Es Benjamín Noval una fiesta constante. Celebrante cuando anunció su fichaje con el Ineos para 2027, festejante en la crono, donde alcanzó el título, y emocionado cuando se regaló una monumental exhibición para conseguir el Campeonato de España de ruta. Noval aplaudió su logro.
Después le abrazó la emoción. Demasiadas emociones en apenas unos días. Una cascada de sensaciones posadas sobre su corazón.
El asturiano certificó en las alturas de Sierra Nevada y en Granada su jerarquía. Ni el sofocante calor, un bochorno, el termómetro danzando en los 40 grados, pudo con Noval, protagonista absoluto de una cabalgada asombrosa para conquistar su segunda corona.
Dos veces rey Noval, dominador implacable de la categoría. Se homenajeó a sí mismo el asturiano con una actuación exagerada, una hipérbole en bicicleta. Rodó en solitario durante 60 kilómetros para imponerse por aplastamiento.
Nadie pudo seguir al asturiano, que arrancó el retrovisor, despreocupado. No le interesaba lo que sucedía a su espalda. Acompañado por el sol, implacable, Noval era un llanero solitario, la sombra dura, recortada bajo un cielo de fuego.
Excelente Urkaregi
Por detrás, a un mundo, en otro ecosistema, se subrayó Eñaut Urkaregi, otra perla de la categoría, vencedor de la Gipuzkoako Itzulia hace escasas fechas. El joven de Larraul, que también cuenta en el palmarés con la Clásica de Araba y la Klasika de Primavera de Amorebieta, entre otros logros, disfrutó de la plata en solitario. Aplaudió a su llegada la exhibición de Noval.
Urkaregi rodaba en su burbuja, consciente de que Noval había entrado en otra dimensión. En una prueba de 121 kilómetros que el calor asfixiante convirtió en un calvario infinito, Urkaregi llegó a 4:23 de Noval, inalcanzable.
El podio lo cerró Mario Cordero, también a solas. Cuentas de un rosario desperdigado donde se agigantó la figura del asturiano. Noval es de oro.