MADRID. La "mandíbula de Habsburgo", una deformación del mentón característica de esta dinastía en reyes españoles y austríacos y sus esposas, puede atribuirse a la endogamia, según un estudio publicado este lunes en la revista Annals of Human Biology.

Generaciones de matrimonios mixtos aseguraron durante más de 200 años la influencia de la familia en un imperio europeo que incluía a España y Austria, pero llevaron a su desaparición cuando el último monarca de los Habsburgo (Carlos II) fue incapaz de tener un heredero.

Hasta ahora, aseguran en una nota de prensa los autores de este nuevo estudio, ninguna investigación había confirmado si el mentón distintivo conocido como "mandíbula de Habsburgo" era el resultado de la endogamia (a esta familia se le conoce en España como la dinastía de los Austrias).

"La dinastía de los Habsburgo fue una de las más influyentes de Europa, pero se hizo famosa por la endogamia, que fue su caída final. Mostramos por primera vez que existe una clara relación positiva entre la consanguinidad y la apariencia de la mandíbula de los Habsburgo", afirma el investigador principal Roman Vilas, de la Universidad de Santiago de Compostela.

Este trabajo combina el análisis de retratos históricos con estudios genéticos, y para llevarlo a cabo los investigadores reclutaron a diez cirujanos maxilofaciales.

Estos tuvieron que analizar la deformidad facial en 66 retratos de 15 miembros de la citada dinastía, la mayoría de ellos conservados en el Museo de Historia del Arte de Viena y en el Museo del Prado de Madrid.

Así, los cuadros se analizaron para diagnosticar once características del prognatismo mandibular, también conocido como "mandíbula de Habsburgo", y siete características vinculadas a la deficiencia maxilar, entre ellas las más reconocibles, el labio inferior prominente y una punta nasal sobresaliente.

A partir de este análisis, los cirujanos puntuaron el grado de prognatismo mandibular y la deficiencia maxilar de cada miembro de la familia de los Habsburgo.

Por ejemplo, vieron que María de Borgoña, que se casó con Maximiliano I en 1477, mostró el menor grado en ambos rasgos, sin embargo, el prognatismo mandibular fue más pronunciado en Felipe IV, rey de España y Portugal de 1612 a 1640.

La deficiencia maxilar fue diagnosticada en mayor grado en cinco miembros de la familia: Maximiliano I (regente desde 1493), su hija Margarita de Austria, su sobrino Carlos I de España, el bisnieto de Carlos Felipe IV y el último de la línea de los Habsburgo, Carlos II.

Los autores del estudio detectaron una correlación entre las dos enfermedades, y sugieren que la "mandíbula de Habsburgo" se caracteriza de hecho por ambas y que estas comparten una base genética común.

La extensión de la endogamia se calculó a partir de un árbol genealógico a gran escala, con más de 6.000 individuos pertenecientes a más de 20 generaciones.

Los investigadores detectaron una fuerte relación entre el grado de consanguinidad y el grado de prognatismo mandibular; la relación con la deficiencia maxilar también fue positiva, pero sólo fue estadísticamente significativa en dos de las siete características diagnosticadas.

Las causas de la relación entre la consanguinidad y la deformidad facial siguen sin estar claras del todo, pero los autores apuntan que se debe a que el principal efecto del apareamiento entre parientes es un aumento en las posibilidades de que la descendencia herede formas idénticas de un gen de ambos padres (homocigosidad genética).

Esto reduce la aptitud genética de las personas, por lo que la "mandíbula de Habsburgo" debe considerarse una condición recesiva, resumen.