El jefe del equipo que realizó el trasplante a la pequeña Naiara nos atiende al teléfono minutos antes de entrar a operar a un bebé de menos de un mes. Preguntado por qué un joven de Elizondo acaba especializándose en cirugía cardíaca infantil, Juan Miguel Gil Jaurena, de 58 años, responde que sus padres “tenían un bar y no hay ningún familiar médico entre nosotros. Soy el mayor de 7 hermanos y ninguno se ha dedicado a esto. Mis dos hijos tampoco quieren saber nada de la Medicina. Debo ser el raro de la familia -se ríe-”.

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No obstante, relata que “cuando era chiquito me impresionaba mucho la figura del médico del pueblo, que se llamaba don Eusebio, al cual le tengo en un pedestal, y ya desde pequeño decía en casa que quería ser médico. Tuve la fortuna de estudiar en Pamplona, en una magnífica universidad, y luego me formé -hizo la especialidad de cirugía cardíaca en Barcelona y la subespecialidad de infantil en Londres-, he pasado por hospitales muy buenos y he tenido muy buenos maestros”. De hecho, se considera “un privilegiado” en su profesión y por trabajar donde lo hace: “¿Por qué he llegado aquí? Una mezcla de trabajo, por supuesto, de estudio y luego mucha suerte en la vida por la gente que he tenido el placer y el privilegio de tener como maestros -se emociona-”.

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El equipo que usted dirige, del Hospital Gregorio Marañón, ha llevado a cabo con éxito el primer trasplante del mundo de un corazón infantil en parada que fue recibido por un bebé de dos meses y con incompatibilidad sanguínea con su donante. En primer lugar, enhorabuena. ¿Qué supone ese avance?

-Muchas gracias. La verdad es que aquí hay mucho trabajo y muchas personas y, como siempre, una pizca de suerte, porque nunca sabes si la innovación que llevas a cabo va a funcionar. En resumidas cuentas, lo que hemos hecho es un trasplante de corazón en niños muy chiquitos, prácticamente recién nacidos, y se suman varios factores, uno de ellos es que los grupos sanguíneos son distintos, lo que llamamos AB0 incompatible, que lo empezamos a hacer en el Gregorio Marañón en España hace tres años, en 2018, y la novedad es que el donante tenía el corazón parado. Normalmente cuando el cirujano se desplaza a una extracción para un trasplante el donante tiene su corazón latiendo y el cirujano lo examina, lo extrae, lo empaqueta en una cámara con hielo y lo traslada al hospital para el trasplante. Esto es como se hace de manera convencional desde hace muchos años. Recientemente, sobre todo en Australia y en Gran Bretaña, se ha empezado en adultos a realizar extracciones en las que el donante tenía el corazón no latiendo, sino parado desde hace unos minutos, y la novedad consiste en que el cirujano tiene que volver a rescatar el latido del corazón para comprobar si es válido y entonces trasladarlo. Eso se ha venido haciendo, repito, desde hace unos años y en España se hizo el primero en adultos el año pasado en Madrid y lo que hemos hecho nosotros es el primero en España en niños. Pero si sumamos todas estas condiciones, que sea en un recién nacido, que sean grupos sanguíneos incompatibles y que sea el donante en asistolia es el primero que se hace en el mundo; de ahí la novedad que ha trascendido a los periódicos y, honestamente, me siento un poco abrumado por el eco que ha tenido.

¿Qué es lo más complejo de un trasplante de estas características?

-En los trasplantes tenemos que coordinar dos equipos: uno, el que realiza el trasplante propiamente dicho en el hospital, en este caso el Gregorio Marañón, y otro grupo que tiene que desplazarse a buscar el corazón. A veces el donante está en el mismo hospital o en otro hospital de la misma ciudad, con lo que el tiempo de traslado es corto, pero puede ser que el donante surja en Pamplona, y tienes que contar con que va a haber x minutos u horas de desplazamiento entre hospitales y demás, pero puede que el donante esté en Canarias, en Lisboa, en las Azores o en París. Tenemos un radio de acción con un cálculo estimado para que el tiempo que el corazón está parado desde que se extrae en el donante hasta que empieza a latir en el receptor no pase de las 4 a 6 horas. Si pasamos ese tiempo, podemos encontrarnos con que luego el corazón no funciona bien.

