Con la pandemia de la covid-19 y los cambios de hábitos de vida que ha generado, especialmente el confinamiento, se ha producido “un incremento importante” de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), según confirmaron desde la Gerencia de Salud Mental del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea (SNS-O). Así, en el año 2019 se contabilizaron 100 nuevos casos, en 2020 se elevaron a 126 y en el primer semestre de este año se han registrado ya 104 -más que en todo 2019-, de modo que, como infirieron, “el balance a final de año supondrá sin duda un incremento significativo”.

Así, la franja de edad en la que más casos se detectan es la de 17 a 25 años, seguida por la de 4 a 16 años y la de 26 a 35 años. Como destacaron desde Salud Mental, “se han disparado los trastornos de conducta alimentaria en el periodo de pandemia (2020 y 2021) en menores de 16 años”, pasando de 11 en 2019, a 35 en 2020 y a 28 en los seis primeros meses de este año.

Cambios de hábitos Un incremento que, como explicó Sara Chivite Lasheras, jefa del servicio de Área de Atención Comunitaria y Centros de Salud Mental, “está relacionado con los cambios de hábitos de vida que ha supuesto la pandemia y, básicamente, con los confinamientos y el tener que estar recluidos en casa más tiempo de lo habitual”. En este sentido, la psiquiatra dijo que, “al haber un mayor control parental”, “ha emergido mucho de lo que podría estar ahí y no se podía percibir”, pero también apuntó al “malestar emocional” de los jóvenes, que “se gestiona de muchas maneras, pero una de las salidas es el tema de la alimentación. Al estar más nervioso, más estresado, uno se maneja con todos los aspectos de su vida que normalmente tiene controlados de otra manera: se tiende a comer más, mal y muchas veces a restringir”.

Por ello, consideró que “el factor más importante ha sido el estilo de vida que ha generado el hecho de tener confinados a la población durante mucho tiempo”. No obstante, la especialista quiso poner en valor que “ha habido cosas muy favorables” en el confinamiento, como que “ha permitido que las familias se encontraran, que los padres y madres estuvieran más en contacto con sus hijos, que se pudiera aprender de cocina...”.

Habituales en la adolescencia

En cuanto a por qué se han duplicado los casos en los menores de 4 a 16 años, Chivite expuso que este tipo de trastornos “siempre han sido detectados básicamente entre la preadolescencia y la adolescencia, aunque luego hay casos que aparecen en la edad adulta”.

Asimismo, consideró que “tiene que ver con que, aunque son chavales y teóricamente debe haber un control de los padres y las madres, la vida nos lleva a que a veces comemos en horas diferentes, no te fijas bien si cenan o no y, sin embargo, si tienes que estar en casa durante todo el tiempo, estás en una mesa comiendo y ves todos los días que tu hijo se retira y no acaba de comerse el plato, empiezas a preocuparte, porque un día puede tener malo, pero han sido muchas semanas”.

El 93% son chicas

Aunque afecta también a los varones, el 93% de los casos registrados en estos dos años y medio eran mujeres. “Son chicas con un perfil especial, muy perfeccionistas, tienden a controlar la situación. Habitualmente son personas muy buenas en los estudios, exitosas en ese sentido, pero cuando empiezan con este tipo de problemas se les va todo al garete, porque llega un momento que ya no pueden desempeñar el trabajo, estudiar, no se pueden concentrar... Va asociado mucho con cambios anímicos, con pérdida de control, con ansiedad”, indicó Chivite, por lo que recomendó a los progenitores que “estén pendientes” y que “hablen de esto” con sus vástagos.

Señales de alarma Las señales que se pueden identificar y que orientan hacia la posibilidad de que una persona esté desarrollando un TCA son: que realice una dieta hipocalórica en ausencia de obesidad o sobrepeso; que lleve a cabo periodos de semiayuno alternados con una ingesta normal; que tenga un miedo exagerado al sobrepeso o a coger unos kilos; que rechace su propia imagen corporal; que considere el peso o la figura como una prioridad; o que valore los alimentos exclusivamente en relación a la ganancia de peso.

Por todo ello, la doctora Chivite, que deseó que “todo esto sea fruto coyuntural de la situación -refiriéndose a la generada por la pandemia de la covid-19- y que se pueda reconducir”, incidió en la importancia de trabajar la confianza en la familia. “Hay muchas cosas que mejorar en esta sociedad y una de ellas es la confianza de los padres y los hijos, recuperar estilos de vida un poco más naturales y estar presentes, sin olvidar que las redes sociales han llegado para quedarse, para seguir creciendo, y tenemos que convivir con eso”, concluyó.