- Carlos Yárnoz Garayoa, artajonés de 68 años, subdirector de El País, periódico en el que lo ha sido todo desde que empezó a trabajar en 1983 y actual defensor del lector del rotativo, habla aquí con un recuerdo imborrable y amargo del David artajonés, del David amigo, más que del reportero todoterreno y periodista excelso. Yárnoz, que conoció hace dos décadas a Beriáin, estaba ayer desbordado "por la cantidad de llamadas" recibidas de amigos comunes. "Me ha llamado tanta gente que sabía de nuestra amistad y de que compartíamos orígenes que estoy alucinado. Pero, pese a ser artajoneses, he de precisar cómo nos conocimos. Recuerdo que mi mujer, Gabriela Cañas (presidenta de la agencia Efe y corresponsal de El País), conoció a un grupo de periodistas cubriendo el asalto de la valla de Melilla. Allí cenó con varios compañeros de profesión y David estaba entre ellos. Le preguntó de dónde era y él le dijo que era de un pueblo pequeño de Navarra. Y ella le insistió por curiosidad: ¿De cuál? De Artajona. le respondió. Y a ella le faltó tiempo: ¡Pero si mi marido es de allí! Y al regresar a Madrid cenamos juntos en casa. Ahí nos conocimos. Ya había visto sus trabajos. Recuerdo ver uno de sus documentales de Afganistán, Lágrimas Negras. Me quedé tan impresionado con su trabajo que, en 2006, cuando me encargaron la fusión digital de El País, llevé a David a la redacción para que proyectara su trabajo. Varios compañeros me han recordado hoy aquello porque les marcó".

De aquel David, recién horneado en la Facultad, Yárnoz recuerda que "me llamó la atención que fuera tan joven e hiciera cosas de tanta calidad y tan originales. Luego más adelante, me llamó la atención su entusiasmo por el periodismo cuando ya se cernían nubarrones sobre este oficio. No había mejor predicador de periodismo que David. Cuando le escuchabas, te entraban ganas de ser periodista".

Yárnoz le habló entonces, a primeros de siglo, al director de El País, Javier Moreno, "e intenté engancharlo al periódico. Hoy el director (vuelve a ser Moreno) me ha llamado para recordarlo. Poco después, cuando fui responsable de la edición de fines de semana, publicó en El País Semanal un tema del tráfico de cocaína en Colombia. Se llamaba "Los obreros de la cocaína". Le insistí en que solo lo hacía si había seguridad. Y me aseguró que, junto a Sergio Caro, lo tenía todo amarrado: los contactos, las rutas, los detalles... Valiente era muchísimo, pero no era temerario".

Carlos Yárnoz leyó el pregón en 2010 del encuentro con la Historia de Artajona, y entre el público se vistió de medieval con David y Rosaura y posaron en la foto de arriba. Aquello fue un encuentro de los pocos en el pueblo, pero "no había conversación que tuviéramos en la que no habláramos de Artajona. Para él era su sosiego, su tranquilidad y su paz. Necesitaba ese refugio para desestresarse y para cargar pilas. Para él era como una necesidad vital". Yárnoz evoca con sorna la única discusión que tuvieron durante todo este tiempo. "David solo se mosqueó una vez conmigo, en el antiguo mercado de Artajona. Se me ocurrió cuestionarle, delante de unos amigos, si de verdad nació en Artajona. Se enfadó y me miró mal, tuve incluso que pedir perdón".

"Más allá de su enfoque del periodismo, que era intachable y su gran legado, lo que nos unió fue el pueblo"

Amigo y periodista de 'El País'