Santiago Torrado, fontanero y vecino de Zizur Mayor, se disponía el miércoles a comenzar su jornada de tarde. Bajó al garaje comunitario y, cuando iba a abrir su furgoneta, observó cómo una especie de serpiente reptaba por la luna del coche de un vecino. Al principio, solo se le ocurrió pensar que aquello era un juguete de plástico, los típicos bichos que se pueden encontrar en bazares para gastar bromas a amigos. Pero, al acercarse, se dio cuenta de que el animal se ponía en alerta. “Hacía como si fuera a lanzarse a por mí, se inclinaba y alzaba el cuello”, recuerda Torrado, que cree que la culebra podía medir entre 90 centímetros y un metro de longitud.

Torrado, al que no le faltan utensilios en su furgoneta de trabajo, empezó a darle vueltas a la cabeza sobre cómo responder a la situación. Así, pensó en que lo mejor era armarse con un palo de escoba y un cubo de plástico. De esta forma, en cuanto le azuzó a la culebra con el palo, el animal se enrolló en el mismo y lo terminó depositando en el pozal. A continuación, le colocó una toalla por encima y unas bridas para que no pudiera salir. De esta forma, la introdujo en el vehículo y estuvo pensando en qué hacer, porque entendía que no era un animal que pudiera dejar en cualquier parte. Telefoneó al 112 de SOS Navarra y, desde allí, le pusieron en contacto con el Guarderío Forestal para que la atención fuera personalizada.

“La verdad es que me atendieron muy bien y me respondieron a las dudas que tenía. Me preguntaron cómo era el bicho y si les podía mandar una foto. Y en cuanto les dije la descripción, que tenía dos pequeñas manchas en el lomo, me comentaron que podía tratarse de una culebra de escalera. Y cuando vieron las fotos que les envié me confirmaron que era dicha especie. La llamaron por su nombre científico, Rhinechis scalaris. Y, después, me explicaron que era una especie autóctona, que es bastante frecuente verla por varios puntos de Navarra y que es cierto que suele cobijarse en ocasiones en los motores de los vehículos. Me dijeron que la mejor manera para actuar con ella era que la soltara y la dejara en libertad en alguna zona rural que no estuviera cerca de un paraje urbano”, manifestó ayer el zizurtarra.

Así, Torrado arrancó el vehículo, se dirigió a la zona de Guenduláin, a un espacio con naves abandonadas y muy escaso tránsito peatonal, y la liberó en mitad del campo. Según le habían explicado, la culebra de escalera no es venenosa, pero cuando son crías se pueden mostrar más violentas pero su mordedura es inofensiva.