Jorge Azanza, director deportivo del Euskaltel-Euskadi: “Hay cosas que no han salido bien, pero el proyecto sigue ilusionando”
La temporada ya ha concluido para un Euskaltel-Euskadi que no ha podido alcanzar su gran meta clasificatoria. Azanza (Altsasu, 1982) repasa el año de los naranjas
¿Empezamos directamente con el tema de los puntos UCI?
–El ciclismo actual hace esa criba entre los equipos, más objetiva. Y al final todo ha acabado por ceñirse a ello. Cuando planificamos la temporada 2025, hace un año ya, éramos conscientes de que entrar en el top 30 del ranking no iba resultar fácil, viendo la plantilla y los recursos de los que disponíamos. Pero también te reconozco que lo planteamos como objetivo principal. Al fin y al cabo, terminar entre los 30 primeros de la clasificación mundial es lo que da sentido a cualquier escuadra de segunda división como la nuestra: te abre la puerta a ser invitado a una vuelta grande, y sin esta opción siempre va a costar más encontrar los apoyos económicos necesarios para cualquier proyecto.
En su primera respuesta me ha hablado ya de “recursos” y de “apoyos económicos”.
–Estamos encantadísimos de seguir contando con el apoyo de los patrocinadores principales: Euskaltel, Kutxabank y las instituciones. Nunca nos han hecho sentir la presión de tener que correr la Vuelta sí o sí.
Pero...
–No, no. Respecto a los espónsors no hay peros que valgan. La próxima temporada está garantizada. Y de cara al largo plazo todo pinta bien, ya que percibimos de ellos un sustento muy sólido al proyecto. Por supuesto que les gustaría que estuviéramos en ese top 30, pero nos hemos reunido y se les ha expuesto cuál es la situación del ciclismo mundial, así como los presupuestos de algunos equipos llamados en teoría a ser nuestros rivales directos.
Ahí estaba el ‘pero’.
–¿Sabes lo que pasa? Que las categorías del ciclismo ya se encuentran fragmentadas en sí mismas. Nosotros estamos en segunda división, vale. ¿Pero nos podemos comparar con UNO-X, Tudor, ToltalEnergies o incluso Caja Rural? No. Así que estamos en una segunda división dentro de la misma segunda división. El dinero es importantísimo. Cuanto más tengas, más soporte vas a poder darle al equipo. Y ahora nosotros nos encontramos en una tesitura en la que una parte grande del presupuesto se destina a las necesidades logísticas de la propia categoría Pro Team (la mencionada segunda división): staff, estructura, viajes...
¿Qué ha faltado al margen de más ‘pasta’?
–El análisis del año resulta complejo... Para empezar, iniciamos la temporada tras un invierno de muchos cambios, y con un grupo de ciclistas que era nuevo prácticamente en su 50%. Costó darle cohesión a todo eso. Y, además, luego fueron sucediéndose los infortunios. Aberasturi y Dekker, dos ciclistas en los que confiábamos para sumar muchos puntos en los esprints, sufrieron sendas lesiones. Xabier Berasategi se cayó en Terres de l’Ebre y tuvo que perderse después carreras importantes para él. Y a todo ello súmale el accidente de Txomin Juaristi en O Gran Camiño o los viajes a Himalaya y Qinghai, que no se dieron del todo bien en lo deportivo y que además implicaron para nuestros ciclistas volver bastante mermados de China, muy fatigados o incluso enfermos.
El calendario fue configurado pensando en el famoso ‘top 30’, ¿verdad?
–Mira, para que veas que no todo ha sido cuestión de dinero o de mala suerte... Pienso sinceramente que con el tema del calendario tenemos que hacer autocrítica y aprender de los errores. Quizás hemos sido demasiado espléndidos queriendo correr en más sitios de los que deberíamos.
Se refiere a las pruebas en Asia...
