“Una noche, durante una guardia, había mucho plancton en el mar -el cual se ve fosforescente cuando oscurece- y se veía muy bien la estela que iba dejando el barco. De repente, apareció un delfín impregnado de plancton, por lo que también brillaba, y se puso a nadar a nuestro lado, haciendo zigzag como una culebra gigante. Fue algo increíble, precioso. Me fascinó”, recuerda todavía asombrada por el espectáculo Lourdes Arana Pombar. Esta vecina de Barañáin de 55 años es una de las cinco mujeres de todo el Estado que, tras haber superado un cáncer de mama, han participado este año en la séptima edición del Reto Pelayo Vida; un desafío deportivo que pretende concienciar sobre la importancia de la detección precoz, de invertir en investigación y de mantener una vida sana como prevención. Así, el pasado 23 de septiembre las cinco supervivientes, con otras seis personas más en la embarcación, alcanzaron el Círculo Polar Ártico -el paralelo 66- en un velero de 22 metros de largo y 40 toneladas de peso.

Una experiencia que, como reconoce Lourdes, “ha sido una maravilla”, en la que ha disfrutado viendo el amanecer en el océano, con las noches estrelladas en calma o con las conversaciones con sus compañeras. No obstante, también sintieron “un poco de miedo” cuando se les acercaron tanto las borrascas por el huracán Larry. “Empezaba a llover y lo que te caía era hielo que te pegaba en la cara y te hacía daño. El viento era tan fuerte que ibas con el barco escorado y luego las olas”, que nacían como si fueran gigantescas “montañas” de agua. “Es tan impresionante verlo.... Tú vas con el barco por ahí encima y bajas que dices ¡madre mía! ¿Y esto no volcará? Y además el ruido: boom -pega un puñetazo contra la mesa-, que parece que se va a romper el barco. Es una sensación de miedo y de adrenalina al mismo tiempo”. Una travesía de 15 días que a esta técnica de actividades físico deportivas le ha cambiado, porque “ahora tengo más confianza en mi misma, más seguridad”.

Diagnóstico con 36 años

“No me lo creía”

Hace 19 años, con sólo 36 años, a Lourdes le diagnosticaron cáncer. “Me noté un bulto en la mama izquierda, fui al ginecólogo, me miró y me dijo que tenía el pecho fibroso y que sería un bultico de las fibras. Pero me fue creciendo y me molestaba. En mis clases me rozaba”, por lo que volvió al especialista, que decidió estudiarlo mejor. “En la ecografía vieron algo que no les gustó mucho”, relata, y le hicieron una biopsia. En agosto de 2002 el médico le comunicó que tenía un carcinoma. “Yo pensaba que se había equivocado. No me cabía en la cabeza por la edad, porque era una persona deportista... No me lo creía, me quedé en shock”, confiesa. Acudió a la asociación Saray en busca de información y fue “lo mejor que me ha pasado”, ya que le ayudaron en aquellos primeros momentos de incertidumbre.

“Me operaron. Me quitaron un cuadrante del pecho y todos los ganglios de la axila, porque entonces se hacía así, y me dijeron que tuviera cuidado con el linfedema. Además, me dieron quimio y radio”, señala. En las revisiones, prosigue, le indicaron que “no podía hacer muchas cosas por el tema del brazo: no podía coger peso, no me podía dar el sol... Claro, mi trabajo es gimnasio, son pesas, no puedo trabajar con un brazo sí y el otro no, aparte de que no es bueno. Les pregunté si podía hacer submarinismo y no sabían”, porque nadie antes se lo había planteado. Entonces, decidió que iba a “llevar una vida totalmente normal. Esto no me va a limitar en nada. Hice mi vida normal, cogía pesos, siempre con cuidado, y mira, ya está olvidado”.

Superación personal

“La vela es algo que no domino”

Apasionada de la montaña y de la naturaleza, Lourdes pertenece al grupo oscense Montañeras Adebán. En una de sus charlas sobre cáncer y deporte, conoció a tres chicas que habían hecho el Reto Pelayo. “Me contaron que es un proyecto que quiere visibilizar que después de un cáncer hay vida, que se puede hacer una vida totalmente normal, alcanzar retos duros y, sobre todo, visibilizar que el deporte y una vida saludable son importantísimos para la salud”, además de incidir en “la importancia de la investigación”. Le animaron a participar y se presentó para ir a la expedición a Jordania prevista en 2020.

Como señala, “iban a hacer bici, montaña, escalada y submarinismo”, que son disciplinas que ella controla. Le preseleccionaron, pero empezó la pandemia y no se hizo. A las preseleccionadas les ofrecieron la opción de intentar participar en el reto de este año: “Ir al Polo Norte en velero: 2.500 millas de Vigo al paralelo 66”. Tras pensarlo, aceptó. “Tenía ilusión por Jordania, pero éste iba a ser un reto mayor, porque es algo que no domino, no conozco, tenía que empezar desde cero y, además, iba a ser un reto personal muchísimo más fuerte”.

A partir de ahí, comenzó a prepararse a conciencia, acudiendo al pantano de Alloz y yendo con un amigo que tiene un velero a Hondarribia, porque en junio les iban a hacer una prueba en Denia para elegir a las cinco participantes de entre las 15 precandidatas. Tras la selección, el 10 de septiembre el velero Varuna partió de Vigo. Lo más duro de este viaje para Lourdes ha sido poder dormir solo dos horas seguidas por las guardias pero, en cambio, destaca “el vínculo que se ha creado con sus compañeras y los momentos de soledad, de estar conmigo misma”. Además, se muestra “emocionada porque se han puesto en contacto con nosotras mujeres que están pasando un cáncer diciendo que nos han visto y que les ha dado fuerza para levantarse del sofá y decir si ellas han podido, yo también puedo”.

Esta superviviente concluye que “la enfermedad es dura, sobre todo por los tratamientos. Se tienen altibajos, las personas afectadas pueden llorar, pueden gritar, deben hacerlo, pero luego que se levanten, que no se queden ahí, porque al final se sale. La actitud es importantísima y es importantísimo el movimiento, el deporte, tanto física como mentalmente”. Y es que, si bien no olvida que “hay personas que no han conseguido salir” y, de hecho, tiene “amigas que han muerto”, asegura que en su caso “el deporte es la chispa, es la vida; me da vida”.

A las 18.37 horas del 23 de septiembre, el equipo alcanzó su objetivo. Como homenaje a todas las mujeres que han luchado contra el cáncer a lo largo de la historia, lanzaron una boya al mar en la que cada una escribió un mensaje. El de Lourdes era: “Disfruta, sueña, vive, pura vida”.