La investigación realizada por la Policía Municipal de Pamplona y por la Policía Foral en torno a la detención de los cinco sevillanos conocidos como ‘La Manada’ en los Sanfermines de 2016 se ha visto esta semana refrendada con un espaldarazo judicial. El Tribunal Supremo desestimó los recursos de los cuatro procesados (Ángel Boza, el quinto condenado por la violación en el portal de Paulino Caballero, no estaba en Pozoblanco). Por unos hechos y otros, después de todas las pruebas halladas en Pamplona, suman ahora condenas de entre 15 años (Boza) y 23 años de cárcel (el guardia). Escudero suma casi 18, Prenda tiene 19,5 años de pena y Cabezuelo, casi 21.

El TS confirmó, por un lado, las condenas de entre 2 años y 10 meses para tres acusados (Jesús Escudero, el guardia Antonio Guerrero y el militar Alfonso Cabezuelo) y de cuatro años y medio para José Ángel Prenda, por haber difundido dos vídeos que grabaron a la chica de la que abusaron en Córdoba. E igualmente sirvió para ratificar que la labor realizada por la Policía Foral a la hora de investigar estos hechos fue impoluta, ordenada por el titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Pamplona. La defensa alegaba que dichas pruebas videográficas debían ser anuladas, al sostener que no fue un “hallazgo casual” de los investigadores y que los condenados únicamente accedieron a entregar sus móviles para esclarecer los hechos de Pamplona. El Supremo, sin embargo, avaló el trabajo de la Policía Foral. “No cabe hablar de la existencia de una investigación meramente prospectiva, sino ante el hallazgo casual que se produce en el contexto de la investigación de la causa principal”. En este sentido, subrayó, además, que el consentimiento de los cuatro miembros de La Manada “no se limitó por ninguno de ellos a unos archivos” y que fue dado por todos “debidamente asistidos por letrado”.A raíz de la desestimación del recurso, la víctima de los hechos de Pozoblanco criticó la carta que escribió desde la cárcel uno de los condenados, El Prenda, en el que reconocía la violación de Pamplona, pedía perdón y se arrepentía de lo sucedido, todo ello seguramente también con la finalidad de buscar algún tipo de beneficio penitenciario en el futuro inmediato. “Lo importante no es que ella (la víctima de Pamplona) o yo (Pozoblanco) los creamos. Que quede clara una cosa: esto no lo ha hecho por la chica de Pamplona, lo ha hecho por él. Nosotras a ellos no les importamos, por eso lo importante es que (Prenda) no consiga lo que quiere con esta mentira, que es tener beneficios penitenciarios, espero que la cárcel o el juez no tengan en cuenta sus peticiones”, añade.

La víctima de Pozoblanco recordó que “durante mi declaración me escucharon romperme, vieron cómo se me partía el alma y, lejos de pedirme perdón, intentaron ponerme nerviosa. Al otro lado del biombo que nos separaba, se cambiaron de posición y tosieron de forma exagerada para que los oyera. Yo tuve que ponerme gafas de sol y un gorro para proteger mi identidad, ellos se reían y burlaban”.