pamplona - Creado en el año 2000, el archivo judicial, donde trabajan seis personas, es el guardián de aquellas sentencias y resoluciones que se conservan desde la existencia de las Audiencias Territoriales (1838) y que han sobrevivido a todo tipo de avatares, quemas y expurgos. Para estos últimos, en mayo de 1854 ya se creó una Junta de Archivo para calificar los expedientes como útiles o inútiles. El expurgo más destructivo se produjo en 1937, se justificó por la necesidad de pasta de papel y declaró inútiles causas sentenciadas como graves antes de 1927. El archivo del TSJN ha organizado la exposición Salvados de la quema/Erretxetik salbatuak para recordar el valor patrimonial de los documentos, fuente de hechos criminales y testimonio de modos de vida.

GARROTE VIL En la exposición se reseñan algunas de las últimas ejecuciones en público en Pamplona, eventos que reunían a miles de personas con todo un desfile de caballería, clérigos y militares que precedían al carro en el que viajaba el reo. Este, tras ser ejecutado, quedaba expuesto desde las 8 a las 16.30 horas, con canastos a su alrededor para recibir limosnas que costearan su entierro. En las sentencias de muerte queda registrado en mayúscula el método empleado: el garrote vil, que se usó por última vez en Pamplona en 1957 para ejecutar a dos hermanos condenados por homicidio, los Celaya Pardo. Así también murió, el 15-10-1885, junto al portal de la Taconera, Toribio Eguía Esparza, que mató al párroco de Atondo y a su sirvienta un año antes. Les asestó 12 y 9 puñaladas para robar 690 pesetas.

El sumario 39/1909 tuvo como procesado a Bonifacio García Martínez que asesinó con especial ensañamiento en 2007 a un matrimonio de Oteiza. Su ejecución fue la primera que se produjo en el interior de la cárcel.

el sumario 108 de 1926 En la muestra guarda un lugar destacado el sumario 108/1926, donde se procesó a un grupo anarcosindicalista Los Solidarios, que habían alquilado un coche con conductor de Tafalla a Elizondo. A su paso por Olóriz, hicieron parar al chófer a punta de pistola y lo ataron a un árbol. Robaron el coche y al entrar por el paseo Sarasate dieron un viraje largo y se chocaron con un carruaje. Uno de ellos era Juan García Olivé, que fue condenado en 1928 a diez años de prisión. Olivé fue indultado y entre septiembre del 36 y mayo del 37 fue ministro de Justicia con Largo Caballero.

LA CATEDRAL, SAQUEADA POR UN RELOJERO El robo de la catedral de Pamplona entre el 10 y el 11 de agosto de 1935, donde se robó un conjunto artístico de gran valor conformado por una arqueta hispano-árabe de 1060, joyas, piedras preciosas y un relicario enviado desde Constantinopla a Carlos III El Noble para que ayudara contra la invasión turca. El robo se cometió en dos jornadas. La primera, los ladrones serraron los barrotes. La segunda arramplaron con todo porque sabían dónde se movían. En principio se detuvo por estos hechos a un italiano y a un mexicano, que habían llegado a Pamplona e hicieron amistad con el portero de la catedral. Uno de ellos tenía antecedentes por robo en iglesias en Italia. Se dio el caso que de víspera se habían marchado a París. Por ello, la investigación detectó otro sospechoso, un relojero Martín Eleuterio Arias, que vivía en la calle Arrieta. Había fundido las joyas para vender el oro y lo tenía escondido en la tierra de las macetas. La famosa arqueta fue hallada envuelta en una gabardina en unos matorrales de Berrioplano. Se da el caso de que el relojero y un cómplice murieron durante la instrucción de la causa y un tercero huyó. Solo se condenó a la suegra de Arias, por cómplice. - E.C.