un confinada, Mari Paz Benito, la jueza de guardia desde el pasado viernes en Pamplona, puede que se haga un maratón a la carrera en el juzgado. Se le acumula el tajo, pero ha tratado con sus compañeros de aplicar la tecnología y ofrecer soluciones imaginativas e igualmente válidas dadas las circunstancias de excepción. Todos los detenidos que ha tenido -cuatro, dos por saltarse el confinamiento y otros dos por violencia de género- comparecen a través de videoconferencias desde las comisarías. Con aquella que tengan problemas por incompatibilidad de sistemas telemáticos, usan la videoconferencia como imagen y llaman a través del móvil para recoger el audio. Todo queda grabado. Y su lema ahora reza: "Hemos cambiado la forma de trabajar. Pero eso es lo único y no nos queda otra. Pero todos los derechos de los ciudadanos están protegidos y todos los juzgados atendidos". Así responde a este reportaje en la media mañana de ayer, en la que es la única inquilina de la planta baja trasera de las dependencias del Palacio de Justicia junto a las dos funcionarias, un policía foral en el acceso al edificio y una empleada del servicio de limpieza que atraviesa, con mascarilla y guantes, la barricada en la que se ha convertido el juzgado de guardia para poder mantener las distancias (los bancos de espera en los pasillos los han utilizado como barreras separadoras). Les escasean las mascarillas y los guantes y hacen de dicho material un uso responsable, tanto ellos como en el Registro Civil, que son las dos estancias donde más tienen que lidiar con el personal a diario. Disponen de geles desinfectantes y otros de uso particular para limpieza de teclados y móviles en un edificio que apenas habitan estos días en sus seis plantas medio centenar de funcionarios, magistrados, fiscales y letrados. Cualquier buen día, en ese Palacio, se reúne un millar de personas.

La magistrada Benito, titular del Juzgado de Instrucción 3, se detiene un instante en la frenética mañana. El móvil le parpadea sin cesar. Demasiados frentes abiertos. Es también la jueza decana que encabezó desde el 12 de marzo, antes del estado de alarma, la junta de jueces de Pamplona que ya preveía que las medidas que estaba adoptando el Consejo General del Poder Judicial eran demasiado laxas para lo que se venía encima. El Consejo abogaba entonces por espaciar juicios, que no hubiera grandes concentraciones de testigos y público en los pasillos, que no se celebraran vistas con ancianos y personas vulnerables. En fin, una utopía de quienes pisan poco el juzgado de calle. Así, al edificio judicial de la capital navarra, ahora no puede entrar ningún ciudadano que no tenga una citación judicial. Quien lo haya hecho ha sido por despistado. Quedan suspendidas las actuaciones judiciales salvo las urgentes (ayer en la Audiencia hubo un juicio contra dos acusados que estaban en prisión por robos en viviendas) y todos los derechos están garantizados aunque se trabaje de otra forma. Si usted quiere denunciar, lo puede hacer de forma telemática. Si lo hace en persona, le espera una urna junto al arco de seguridad de acceso al edificio y un gel desinfectante.

La jueza recuerda que lo que han buscado ha sido evitar al máximo el contacto de la gente, que la ciudadanía no tenga que acudir al juzgado y reducir el papel al máximo. Papel cero. Que el virus no encuentre resquicio por ahí y pueda afectar a los trabajadores de un edificio que también sufre bajas en todos sus estamentos por el maldito bicho. Así, todo se hace de manera telemática. Los atestados policiales se vuelcan en el sistema informático procesal. Nadie firma un papel, ni comparte un boli y, si lo hace, se desinfecta. Para atender a cada cuestión que se presente, los jueces han acordado realizar turnos rotatorios en diferentes jurisdicciones. Es decir, siempre habrá un juez o jueza que se encargue de los asuntos penales, de vigilancia penitenciaria y menores. Y de igual manera sucede en el resto de órdenes.

En materia de detenidos, la guardia es plácida. El ajetreo viene dado por el montón de medidas que hay que impulsar, innovar y resolver. Pero Benito reconoce que como es obvio "el número de detenidos que pasan por el juzgado de guardia se ha reducido drásticamente. Solo he tenido cuatro, dos por saltarse el confinamiento y desobedecer o atentar contra los agentes que se lo advertían y otros dos por violencia de género". Los juicios rápidos solo se celebran si hay conformidad. De lo contrario, quedan aplazados porque no es una materia urgente. Pero hay situaciones que no pueden esperar. En esta guardia dos víctimas de violencia han presentado denuncia a través del teléfono, en contacto con la Policía, sobre los agresores con los que convivían. "Una de ellas no podía salir a la calle por su estado de salud y ser una persona vulnerable que podía estar más expuesta a un contagio. La otra se trataba de una persona contagiada de Covid y que estaba en cuarentena". En este caso se decidió una orden de protección. Pero claro, el investigado también debía estar aislado. "Debo agradecer la labor de las direcciones generales de Justicia, Salud y Servicios Sociales porque se han implicado al máximo y han tratado de buscar recursos y dar soluciones idóneas. Son situaciones complicadísimas".

Benito también ha atendido durante su guardia seis ratificaciones de personas por internamiento psiquiátrico, uno de los supuestos que contempla el estado de alarma para resolver de modo urgente. ¿Cómo lo han resuelto? A través de videollamadas de WhatsAapp. Desde el móvil de la magistrada telefoneaban al del médico o la enfermera y en el juzgado, con altavoz, escuchaban y realizaban su tarea junto a la jueza el forense y la letrada de la Administración de Justicia. "Buscamos salvaguardar a todo el mundo, interferir lo menos posible en los servicios hospitalarios y ello nos permite una mayor agilidad. Ahora sería contraproducente desplazarnos. Es una situación excepcional que exige soluciones excepcionales y nadie por el momento se ha quejado".

"Hemos cambiado el modo de trabajar. Pero los servicios esenciales están atendidos y los derechos, protegidos"

Jueza de guardia