donostia - Se calcula que cada año 10 millones de toneladas de basura van a parar al mar. Las imágenes de las grandes islas de plástico en el Océano Pacífico han dado la vuelta al mundo, pero lamentablemente, el Golfo de Vizcaya no es ajeno a este drama ambiental. Así lo demuestran las conclusiones del proyecto Life Lema, que durante los últimos tres años ha rastreado la costa sureste cantábrica, desde el río Adur, en Lapurdi, hasta el Deba, en Gipuzkoa, a la pesca de esta basura. Y los datos hablan por sí solos. Desde abril de 2016, en esta zona se han recogido más de 28 toneladas de basura flotante, de las cuales 1,5 toneladas se han encontrado en aguas guipuzcoanas. Además, el 85% del material acumulado es plástico que no solo contamina los mares, sino que tiene una incidencia directa en los ecosistemas marítimos.

Estos datos fueron dados a conocer ayer en una jornada celebrada en el Kursaal de Donostia, en la que participaron el diputado de Medio Ambiente en funciones, José Ignacio Asensio; el alcalde de Biarritz, Michel Veunac; y el delegado del Sindicato Mixto Kosta Garbia, Marc Bérard; así como investigadores de Azti y responsables del proyecto Life Lema, entre otros.

El objetivo de este proyecto, que ha contado con una dotación presupuestaria de 2,1 millones financiados al 40% por las instituciones europeas es obtener un sistema viable de detección y recogida de la basura marina flotante, y para ello, ha sido necesario lanzarse al mar para conocer in situ la realidad a la que nos enfrentamos en la costa vasca.

Este trabajo se ha llevado a cabo durante 864 jornadas de salida al mar, utilizando los barcos pesqueros Miren Argia e Itsas Belhara y dos barcos de limpieza, el Uhaina y el Subacuatic. Además, se han instalado cámaras infrarrojas en las desembocaduras del Oria y el Adur, drones, y una barrera en el río Deba, para la detección de la llegada de residuos desde los ríos al mar. Estos barcos se han encargado de recoger los materiales que se encontraban flotando en la superficie (hasta unos 20 centímetros de profundidad) y que posteriormente han sido analizados por los investigadores de Azti. Tras este minucioso estudio, se puede concluir que el 95% de la basura se acumula en Iparralde, mientras que en Gipuzkoa aparece más diseminada.

En lo que a la caracterización de esta basura respecta, el 44% proviene de fuentes no detectables, principalmente porque el nivel de degradación es tal que es difícil determinar su origen; el 34% tiene fuentes marinas, es decir, del sector pesquero y otros “usuarios del mar”, tales como mercantes y barcos recreativos, entre otros. Mientras que únicamente el 3% tiene origen terrestre, es decir, se corresponden con residuos domésticos. El resto es de origen mixto.

Si se hace una comparativa con respecto a otros mares, es cierto que la situación en Gipuzkoa y Lapurdi no es tan crítica como la que se puede encontrar en Baleares, donde la cantidad de residuos dobla a la encontrada en el sureste cantábrico (un millón de ítems por kilómetro cuadrado frente a 500.000), pero desde Azti advierten de que “no quita para que la abundancia que hemos encontrado sea elevada”.

Además, otra de las dificultades que presentan los elementos flotantes hallados es su difícil reciclaje. Mientras que redes pesqueras y otros materiales del sector sí son fácilmente reutilizables, muchos plásticos presentan tal nivel de degradación que no son aptos para el reciclaje.

herramienta de conocimiento Con este diagnóstico sobre la mesa, a partir de ahora se dispone de una herramienta para conocer el comportamiento de esta basura y sus pautas de desplazamiento a lo largo de la costa, lo que facilitará la limpieza del mar.

Así, Life Lema tendrá su continuidad con el proyecto After Life, que creará una base de datos sobre los materiales recogidos que permitirá desarrollar una planificación más efectiva en lo que a la limpieza del mar se refiere.