Por eso es importante la coordinación entre esos dos equipos.

-En este caso, hasta que no comprobásemos que habíamos sido eficaces reanimando el corazón del donante, no podíamos empezar la cirugía en nuestro hospital en Madrid. Y, como era una novedad, desplazamos todo un equipo e hicimos una circulación extracorpórea, que es el nombre técnico que utilizamos, que consiste en conectar el aparato, que es como un corazón artificial, al corazón del donante parado y comprobamos que efectivamente y gracias a Dios volvía a latir y se ponía en marcha. Hecha esta comprobación, rápidamente llamamos por teléfono a Madrid para decir oye, esto funciona, ir pasando a la niña al quirófano, ir anestesiándola, para que coordinemos el tiempo y que calculemos que en el momento que llegamos con el corazón del donante a Madrid ya estaba todo en marcha para extraer el corazón enfermo de Naiara e implantar el nuevo. La coordinación de los tiempos es fundamental para que el corazón durante el traslado esté parado el menor tiempo posible. Por tanto, los momentos delicados fueron ver si realmente conseguíamos que el corazón latiese dos veces: una, cuando lo vimos parado antes de abrirlo, y dos, cuando se puso a latir, como en todos los trasplantes, ya aquí en Madrid.

¿Qué sienten cuando oyen ese latido ya en el cuerpo de Naiara? ¿Qué sensación les invade?

-Aquí se va a reír, pero habitualmente decimos que hay un poquito de magia en todo esto de los trasplantes. Hay mucha ciencia detrás, por supuesto, pero a veces te planteas ¿cómo es posible que algo que tú extraes de alguien, lo pones en otro sitio y que luego funcione? Hay mucha ciencia detrás, de los primeros trasplantes del año 68, Barnard, etc, ha avanzado muchísimo la tecnología y esto afortunadamente en muchos hospitales es una rutina, en el buen sentido de la palabra, es algo que está aceptado y dominado por los que nos dedicamos a este tipo de cirugía. Pero por las peculiaridades de este caso concreto estábamos todos muy cansados, porque ya era madrugada, pero muy contentos.

¿Por qué?

-Piensa que esta niña nació prematura, con menos de dos kilos, ya se sabía durante el embarazo que era una cardiopatía compleja para la que hoy no tenemos una cirugía convencional que la pueda resolver. Al nacer con tan poco peso, explicábamos a los papás que tenía pocas posibilidades de sobrevivir. Los neonatólogos del hospital hicieron un trabajo fantástico, consiguiendo que llegase a los tres kilos de peso, y ya entonces la pudimos incluir en lista de espera de trasplante y aún así advertimos a los papás que siendo tan chiquita las probabilidades de que llegase un corazón eran escasas. Aquí ha habido milagros detrás de milagros o se han alineado los astros o como queramos decir. Es una historia muy emotiva y estamos todos encantadísimos primero con la niña, por supuesto, pero sobre todo, viéndolo en conjunto, nos abre una oportunidad con esta nueva estrategia de aumentar el número de donantes, sobre todo en los niños pequeños. Gracias a Dios, por la sanidad que tenemos, mueren pocos niños en España, por lo que tenemos muy pocos donantes en esta franja de edad. Entonces, estrategias de este tipo nos van a permitir desde ahora poder incrementar el número de donantes y nuestro objetivo es que en el futuro los niños sobre todo más pequeños que se puedan incluir en lista de espera tengan más probabilidades de recibir un corazón para trasplantes. La alegría es anecdótica por esta niña, por supuesto, pero viéndolo un poco en perspectiva, lo que nos abre son posibilidades para los niños que ahora mismo tienen menos oportunidades de recibir un trasplante cuando lo necesiten. Si todo esto funciona nos va a permitir dos cosas: una, que más niños puedan ser trasplantados, y dos, que los que están en lista de espera tengan que estarlo menos tiempo.

“La verdad es que aquí hay mucho trabajo, muchas personas y una pizca de suerte, porque nunca sabes si la innovación va a funcionar”

“Se te muere un niño recién nacido y, en mitad de ese dolor indescriptible, tienen la generosidad tan grande de donar para salvar otras vidas”