on las 9.30 de la mañana. A esa hora llega el autobús al colegio Isterria, en Ibero y empieza el día de una decena de jóvenes. Algunos estudiantes del colegio disfrutan de un campamento de verano desde el pasado 3 de agosto, una réplica de cómo funciona habitualmente el centro, pero a pequeña escala.

Isterria es un colegio que “es como un pueblo pequeño, que les favorece en autonomía, comunicación y en integrarse e incluirse en una sociedad” y depende de la Fundación Caja Navarra. Acuden entorno a 90 personas de toda Navarra con discapacidad intelectual de lunes a viernes e incluso alguno de los y las jóvenes se queda interno en el centro. Llegado el confinamiento los trabajadores del centro se reunieron y Jose Andrés Burguete, director del colegio afirmó que “ante el cierre escolar debíamos intentar mantener por todos los medios el mejor servicio y atención tanto a alumnos como a familias” y optaron por una atención diaria on line a través de meets, redes sociales o el blog de Isterria, que les permitió mantener esa relación tan estrecha y acompañar a las familias en la cuarentena. Por su parte Aitor Ciriza, profesor del colegio y responsable del campamento, hizo hincapié en la importante personalización del contenido que se compartió con los estudiantes.

El personal del centro se mostró satisfecho al poder mantener ese vínculo y al llegar a su fin el confinamiento propusieron dos iniciativas para poder así también “dar un respiro a las familias”: paseos terapéuticos y campamentos de verano. Los primeros días de la desescalada varios profesionales del colegio acudieron al domicilio de los estudiantes y sin entrar en casa, salían con uno o varios jóvenes a realizar alguna actividad al aire libre. Una vez retomado el contacto, con el respaldo de la fundación, organizaron tres semanas de campamentos en agosto, que incluían la opción de pernocta. Burguete afirmó que este servicio “habría sido más difícil sin contar con el respaldo de la fundación y si los trabajadores no hubiesen querido apoyarlo” y resaltó el compromiso y la coordinación de todos ellos.

El campamento fue planteado “de una manera diferente” y como destacó Ciriza no sirve lo ordinario, “ante situaciones distintas, medidas distintas”. Cuentan con una programación que favorece la organización de los alumnos y consta de actividades multidisciplinares como juegos, manualidades, música, taller de cocina o alguna actividad académica. En su segunda semana de campamentos tres de las residencias denominadas casitas, con 5 personas cada una, están llenas.

Desde Isterria consideran que se ha cumplido el objetivo, “la intención de traspasar lo académico e ir hacia lo personal, acompañar desde un punto de vista social y de conciliación a las familias, ser”.