Una cifra dramática. Un millar de muertos. Un número, el oficial, que redimensiona el dolor de tantos abrazos rotos y despedidas en la sombra. Ayer fue un hombre de 93 años el navarro que supuso el fallecido 1.000 de esta pandemia. La 999 fue una mujer de 87 años fallecida en días previos, La primera, el 14 de marzo de 2020, también fue otra mujer de 87 años. Por entonces, de lo que han pasado diez meses que pesan como una década, los fallecimientos se sucedieron en apenas mes y medio como un tsunami imparable. En la primera ola de la pandemia Navarra certificó 567 fallecidos por coronavirus. Se sospecha, según la estadística del INE, que otras 161 defunciones se produjeron por la misma causa. Pero no se les pudo hacer una prueba para confirmarlo. Una PCR, ese lenguaje de acrónimos que ahora se ha convertido tan diario y recurrente, resultaba en marzo un tesoro en alta mar. Allá queda marzo de 2020, el confinamiento impuesto, los hospitales repletos, el miedo. Y ahora, a la vuelta de la esquina, se acerca un aniversario con toques de queda, con las expresiones cubiertas con mascarilla, negocios a punto de agonizar y los hospitales lanzando advertencias de que no quieren volver a lo que fueron, pero que las certezas solo las proporcionará el futuro. En tiempos de vacuna, la angustia sigue.

Si bien el dato que ofrece el Gobierno de Navarra habla de mil defunciones causadas por el coronavirus, la cifra real está más cercana de las 1.200. De hecho, el incremento de la mortalidad en Navarra durante el año 2020 se cifra en 1.267 personas. Representan un 22,8% más que las muertes observadas el año anterior. Murieron 6.812 navarros y navarras el pasado año. En todo el siglo Navarra no había alcanzado las 6.000 muertes. 1.200 ciudadanos fallecieron por coronavirus o con alta sospecha del mismo. El dato es terrible. Uno de cada siete navarros fallecidos el pasado año lo hicieron víctimas de esta maldita epidemia. El 53% fueron hombres y el 47% mujeres. Es una enfermedad que es más letal en la población masculina y que, sin embargo, deja secuelas persistentes en mayor medida entre las mujeres y de edades jóvenes.

La mortalidad por encima de lo esperado comenzó a subir la primera semana de marzo y fue la última de ese mes la que más fallecimientos registró, 319, casi doscientos más que la media en esas fechas en años anteriores. En marzo murieron en Navarra 1.057 personas, 249 de ellas lo hicieron por covid. En abril se alcanzaron las 1.045 muertes, 441 de ellas por el virus.

La curva de exceso de mortalidad se disparó durante esa primavera negra. En la semana 14, la del 30 de marzo, el virus irrumpió con furia y se llevó por delante 319 vidas. Fueron casi medio centenar de decesos por día en una comunidad del tamaño de Navarra, donde una semana habitual fallecen por diversas causas en torno a una docena de personas al día. El sistema de Monitorización de Mortalidad diaria (MoMo) del Instituto de Salud Pública Carlos III atribuye a Navarra durante el año pasado tres importantes periodos en los que se observa un exceso de mortalidad. Así, de acuerdo a dicho análisis, del 19 de marzo al 25 de abril se contabilizaron en Navarra 1.267 muertes, 700 por encima de las 567 esperadas según las estadísticas de años anteriores. Se trata de un 123% más de las defunciones de otras anualidades por esas fechas. 607 de estas 700 muertes que excedían a la media habitual fueron de personas mayores de 74 años, población con la que el virus se ha cebado y que perdió a 1.031 personas de esas 1.267 defunciones de dicho periodo. Los otros periodos de exceso de mortalidad se resaltan en la segunda ola, aunque son mucho más acotados en el tiempo y de una intensidad menor. Así, del 4 al 10 de octubre, se computaron 166 fallecimientos, 54 más de los esperados. Entre el 18 y el 20 de diciembre de 2020 hubo el último periodo de exceso de mortandad. Fueron 74 fallecidos, 26 más de lo esperado.