Una marea amarilla invadió este sábado la localidad de Burlada-Burlata armada con botas, cubos y escobones para hacer frente a las consecuencias de la histórica riada. A falta de que se pueda acceder a la zona del Soto -todavía anegada- las labores de limpieza se centraron en las calles San Francisco y Mayor. Más de cien voluntarios acudieron al auzolan -que se repetirá este domingo- y ayudaron a limpiar calles, bajeras, viviendas y comercios en un sensacional ejercicio de solidaridad.

Berta Arizkun fue una de las encargadas de organizar a los voluntarios y se vio sorprendida por el gran número de participantes, muchos de ellos jóvenes. “Hemos comprado material, pero seguramente no vaya a haber para todo el mundo”, explicó. Una de las voluntarias fue Saioa Ibiricu, a la que la respuesta del pueblo le pareció maravillosa. “Ver cómo estamos actuando ante un suceso así para ayudarnos entre nosotros y nosotras está siendo muy bonito”, aseguró.

Los voluntarios ayudaron a limpiar la casa de Javier Zorakiain, vecino de la calle San Francisco que aseguró que la crecida había sido “un desastre total”. “El agua me llegaba por encima de la cintura, unos 80 centímetros, y tuvo que sacarme mi hijo a hombros. Creo que no vamos a poder salvar casi nada. Tenemos un Mercedes en el garaje y todavía sigue tapado por el agua. Llevo aquí 85 años viviendo y es algo que no había pasado nunca”.

Gigantes y baterías bajo el agua

La riada afectó a dos de los puntos culturales más importantes de Burlada. El local de la Comparsa de Gigantes quedó anegado y, pocos metros más adelante, el río inundó varias salas de la Escuela de Música.

Arantza Ezkurra, profesora de la Escuela de Música, acudió a las 5.30 de la madrugada y pudo poner a salvo varios instrumentos. “Subimos al piso de arriba los de percusión, que son bastante caros. Pero el piano de cola del auditorio era imposible sacarlo y se ha mojado. Entre voluntarios, alumnos y padres estamos intentando limpiarlo y a ver si podemos volver a dar clases cuanto antes”.

Por su parte, Sergio Goñi, miembro de la comparsa de gigantes desde hace 20 años, reconoció que todo les pilló por sorpresa. “A las 6 de la tarde, el agua ya llegaba hasta la cintura de los gigantes. Los sacamos en un camión, pero las ropas y los caballetes están destrozados. Luego, hay que sumar los daños materiales de frigoríficos, tambores, bombos, aparatos de música. Es un desastre. El sábado que viene era el día de la comparsa e íbamos a salir a bailar después de año y medio sin hacerlo, pero va a ser imposible”.

La marea solidaria de Burlada volverá a actuar este domingo -a las 11.00 en la Plaza de Las Eras- para que los gigantes vuelvan a bailar al son de los tambores.