- María tiene miedo a salir a la calle. Consiguió el permiso de su psiquiatra para poder salir a la calle en medio del confinamiento hace dos semanas. No teme que la Policía le pueda parar, pues solo tendría que enseñar el SMS de su psiquiatra con la autorización médica para poder salir. Tampoco el miedo a contagiarse le frena a salir de casa, aunque tome las precauciones oportunas ante el evidente riesgo. Lo que a ella le preocupa es la Policía, pero la de los balcones y también la que pasea a su perro por la calle o la que va a hacer la compra. María, que tienen 42 años, sufre desde hace seis un trastorno obsesivo compulsivo y crisis de ansiedad, unos problemas de salud mental que el confinamiento puede agravar. Tiene muchos miedos y también lo pasa realmente mal cuando tiene algún encontronazo con alguien, por eso, salió de casa el día que consiguió el permiso pero no lo ha vuelto a hacer por miedo a los reproches que le puedan hacer por saltarse el estado de alarma: "Salí el lunes pasado la media hora que tengo permitido, de 19 a 19.30. Me di un paseo por un parque cercano a mi casa y no lo pase bien porque una mujer que paseaba al perro me miró bastante mal y no fue la única, porque me veían paseando sin mascota y sin bolsas de la compra".

Denuncia que hay quienes vigilan desde sus ventanas si alguien está en la calle para decirle que se vaya a casa "sin saber si esa persona necesita realmente salir de su casa". En su caso, además, está permitido por el Real Decreto del estado de alarma. "A parte de estos días creo que hay mucho estigma con las personas que tenemos problemas de salud mental, nos ven distintos y a veces se nos ponen muchos problemas", advierte María, que pide al conjunto de la sociedad "más comprensión" para este colectivo.

Para ella, salir a la calle es algo fundamental. Sufre también problemas físicos derivados de varias operaciones que le provocan dolor en piernas y espalda, por lo que dar un paseo le ayuda a su salud física y también mental: "El estar en casa todo el día me hace darle muchas vueltas a la cabeza y a veces me meto en preocupaciones, más tontas o menos tontas, pero no salgo de ahí". Especialmente complicadas son las mañanas, ya que después de levantarse suele sufrir bloqueos de ansiedad. "Me facilita mucho el tener algo que hacer fuera de casa porque me despeja la mente y me obligo a salir de casa. Es importante tener cosas que hacer y que te gusten para estar con ilusión y con ganas, pero ahora no se puede hacer nada de eso", lamenta María.

Asegura estar llevando el encierro relativamente bien, pero tras más de un mes de confinamiento ya echa de menos volver a su rutina habitual y, sobre todo, volver a tener contacto social. "Vivo sola y dentro de lo que cabe estoy acostumbrada a no estar rodeada de gente, pero el no poder relacionarme prácticamente con nadie es una de las peores cosas de este confinamiento", confiesa María, que añade que le gustaría poder echarse un café con uno de sus hermanos como hacía habitualmente. "Al final el no tener a nadie que te apoye o con quien estar es la parte más dura de este confinamiento", reconoce.

Sus dolencias físicas le impiden coger más de 5 kilos de peso, por lo que suele hacer la compra on line y se la llevan a domicilio: "Yo suelo salir a comprar las cosas de poco peso, el pan, etc. El resto lo pido y me lo traen, pero con la saturación que tienen los supermercados ahora tampoco se puede, así que mi familia me está haciendo la compra estos días".

Ahora, su día a día es "aburrido". Se despierta, desayuna y se entretiene cocinando y cuidando de su gato, la única compañía constante que tiene María desde el pasado 16 de marzo, aunque si que recibe visitas semanales: "Un par de días a la semana vienen trabajadores de bienestar social y me ayudan con las tareas de casa que yo no puedo realizar como pasar el aspirador o limpiar el baño, cosas que no puedo hacer por mi dolor de espalda". Pero lo que más valora de esa asistencia es que "son dos raticos en los que estoy acompañada y hablo con ellos de cualquier cosa, es un apoyo importante".

Lo que sin duda también ha sido un apoyo fundamental para María, ha sido Anasaps, una asociación en la que se encuentra "súper contenta". "Nos tratan muy bien los trabajadores y nos animan cuando no estamos bien" relata. Asimismo, el realizar actividades con otras personas asegura que le está ayudando y ya echa de menos reencontrarse con sus compañeros.

"Estar sola y no poder relacionarme con nadie es una de las peores cosas del confinamiento"

Mujer con problemas de salud mental