñaki -el tercer exalumno de Maristas que denunció los abusos del hermano Braulio- no las tuviera todas consigo, aquello que él recordaba con cierta sombra y sin certeza ocurrió de verdad. Iñaki no sabía a ciencia cierta si la imagen de que había testificado ante un tribunal docente para relatar los abusos del hermano Braulio era real o producto del imaginario. Fernando le dio la clave. Él también participó de aquella denuncia de niños. El pasado martes, Iñaki y Fernando reconstruyeron la historia de cómo la dirección de Maristas (José Arnáiz) conoció de primera mano el actuar depravado de aquel profesor de los años 60.

Hace diez días, Iñaki relató una historia que aparecía difusa en su cabeza, en la que Arnáiz le hizo saber que un alumno había denunciado sufrir tocamientos del hermano Braulio. El director pidió entonces a Iñaki que narrara su experiencia con este religioso y él creía haber declarado en un tribunal interno. Al leer en el periódico lo que contaba Iñaki, Fernando se quedó de piedra. Tenía el hormigueo y el deseo de hablar ya y fue al leer a Iñaki cuando se precipitó en hacerlo. Así, ofreció su testimonio en esta entrevista, un encuentro lejos de los pupitres que compartieron hace medio siglo. Y así, aclaró las sombras que Iñaki tenía en su memoria y trenzó el camino que siguió aquella denuncia. Iñaki ya contó en este periódico cómo el hermano Braulio le metía mano protegido por su mesa maciza -al igual que en el episodio que Fernando presenció-, delante del resto de compañeros. Las historias de estos dos exalumnos de Maristas se bifurcan en ocasiones cuando narran el conocimiento público que se tenía entre el alumnado de lo que Braulio hacía. Iñaki percibía como víctima que era algo vox populi. A Fernando le inundó la rabia con ver solo un único episodio. El relato de ambos conecta con la información proporcionada por la institución Marista, que explicó que el hermano Braulio abandonó el centro en 1968 (sin saber por qué). Fernando cree que fue trasladado, como profesor de Educación Física a Logroño. Los exalumnos que le sufrieron tienen claro en que el tiempo no cierra estas heridas abiertas hace medio siglo. Abogan por cortarlas de raíz para no destruir infancias. - J.L.