Como lleva haciendo más de una semana, Andi se dirige a un centro para hacerse un test rápido de covid-19 en el barrio berlinés de Charlottenburg. Mientras, en otra parte de la ciudad, David comienza a sacar a la calle las mesas y sillas de su bar y se prepara para desinfectarlas.

Para Andi, una española que lleva cinco años en Alemania, hacerse un test de antígenos se ha convertido en rutina. En Berlín, donde bares y restaurantes abrieron las terrazas el 21 de mayo, hay que presentar un resultado negativo del día o tener la pauta completa de vacunación para sentarse en ellas.

Hay quien, como Andi, lo acepta como un "trámite", pero otras personas no le ven sentido y piensan que es una manera de controlar e incentivar a los berlineses para que se vacunen.

El procedimiento lleva varios días en vigor y este próximo viernes se levantará la obligación de presentar el test en las terrazas, pero habrá que seguir haciéndolo en el interior de los locales.

En la capital alemana este miércoles la incidencia semanal continuaba la tendencia a la baja, con 33 nuevos contagios por cien mil habitantes, y el Gobierno de la ciudad-estado ha anunciado una nueva desescalada de restricciones.

Un respiro pese a que continúan las restricciones

En el barrio de Neukölln, conocido por su ambiente multiétnico y sus bulliciosos bulevares llenos de restaurantes que van recuperando la normalidad, David, el dueño del bar español Alaska, comenta a Efe que, después de siete meses con la terraza cerrada, abrirla ha sido un respiro pese a las restricciones.

Indica que cuando se enteró de que tendrían que exigir un test a sus clientes, pensó que iba a ser un poco "estimulante". Señala que, en la práctica, la mayoría se está acostumbrando "bastante bien", pero cree que si no tuvieran que aplicar esta medida estaría acudiendo más gente.

Con una cerveza en la mano, un cliente de Alaska, visiblemente contento, cuenta a Efe que ha sido "genial" poder volver a las terrazas a pesar de tener que hacerse antes una prueba de coronavirus.

"Hasta hace prácticamente una semana, básicamente no podíamos hacer nada en Berlín, así que ha sido un alivio", señala.

Los test son gratuitos para los residentes y pueden hacerse en algunos de los más del millar de centros que hay en Berlín.

Cambiar las mesas por bancos

Aunque la mayoría de propietarios han vuelto a reabrir sus terrazas, algunos han optado por quitar el servicio a mesas y las han sustituido por bancos en la calle, que no exigen el test negativo de coronavirus.

Es el caso de La Despensa, un bar-tienda de productos latinos y empanadas situado en el barrio alternativo de Friedrichshain, que ha aprovechado para cambiar el formato de su local.

Su propietario, el paraguayo Rodrigo Franco, explica a Efe que llevaba tiempo con la idea de cambiar el formato de La Despensa. Antes de la pandemia llegaban a sentar a 50 personas entre las mesas del interior y del exterior, pero ahora, motivado por estas medidas, no las va a volver a poner.

Explica que, si para algo ha servido la pandemia, ha sido para reinventarse. En referencia a los test, comenta que no está de acuerdo con que sean obligatorios para las terrazas, ya que en Alemania no es necesario ir con mascarilla por la calle, pero sí le parece coherente que se sigan pidiendo en interiores.

"Me parece bastante justo que pidan test para dentro, porque hay muy poco espacio, se interactúa mucho.... y eso hace que la gente pueda controlarse mejor y no se desborde", indica.

Medidas excesivas y falta de confianza

Sentado en uno de los bancos de La Despensa está Matias Ibarra, un joven paraguayo. Cuenta a Efe que, para él, las medidas están siendo excesivas y siente una falta de confianza por parte del gobierno alemán.

"En mi opinión es un tanto molesto. ¿Por qué no puedo hacerme el "schnelltest" (test rápido) en mi casa, venir y mostrarlo? ¿Por qué no me creen? ¿Por qué tengo que irme a un lugar?", se pregunta acerca de los cientos de centros donde en Berlín se puede obtener un test.

Opina que el Gobierno ha adoptado esta medida para incentivar que la gente se vacune y que, aunque las pruebas sean gratuitas y se encuentren en muchos puntos de la ciudad, sigue siendo incómodo.

"No me gusta que venga alguien y me meta algo en la nariz. Me parece un tanto molesto. Así que un lugar como este me parece mucho más cómodo", constata Matías sentado en su banco.