La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra ha confirmado una condena de cinco meses de prisión por un delito de maltrato animal a un acusado de abandonar cinco gallos de pelea y de la muerte de otros dos en un paraje de Sarasa. El Juzgado de lo Penal número 3 de Pamplona ya impuso la citada condena al procesado, además de 18 meses de inhabilitación para el ejercicio de la profesión o el comercio que tenga relación con los animales, así como para la tenencia de los mismos.

La investigación de este delito de abandono y maltrato de animales domésticos comenzó en la Policía Foral a mediados de agosto cuando los agentes comprobaron la existencia de un terreno rústico en el término de Sarasa donde se estaban realizando actividades no autorizadas consistentes en el depósito de diversos objetos, chatarras y un pequeño cerramiento con gallos en su interior. Las aves estaban individualizadas en diferentes cajones-jaulas y carecían de comida y agua.

MUTILADOS Y CON EL PICO CORTADO

En la inspección, además de los cinco gallos vivos, se localizaron otros dos muertos y un perro de pequeña talla sin comida ni agua deambulando por la zona. Cuatro de los gallos se encontraban con las crestas y barbillas mutiladas y dos de ellos con la parte superior del pico cortado.

La sentencia refleja que tres gallinas y seis gallos se encontraban en unas condiciones tan paupérrimas e insalubres (sin comida ni agua suficiente ni ninguna clase de atención y con el calor propio del mes de agosto) que afectaron gravemente a la salud de los mismos y que fueron la causa de la muerte de los dos animales.

Ante el estado de aparente desnutrición y debido a la característica agresividad de estos gallos, los agentes retiraron las aves vivas en transportines individuales para que no se agredieran y los dos ejemplares muertos fueron levantados para realizar la correspondiente necropsia en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre.

El acusado recurrió la sentencia alegando que no se había respetado la cadena de custodia de la prueba, puesto que decía que la Policía Foral “al recoger los animales para trasladarlos al centro de Ilundáin, no los identificó con ninguna señal, marca o distintivo ni realizó ningún tipo de precinto que garantizara y asegurara la prueba. En consecuencia -alegaba- no hay ninguna seguridad ni prueba de que las aves examinadas por el veterinario del centro y de las que se realizó el informe pericial fueran las aves retiradas de Sarasa”.

SE RESPETÓ LA CADENA DE CUSTODIA

La Audiencia concluye que “no existen elementos de juicio que permitan apreciar la existencia de la ruptura de la cadena de custoria”. Recuerda que de “la amplia exposición de elementos convictivos, que permiten atribuir, cuando menos a la culpa consciente del encausado, en primer término de una mutilación consistente en cortar el pico de algunos de estos aniamles” y en segundo lugar de “las lesiones en cabeza (caríncula y demás) y patas”.

Así como “la baja condición física que mostraban todos los ejemplares denota un deficiente mantenimiento de los ejemplares y la presencia de dos animales muertos, uno de ellos en avanzado estado de putrefacción, redunda en un deficiente mantenimiento”.

En la resolución se expone que “todo ello pone de manifiesta la falta de escrupulosidad de conciencia y de los mínimos, principios éticos que debe poseer todo ser humano, siendo ajeno al dolor y sufrimiento de los animales, lo que lleva necesariamente a calificarlo como maltrato hacia los mismos”.