Un chico de origen magrebí denuncia amenazas por parte de una persona del entorno de su barrio más próximo. No se trata de un conflicto tan intenso como para no ser reconducido a través de la mediación. Pero en la intervención de los profesionales se observan las limitaciones que tiene este joven para poder contactar con sus familiares. Habitualmente lo hace a través del correo electrónico y desde un locutorio y, con el confinamiento general de 2020, este muchacho no puede establecer comunicación con sus familiares. El mediador le facilita las cosas. Se ponen de acuerdo para que Mohamed le escriba al profesional en árabe a través de whatsapp. Y de esta forma, el mediador le remite un email a los padres del victimario. Así, los progenitores pueden leer sus avatares desde el punto informático del ayuntamiento, su único enlace para escribirse con su hijo. Los padres le responden a este a través del email del mediador. “Es un caso en el que se ve al ser humano en todas sus facetas. No se trata de ver a la persona como víctima o delincuente, sino cómo una persona con necesidades en sus relaciones”.