on las maletas aún sin deshacer después de casi una semana en Cintruénigo, la cirbonera Elena Azagra está disfrutando de su vuelta a casa como si se tratara de la tierra prometida después de dos meses de angustia y desesperación por tierras argentinas, sin que la embajada haya hecho nada para tratar de traerlos a España. “El subidón de la noche que compramos el billete no se puede ni describir, no dormí pensando en que volvía a casa por fin. Veo mis gastos, mis gallinas, mi patio y me dan ganas de ir besando las flores. Hoy por primera vez he salido a la calle, a comprar”, explicaba ayer Elena desde su casa en Cintruénigo.

El mismo día (5 de mayo) en que apareció el artículo en DIARIO DE NOTICIAS en que contaban sus peripecias, encontraron por internet un vuelo de Buenos Aires a Madrid y en menos de cinco minutos consiguieron comprarlo. Más que un milagro porque cinco minutos después ya no había plazas en el avión de Aerolíneas Argentinas. “¡Qué suerte han tenido!”, es lo único que acertaron a decir desde la embajada española en Argentina, que según Elena Azagra, “no han movido ni un dedo” por los españoles que estaban y que siguen estando aislados en Argentina sin poder volver. “La embajada está haciendo cero. En la embajada decían que ya no había listado, ni registro de personas. Que estuviéramos pendientes de las redes sociales”. Y así hicieron. Barajaron la idea de viajar a través de París o incluso de Noruega, estando 15 días de cuarentena en Oslo como estaban haciendo algunos españoles. “Estábamos mirando esa posibilidad a través de la embajada cuando apareció ‘Aerolíneas Argentinas abre vuelo a España, Buenos Aires- Madrid’. Como si fueran Los juegos del Hambre nos lanzamos a apuntarnos, en cinco minutos teníamos el vuelo y a los 10 ya no había plazas”. Esa suerte que tuvieron no la encontraron centenares de españoles que aún siguen allí esperando regresar.

Esta cirbonera, junto a su marido Gonzalo Onco, llegó a Buenos Aires el 11 de marzo para visitar a la familia de él, procedentes de Orlando donde han trabajado todo un año. Decidieron visitar Bariloche y todo se torció, estalló la pandemia a nivel mundial y quedaron aislados en Bariloche hasta que lograron llegar a Buenos Aires, donde no había manera de salir. Tras dos meses de intentos, están en Cintruénigo donde ella trabajó de maestra, y él, también maestro, tenía que elegir plaza el próximo septiembre. Su lucha ahora está centrada en tratar de recuperar parte del precio del billete ya que por ser extranjeros han pagado 875 euros por el billete, cuando los argentinos pagaron 600 euros.