Aunque quizá suene algo frívolo, el cambio climático, el calentamiento global y las temperaturas extremas nos pueden dejar sin cerveza, la tercera bebida más consumida por los humanos después del agua y el té. Sí, ese calor, que nos invita a disfrutar de una cerveza fresca, puede ser la causa de que esta acabe desapareciendo.

Si ya éramos conscientes de que los cada vez más extensos periodos sin lluvia y las altas temperaturas reducían la producción de cebada, su ingrediente base, un reciente estudio científico del Instituto de Investigación Global de la Academia Checa de Ciencias anuncia el alto riesgo que esta situación de temperaturas extremas supone para la producción y la calidad del lúpulo, el ingrediente imprescindible para dar aroma y amargor a la cerveza.

La flor del lúpulo aporta el característico y aromático amargor de la cerveza. Freepik

El lúpulo, en peligro

El estudio liderado por Martin Možný y publicado en la revista Nature Communications concluye que las temperaturas extremas y la sequía afectarán a la producción de lúpulo y a la concentración de ácidos amargos alfa, elemento responsable del característico sabor de la bebida. Esta reducción sería del 20 al 31% hacia el año 2050, mientras que la producción de lúpulo aromático tradicional se reduciría entre el 4 y el 18% para ese mismo año. Y sería de peor calidad.

La investigación se ha centrado en Alemania, República Checa y Eslovenia, que poseen casi el 90% de la superficie europea dedicada al cultivo del lúpulo, pero estima que la mayor incidencia tendrá lugar en Eslovenia, Portugal y España, donde el rendimiento puede caer hasta un 35%.

La investigación indica que, comparados con datos de 1994, la producción ya ha caído casi 0,2 toneladas por hectárea y año. También se ha comprobado que la maduración de esta flor se ha adelantado una media de 20 días, lo que ha hecho que el contenido de alfa-amargo se reduzca un 0,6%.

También el frío

Pero la planta del lúpulo es muy sensible a las condiciones necesarias para su crecimiento. Por eso no solo la subida de las temperaturas, con sus olas de calor y los periodos de sequía, le perjudica, también una bajada del termómetro cuando no toque, que el calor del verano no llegue cuando debe puede arruinar o estropear una cosecha.

En 2021, los productores de lúpulo leoneses sufrieron esta otra cruz del cambio climático. Según recogió en diario digital El Bierzo Noticias la cosecha de ese año no llegó al mínimo previsto, 800.000 kilos de flor de lúpulo, porque junio y el comienzo de julio resultaron menos cálidos de lo habitual, la planta no cerró su ciclo y hubo menos flor.

Uno de los efectos que parece tener el cambio climático es que las estaciones climáticas se ven alteradas, retrasándose, adelantando o cambiando los patrones previstos. Esto afecta al lúpulo, que se ha mostrado muy sensible, advirtiendo con tiempo de que algo no funciona. Y si falla el lúpulo, la cerveza, al menos tal y como la conocemos, puede desaparecer.

Otros alimentos que pueden desaparecer para 2050

La amenaza de desaparición no sólo pende sobre el lúpulo. Varios organismos como la ONU en 2019, Intermon Oxfam en 2017 y 2022, el Centro Internacional de Agricultura Tropical o el informe Climate Change: 2021 del IPCC coinciden en la posible la desaparición de estos otros alimentos:

  • La uva. Se prevé una caída en la producción de vino del 85% en 50 años.
  • El cacao. Solo crece en zonas que ronden los 20°C con humedad alta y un suelo rico.
  • La carne roja. Las restricciones a la industria ganadera por los gases de efecto invernadero son su principal amenaza.
  • El café. Sin abejas no hay polinización. Además, el 50% de las zonas de cultivo puede ser infértil.
  • La miel. Si baja la población de abejas, menos miel.
  • El aguacate. Su necesidad de agua pueden extinguirlo.
  • Los cereales. La sequía y una tierra menos fértil bajarán su producción.
  • Aceite de oliva. Altas temperaturas, plagas y sequía amenazan la producción.
  • Los plátanos. Necesitan un clima moderado para madurar. La sequía también les afectará.
  • Las frutas con hueso. Cerezas, ciruelas o nectarinas desaparecerían al necesitar temperaturas frías.