–No necesariamente. Sí es cierto que, como te decía ahora, las carreras de Himalaya y Qinghai nos quitaron más de lo que nos dieron, porque a nivel logístico y de cansancio resultaron exigentes. Pero ir a China no es caro. Sus organizadores pagan premios importantes que te cubren los gastos. Y, además, en Asia puedes encontrarte con un nivel de participación que permite obtener buenos resultados, tal y como conseguimos nosotros en Taiwan (una etapa con Paul Hennequin y una segunda plaza en la general con Jordi López).
¿A qué competiciones piensa entonces que no tendrían que haber ido?
–Del mismo modo en que te comentaba que la segunda división está fragmentada, algo similar sucede con la primera, el World Tour. Así que muchos equipos de su zona media-baja plantean igualmente la temporada pensando en los puntos. Este año hemos ido a carreras en las que participaban ocho o diez de estas escuadras, y ya me dirás cómo les exijo yo ahí a los chavales que se metan en los puestos cabeceros. Contestando a tu pregunta, pienso que hemos querido abarcar también un tipo de calendario que luego nos ha puesto en nuestro sitio.
El de mayor nivel, vamos.
–Bueno, tampoco diría yo tanto. En Volta a Catalunya, Itzulia, San Sebastián o Plouay apenas tenemos opciones de éxito, y sin embargo se trata de carreras muy importantes para nosotros, en cuanto a visibilidad y también en cuanto a posibilidades de crecimiento para los ciclistas. A partir de ahí, sí creo que este año hemos ido a determinadas clásicas en las que no se nos había perdido nada. Cuando antes te hablaba de autocrítica y de aprender de los errores, me refería principalmente a diseñar para 2026 un calendario que nos permita optimizar el nivel del equipo y lograr el mayor número posible de éxitos allá donde vayamos.
¿Algo más que quepa incluir en el capítulo de los errores propios?
–Todavía me duele el abanico aquel de mayo en la Vuelta a Turquía... Nos cortamos todos y se esfumaron así unos puntos que entonces nos habrían metido de lleno en la pelea. Pero ya te digo que si hemos quedado fuera del top 30 ha sido por un cúmulo de circunstancias: recursos disponibles, situaciones de mala suerte, fallos nuestros... En junio, durante los Campeonatos de España, todavía mirábamos a lo del ranking como a un objetivo real. Pero la brecha de puntos se había agrandado a finales de agosto y ahí ya vimos que no lo íbamos a conseguir, por lo que empezamos a quitar carreras del calendario de fin de curso, pensando en evitar ciertos gastos importantes para una escuadra como la nuestra.
Pero competir poco en el último tramo del año también ha provocado que incluso equipos de la tercera división les hayan adelantado en ese ranking mundial.
–Me alegro de que saques este tema a colación, porque tiene sus matices. Hay que decir, para empezar, que varios de los conjuntos de menor categoría que se han acercado en la clasificación han sumado puntos en carreras continentales de su hábitat natural, de su zona geográfica, Asia principalmente. Y luego está el caso del ATT, unos checos que directamente nos han pasado después de arrasar durante el verano en pruebas semiprofesionales centroeuropeas, casi sin oposición. Nosotros no podemos ir a competir a esos sitios. Los viajes son muy caros y los organizadores no abonan los premios que sí se dan en China. Pero en lo deportivo somos mejores que el ATT, y lo puedes comprobar atendiendo a dónde se han dado nuestras victorias y al modo en que han progresado algunos de nuestros ciclistas. Porque lo de los puntos no ha salido, es cierto, pero durante el curso también hemos tenido buenas noticias. Cerramos un año agridulce.
¿Es ese el balance final?
–Sí. En el lado malo de la balanza situaría el tema del ranking y la parte final de la temporada, que se ha hecho dura por todo lo que hemos analizado. Me quedo también, sin embargo, con la manera en que reaccionamos durante la primavera a un comienzo bastante dubitativo. Y destaco igualmente que hemos podido tomar nota de ciertas equivocaciones. No vivimos un momento fácil, pero seguimos mirando al futuro con ilusión.