- La familia de Leoncio de la Fuente recibió ayer, con 82 años de sufrido retraso, sus restos de manos del Instituto Navarro de la Memoria del Ejecutivo foral. De la Fuente fue uno de los presos que protagonizó la fuga del Fuerte de San Cristóbal y que posteriormente fue fusilado en Larrasoaña en mayo de 1938. Su cuerpo, localizado y recuperado en una exhumación en 2018, fue posteriormente identificado gracias a la investigación genética del Banco de ADN, lo que ha permitido entregárselo a sus familiares en un acto que se celebró ayer en el Archivo Real y General de Navarra.

Al encuentro asistieron representantes de las distintas entidades que han participado en el proceso de exhumación e identificación, así como la consejera de Relaciones Ciudadanas Ana Ollo, que entregó los restos de Leoncio a su hija, Paula de la Fuente, que asistió junto con sus hijas y su nieta. Ahí pudieron encontrarse con Paulina Lizoain, testigo de los hechos en Larrasoaña y testimonio clave a la hora de localizar la fosa.

Durante el acto, la consejera Ollo destacó que "es momento de ratificar el compromiso con las políticas públicas de memoria, con las exhumaciones y las identificaciones, trabajo que continuaremos sin descanso". Además, quiso reconocer la labor de las personas y colectivos que han hecho posible la exhumación y la entrega de los restos de Leoncio. Por su parte, Beatriz Fernández, nieta de Paula y bisnieta de Leoncio, tomó la palabra en nombre de la familia, que tras agradecer a todas las personas implicadas su labor, visiblemente emocionada, hizo un llamamiento a "todas las personas que conocen el paradero de alguna fosa", para que hablen y cada vez más familias puedan recuperar a sus allegados.

Paula de la Fuente ha esperado durante 82 años el hallazgo de su padre. Según su familia no necesita silla de ruedas, pero tuvo que asistir al acto en ella "porque le temblaban las piernas debido a los nervios que tenía". No fue nada fácil el momento en el que le pusieron la caja con los restos sobre sus piernas, que describió como "muy duro", pero afirmó encontrarse "muy bien, lo mejor de mi vida". "Ha sido una lucha muy dura y ha habido ratos que lo he pasado muy mal, pero me voy muy contenta porque ya tengo los restos conmigo", aseguró. Ahora, Leoncio descansará en el panteón familiar de su localidad natal junto a la que fuera su mujer. Cuando Paula llegue lo primero que dirá será: "Madre, aquí te traigo al compañero". Según ella, Paula de la Fuente ya puede morirse tranquila.

En un primer momento iba a venir un autobús desde Fresno el Viejo, en Valladolid, pero debido a la pandemia de covid-19 ha tenido que reducirse considerablemente el número de asistentes y la mayoría de nietos de Paula compartirán su inmensa alegría una vez vuelva. Aun así, no estuvo mal acompañada. Su hija, Paula Martín de la Fuente afirmó que "el día que nos lo dijeron, primero fue júbilo, una alegría inmensa, pero lo que nos entró después fue paz". Explicó que la gente no se puede hacer idea de "la sensación tan fuerte que sientes cuando sabes que esto se ha acabado", y concluyó diciendo que "quisiera decir a los familiares que no se rindan. Que si pueden, lo intenten".

Tras el acto celebrado en el Archivo de Navarra la familia se desplazó hasta el lugar donde comenzó todo, el Fuerte de Ezkaba. En ese mismo lugar, al atardecer de un 22 de mayo de 1938, 795 reclusos huyeron del fuerte de San Cristóbal, lo que supone la mayor fuga carcelaria de Europa, aunque solo tres consiguieron cruzar la muga por Sorogain de camino a Urepel.

Fermín Ezkieta, investigador, comentó que "quienes escaparon eran, en su mayoría, jornaleros que sabían guiarse con las estrellas, y no es casualidad que los 30 que resisten a finales de junio se dirigen todos en la misma línea hacia el norte, donde la estrella polar". Y no solo eso. Aseguró que los tres que lograron cruzar la muga lo hicieron en un tramo de 6 km, cuando Navarra tiene una frontera de 131 km. "Para llegar a la frontera tenían que pasar por Esteribar", explicó.

Leoncio de la Fuente fue interceptado, interrogado, asesinado, y después enterrado en las inmediaciones del cementerio de Larrasoaña, junto a tres compañeros aún sin identificar. El paso de los años borraría de la memoria lo ahí sucedido, pero una niña curiosa que salía del colegio jamás lo olvidará.

Y es que Paulina Lizoain, vecina de Larrasoaña, vio con sus propios ojos cómo enterraban a los cuatro asesinados, "dos boca arriba y dos boca abajo". Recuerda que su padre, enterrador, no la vio presenciando la escena. Añadió que "cuando tienes 9 años tu cabeza es una esponja", por lo que "eso no se olvida nunca". Paulina, que previamente había asistido al acto de entrega de los restos en el Archivo, declaró estar "muy contenta", porque "los suyos se merecen saber dónde están". "Desgraciadamente lo mataron aquí y no llegó a Francia", añadió.

Recuerda que cuando comenzaron las excavaciones solo encontraron dos cuerpos, pero ella les aseguró que eran cuatro, por lo que la búsqueda continuó hasta su hallazgo. Paulina no tenía ningún tipo de duda: "Tan segura como me he de morir", estaba. Todo lo dijo a las puertas del cementerio de Larrasoaña, junto a la fosa en la que encontraron a Leoncio, el lugar al que la familia se desplazó tras su visita a Ezkaba para finalizar el recorrido.

Una vez en el lugar, Lourdes Herrasti, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, fue la encargada de explicar a los asistentes el proceso de exhumación e identificación de los restos. En declaraciones a este periódico aseguró que "exactamente en el lugar que dijo Paulina que estaba se localizó la fosa" y que la exhumación fue "relativamente fácil", prácticamente en una sola jornada. Comenta que en la zona hay "muchos" represaliados en fosas, y añade que "solo de la fuga de Ezkaba hemos recuperado más de 50".

Junto a un navarro de Vidángoz, Leoncio de la Fuente es el segundo identificado de los fugados del fuerte. Las identificaciones son la parte más difícil. Herrasti asegura que en este caso fue casi una casualidad, ya que "es la primera vez que se consigue identificar a alguien con ADN sin ninguna identificación previa". "En el resto de casos ha habido una orientación que permitía aproximarse a la identidad", añadió.

Por eso, es muy importante que las familias sigan buscando y los que todavía no hayan acudido a los bancos de ADN lo hagan. "Esto debería animar a muchas familias que consideran que falta un miembro, o que incluso participó en la fuga, a dar la muestra para que, en su momento, ocurra lo que ha ocurrido aquí. Las casualidades hay que buscarlas", avisó Herrasti.